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Estreno de la semana: Nicolas Cage y el futuro inmediato
La nueva película estelarizada por el actor de "Contracara" tiene un curioso personaje principal: un hombre que ve lo que ocurrirá con dos minutos de antelación
27 de septiembre de 2007
Por Sebastián Martínez

Nicolas Cage es, a esta altura, un género cinematográfico en sí mismo. Con 43 años de edad y casi sesenta participaciones en distintas películas, el bueno de Cage puede enorgullecerse de ser un hombre solicitado por la industria para protagonizar sus historias. Y la cosa parece no tener fin. Sólo para el año próximo se anuncian al menos cuatro largometrajes con la actuación de Cage en primer plano.

La hiperproductividad de este californiano no tiene nada de malo en sí. Pero cuando uno desmenuza la extensa filmografía de Nicolas Cage uno empieza a caer en la cuenta de que existen dos tipos de películas que lo tienen como eje.

Por un lado están las “alternativas”, entre las que quizás se destaquen “El ladrón de orquídeas”, “Educando a Arizona” y “Adiós a Las Vegas”. Por otra parte, están aquellos filmes en los que Cage es considerado un actor propicio para los géneros que rocen la acción, la aventura o, al menos, el suspenso. La lista sería interminable, pero por sólo mencionar algunas de las más célebres digamos “Ojos de serpiente”, “La leyenda del tesoro perdido”, “8 milímetros” y “Contracara”.

Lo curioso es que las “alternativas” suelen ser grandes películas, al menos para quienes cultivan cierto tipo de cine que escapa de las convenciones más difundidas por Hollywood. Las otras, las más comerciales por llamarlas de algún modo, no son casi nunca malas. Pero tampoco alcanzan un grado de contundencia tal que permitan hacer de Cage un actor de primerísima línea.

Es decir, Nicolas Cage no es Harrison Ford, ni Tom Cruise, ni Mel Gibson, ni Sean Connery, ni Brad Pitt, más allá de que actúe mejor que algunos y peor que otros. Nicolas Cage ni siquiera es Matt Damon o Edward Norton en la consideración universal. Y eso se debe a que sus películas más promocionadas nunca alcanzan una estatura mítica. Lo cual nos lleva a “El vidente”, otro filme de Nicolas Cage.

“El vidente” trata sobre un hombre que se gana la vida como mago, ilusionista y, sobre todo, adivinador en shows de poca monta que se exhiben en los casinos de Las Vegas. Este hombre, a diferencia del común de los prestidigitadores, tiene una particularidad. Él sí tiene poderes sobrenaturales. Limitados, pero completamente extraordinarios.

El filme gira en torno a la figura de Cris Johnson, quien se hace llamar “Frank Cadillac” en los escenarios de Las Vegas y posee la extraordinaria capacidad de adelantar lo que va a sucederle en los próximos dos minutos. “No soy un dios. Sólo puedo ver lo que me va a pasar a mí y sólo en los próximos dos minutos”, explica Nicolas Cage, ya puesto a interpretar a su vidente.

La vida de este adivinador parece transcurrir de modo más o menos relajado y rutinario hasta que dos sucesos irrumpen en su vida. Por un lado, una agente del FBI (en la piel de Julianne Moore) comienza a sospechar de su asombrosa capacidad precognitiva y lo quiere cooptar para que evite una catástrofe nuclear. Por otra parte, Johnson, es decir “Cadillac”, es decir Nicolas Cage, conoce a la mujer de su vida. La irresistible Jessica Biel (la misma que se hizo conocida en “El ilusionista), esta vez en el papel de una maestra de comunidades aborígenes.

Estas piezas que se mueven en la vida ya de por sí compleja de un hombre que sabe las cosas con dos minutos de ventaja son más que suficientes para echar a rodar una trama. Una trama en la que, durante una hora y media, veremos a Cage tratando de enamorar a una mujer, mientras la ciudad de Los Angeles queda presa de una amenaza atómica.

El resultado, como en todas las películas de Cage, no es malo. Como en la mayoría de los filmes de Cage, tampoco es deslumbrante. Después de 96 minutos de cinta, “El vidente” queda en la memoria como una de esas obras que hubiesen sido ideales para ver una tarde de lluvia, por cable y mientras esperamos que empiece alguna otra cosa llegada desde el futuro no muy lejano.