El gobierno puso en marcha una intención inicial de reforma política con las primeras elecciones primarias abiertas y obligatorias de la historia.

El 14 de agosto, Cristina Fernández adelantó su gran triunfo de octubre, al obtener el 50,1% de los votos que luego mejoró sumando cuatro puntos en las elecciones generales.

Lo diferente en las primarias fue el resultado de la oposición, ya que en esa oportunidad Ricardo Alfonsín (UDESO) fue segundo; Eduardo Duhalde (Unión Popular), tercero, y Hermes Binner (Frente Amplio Progresista), cuarto, con 10,26, un porcentual que dos meses después mejoró en 6 puntos y lo llevó al segundo lugar.

Dentro de una reclamada reforma política, éste fue el primer paso, que también incluyó la cesión de espacios publicitarios gratuitos en los medios de comunicación, lo cual permitió una distribución más equitativa para que el mensaje de todos los partidos llegara a los votantes.

El Gobierno debió salir en varias oportunidades a ratificar la realización de las Primarias, ante las dudas que se generaron por su aplicación y novedad.

Sin embargo, los partidos de la oposición que intentaron con rotundos fracasos acceder a sus propias internas para elegir candidato, no supieron aprovechar la herramienta legal de dirimir en ese espacio sus propias candidaturas, y ese ejercicio sólo se pudo observar en las internas del oficialismo municipal en la provincia de Buenos Aires.

Estas primeras internas abiertas dejaron también como novedad la mala elección de Proyecto Sur, que quedó eliminado de la carrera presidencial, y el éxito del Frente de Izquierda, que superó los 500 mil votos y pudo presentarse en las elecciones de octubre.