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24 de abril de 2024
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Hallan posible camioneta de la fuga
La encontraron en la casa del hermano de Schillaci -uno de los tres acusados que escapó y que fue padre este lunes-, en Berazategui
27 de diciembre de 2015
Víctor Schillaci, uno de los prófugos del triple crimen, fue padre este lunes.

Su mujer, Mónica Silva, tenía programada una cesárea.

Hasta el 25 de diciembre pasado, o sea, la Navidad, ella creía que su novio estaría junto a ella tras el parto, porque así se lo había prometido él ese día, la última vez que hablaron.

Schillaci saldría de la cárcel para conocer a su hija porque había hecho los trámites que le permitirían acceder no solo a una libertad de algunas horas, sino también al derecho de reconocer y anotar como su hija a la bebé que procreó están en prisión. Había conocido a Silva hace alrededor de seis años, en una fiesta realizada en una quinta del sur del conurbano. Las vísperas del parto habían sido de obvia exaltación para la novia de uno de los prófugos más buscados del país.

La policía bonaerense allanó varios de los domicilios de los integrantes de esa familia. Incluso el de quien sería la madre de su hija, Silva. Y también la de sus parientes más cercanos.

Por supuesto, esos operativos incluyeron domicilios en los que vive parte del clan Schillaci.

Fuentes del gobierno bonaerense comunicaron de modo extraoficial que en la casa de uno de los Schilacci, llamado Franco, se habría encontrado una camioneta oscura similar a la que habrían usado los fugados de la prisión de General Alvear.

Se trata de una Toyota modelo Hilux, a la que se someterá a las pericias correspondientes para ver si efectivamente fue utilizada por los hermanos Lanatta y Víctor Schillaci. Franco Schilacci, quien no está acusado en la causa del Triple Crimen, intentó resistirse a la policía cuando descubrió que estaban cercando su casa, y su vehículo. Fue por eso que las fuerzas de seguridad decidieron detenerlo.

Las autoridades políticas vinculadas a esta historia, tanto de la Nación como de Buenos Aires, igualmente dudaban anoche de las razones por las que los Lanatta y Víctor Schilacci se habría escapado de la prisión.

“No descartamos ninguna hipótesis”, repetían esos funcionarios experimentados en ser víctimas de diferentes operaciones cometidas por mafias, tanto de la política como de la policía.

Aunque no fue informado de modo oficial, el gobierno bonaerense de María Eugenia Vidal, le hizo saber el miércoles pasado a la entonces titular del Servicio Penitenciario de Buenos Aires, Florencia Piermarini, que sería removida de su cargo. Esa acción fue considerada un error político que jamás será reconocido en público por la gestión de Vidal: “El Servicio Penitenciario es una estructura muy difícil de manejar. Si lo dejás acéfalo durante pocos días puede pasar cualquier cosa”, le explicó a Clarín una fuente gubernamental que conoce la trastienda de esa fuerza.

El nuevo jefe de esa fuerza será Fernando Díaz. Para la familia Schillaci, en cambio, el dato de que el prófugo Víctor repetía y hacía notar que estaba esperando el parto de su beba con esperanza y alegría los hacía descreer que su pariente se había fugado de la cárcel de General Alvear por iniciativa propia.

Es lo que le dijo su pareja, Mónica Silva, a los policías que llegaron ayer a su casa para realizar un allanamiento: “¿Cómo sé que mañana Víctor no puede aparecer muerto?”, reconstruyó la escena alguien de su entorno que la trata a diario: “¿Cómo sé que ustedes no forman parte de las fuerzas que quizás se lo llevaron de la cárcel quién sabe por qué”. La mujer, embarazada y a punto de partir, estaba absolutamente nerviosa.

Las fuerzas policiales a cargo de esta causa descartaban que Víctor Schillaci se hiciera presente hoy en el lugar en el que nacerá, según los cálculos médicos, su hija. Lo detendrían de inmediato.

El gran interrogante que atormenta a los funcionarios que investigan el caso, igualmente, es otro. Las cámaras de la cárcel de General Alvear no graban, solo “monitorean” movimientos extraños, que en la madrugada de ayer nadie vio: no hay registro del momento en el que sus presos más famosos se fugaron. Por la puerta.