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Un hombre clave del gobierno de De la Rúa afronta una cruel enfermedad
Darío Lopérfido lanzó un ciclo de entrevistas mientras le da pelea a un reciente y terrible diagnóstico. Cómo es el programa y dónde verlo
31 de julio de 2025
"El hombre rebelde", es el título de un ciclo de cinco entrevistas con referentes del pensamiento político global que acaba de grabar el ex secretario de Cultura del gobierno de Fernando de la Rúa, Darío Lopérfido.
Lopérfido vive en Madrid junto con su pareja y su hijo, y allí grabó este ciclo que se estrenó por la señal Flow (on demand), con producción de Non Stop.
El ex director del Teatro Colón enfrenta una esclerósis lateral amiotrófica (ELA), diagnosticada hace algunos meses.
En este programa y a lo largo de cinco episodios-, Lopérfido dialoga con el escritor Martín Caparrós que vive en Madrid y también tiene ELA; Cayetana Álvarez de Toledo, diputada española por el Partido Popular; Sergio Ramírez, el gran escritor nicaragüense, Premio Cervantes; Leopoldo López, líder opositor venezolano y activista por los derechos humanos, y sin poder regresar a su país; y Yunior García, dramaturgo y disidente cubano, exiliado tras su participación en las protestas sociales de la isla.
“Siempre estoy interesado por el mundo de las ideas y por la defensa de la libertad”, dice Lopérfido desde Madrid, en una entrevista con Clarín.
Las conversaciones se grabaron en junio y en ellas se dialogó sobre libertad de expresión, el rol de la cultura frente a los desafíos sociales y políticos, y las experiencias personales de cada entrevistado.
Lopérfido respondió por correo electrónico una serie de preguntas sobre distintos temas. Desde Madrid, recuerda que la idea de hacer este ciclo "surgió de una charla con Antonio de la Rúa, mi hermano de la vida. Lo llamé para contarle que tenía un feo diagnóstico de salud. Vino a Madrid. Nos juntamos con otro amigo, Rodrigo Iervolino, conversamos cuatro horas, y de ahí surgió la idea del programa, como una forma de mostrar temas y personajes que yo estudio y sigo. Aíto de la Rúa, Marcelo Fígoli, Carlos Souto, Ale Mac Farlane, Fabián de la Rúa, son amigos de toda la vida y colaboraron con el proyecto”.
-¿Cuál es el diagnóstico que te dieron los médicos? ¿Cuándo empezaste a sentir síntomas?,preguntaron en una entrevista en Clarín.-Tengo ELA. Hace más de un año empecé con un problema en una pierna. Me hicieron muchos estudios y empecé con un problema en la mano izquierda y, al poco tiempo, me dieron el diagnóstico. Por suerte, la mano derecha está normal, así que puedo escribir.
-¿Cómo viviste la transformación de tu cuerpo, los cambios que generó la enfermedad?-Los cambios en el cuerpo son difíciles. Tengo la voz cambiada y en las entrevistas se nota. Tengo muchas expectativas con la tecnología y uso a diario la inteligencia artificial. Existe una interfaz para poner en el cerebro y que la gente que perdió el habla pueda hablar nuevamente. Lo hace Neuralink, una empresa de Elon Musk. Yo guardé mi voz y ya le escribí a esta empresa. Trato de adelantarme en esas cosas y no soy de lamentarme por lo inevitable. Solo trabajo mucho internamente para estar bien.
-¿Cómo armaste la lista de entrevistados, qué los une a todos ellos?-La lista de entrevistados se basó en gente que tiene cosas interesantes para decir. No puedo soslayar que tres de ellos son perseguidos políticos. Además, intentamos reivindicar las entrevistas televisivas, que es un género que se va perdiendo.
-¿Qué significó enfrentar la entrevista con Martín Caparrós? ¿Por qué lo elegiste? ¿Hubo algún tipo de identificación por la situación que ambos están atravesando?-La entrevista con Martín surgió por la lectura de su libro donde él habla de la enfermedad. Nos conocemos hace mucho con Martín y nos tenemos respeto pese a pensar tan distinto en política. Él es de izquierda y yo liberal, y eso no es motivo para no tener una buena relación. Me interesaba mucho la mirada sobre su vida y el cruce con su estado de salud. Cuando leí el libro, yo ya sabía que tenía la misma enfermedad. Se lo avisé a Martín un par de días antes de hacer la entrevista.
-Martín Caparrós escribió y habló de este tiempo como el de una despedida. ¿Qué opinás al respecto?-La vida conlleva la muerte. No hay vida sin muerte, de modo que cualquiera puede despedirse como quiera. Lo veo muy vital a Martín. Yo trato de no prestarle atención a la enfermedad. Es una enfermedad detestable, pero mañana puedo cruzar mal la calle y me puede matar un autobús. Si uno mide estar enfermo en el contexto de la humanidad, es un hecho irrelevante. Antes de estar enfermo me podía morir por un accidente o un cáncer violento. Esta es una enfermedad incómoda y molesta. Pero la vida es corta en todos los casos, y lo único que existe en mi cabeza es el presente, de modo que yo no me estoy despidiendo. Se vive día a día. Tuve que cambiar algunas cosas en términos prácticos, pero sigo trabajando: escribo en la agencia de noticias NA y en la revista Newsweek, tengo una columna en Radio Rivadavia con Cristina Pérez y sigo colaborando en la Cátedra Vargas Llosa.
Sobre otra entrevistada en el ciclo, Cayetana Álvarez de Toledo, dice: “Es mi ideal de política. Liberal y sumamente culta. En un momento como el actual, en el que el nivel de la política es tan bajo, gente como Cayetana se vuelve imprescindible”.
-¿Te arrepentís de algo, de tus decisiones como ministro y secretario de Cultura en Ciudad y en Nación? ¿Qué cosas rescatás como valiosas de ese tiempo? ¿Cómo recordás el gobierno de la Alianza?-No suelo arrepentirme. Hay cosas que haría distinto si las miro con la lógica actual. Hay cosas que me dan orgullo como el Bafici, que ya es una institución internacional y fue fundado por mi gestión en la época de De la Rúa como jefe de gobierno. Respecto de la Alianza, creo que hubo un error en su conformación; el Frepaso era un lastre. No me extraña que todos los del Frepaso terminaron siendo kirchneristas. Graciela Fernández Meijide era la única persona que valía y sus mismos compañeros la terminaron traicionando. Luego el peronismo se ocupó de hacer un golpe para devaluar y que un grupo grande se beneficiara de esa devaluación. La caída de De la Rúa era necesaria para el proyecto corporativo argentino que consiste, básicamente, en quedarse con plata de los ciudadanos. A partir de ahí, la degradación de la política argentina es constante.
-¿Años después, cómo repensás los debates que te tuvieron como protagonista respecto del número de desaparecidos que hubo en la Argentina durante la dictadura de 19761983? ¿Seguís pensando que no fueron 30.000?-Sigo pensando que no fueron 30.000 porque defiendo lo que dice la Conadep, que es el registro oficial argentino. En eso hubo una campaña organizada por los kirchneristas y el afán permanente del campo artístico de hablar muy enfáticamente de cosas que no saben. Me podría haber retractado y seguir tranquilo o mantenerme en mi posición. Eso hice y me siento orgulloso de mi actitud.