Por primera vez en casi tres años la economía argentina marcó un descenso, y se encaminaría a una recesión.

La actividad económica bajó 0,5% en mayo respecto de igual mes del 2011, lo que representa la primera baja en 33 meses.

Son datos oficiales del INDEC, que no reflejarían la verdadera magnitud de la baja.

Si bien parte de la crisis es importada desde Europa, la presidenta Cristina Fernández puede haberle dado el golpe de gracia al intervenir el mercado cambiario y destruir al sector inmobiliario, el más dinámico.

Las ventas de casas y departamentos están casi paralizadas, las operaciones pactadas en dólares corren en su mayoría el riesgo de caerse y los permisos para construir cayeron 64 por ciento en el año en la Ciudad de Buenos Aires.

El sector de la construcción acusa el impacto y ya habría cientos de miles de trabajadores afectados, aunque el dato no trasciende porque la UOCRA es un gremio alineado con la Casa Rosada.

La economía no mostraba una disminución interanual desde julio de 2009, cuando había caído 1,5% contra el mismo mes de 2008. El proceso de desaceleración se inició en noviembre del año pasado -unas semanas después del cepo cambiario-, cuando pasó a un crecimiento de 7,3% desde el 9,1% anterior de octubre.

Y se agudizó entre marzo y abril de este año cuando la tasa de crecimiento pasó de 4,1% a 0,6 por ciento.

Mientras el Gobierno adjudica la caída a la crisis internacional, analistas locales culpan a la restricción a las importaciones y el control del mercado de cambio.