Por José Calero

No pudo ser, pero estuvo cerca, y al final de cuentas tal vez la Corte Suprema de Justicia opte por terminar con este sainete y le diga al obsesivo gobierno de Cristina Fernández que avance nomás con el desmembramiento del Grupo Clarín y otros diablos, en medio de una épica que hace agua y pretende rescribir la historia y arrancar desde el año cero, algo así como quisieron hacer los camboyanos de Pol Pot y sus jemeres rojos, que enseñaron a los chicos a odiar tanto como fuera posible, como acá se les enseñó en su momento a escupir fotos de periodistas.

"7D: al día siguiente vamos por los contenidos", había escrito quedando en ridículo Ricardo Rouvier, un sociólogo que tuve el disgusto de tener como profesor en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Lomas de Zamora, cuando era una de las casas de estudio pioneras en comunicación social, y no una base de operaciones de La Cámpora como en la actualidad.

No pudo ser el 7D, pero que se quede tranquilo Rouvier -quien seguramente tendrá suculentos contratos con la Casa Rosada para realizar sondeos de opinión a gusto y piacere de la presidenta-, que sea en diciembre, enero o febrero, en algún momento el gobierno podrá lograr que los medios sean cada vez más débiles, cada vez más dóciles, en fin, cada vez más kirchneristas.

Pero sería interesante que Rouvier, si todavía se cree con derecho a estar al frente de una cátedra, le explique algún día a sus alumnos qué quiere decir "vamos por los contenidos".

Y si tiene algún grado de parentesco con el absurdo y cuasi fascista "vamos por todo" que, primero el inefable diputado Roberto Feletti, y luego la propia Presidenta en continuado, repite ante el coro de aduladores que la aplaude en cadena nacional a un promedio de dos salidas por semana.