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Por Carlos Nasif
La lechería está en sala de espera
6 de julio de 2006
Es tiempo de espera para la lechería, que busca respuestas para definir el perfil productivo de este año. En pocas semanas se vence una nueva prórroga al aumento en las retenciones a las exportaciones del sector implementado hace 1 año y lo que resuelva el Gobierno en este sentido será el grado de presión que tendrán los tamberos y la industria para tomar decisiones.
El 22 de julio vence la prórroga. Hay muchas versiones sobre las decisiones que se pueden tomar. Claro desde la producción esperan una eliminación, pero mucho dependerá de lo que opine la industria, a quien se la indica como la definitoria a la hora de determinar qué hacer con los derechos de exportación.
Hay otras versiones que señalan una rebaja en las retenciones a algunos productos, por ejemplo los quesos, que actualmente están en el 10 % de retenciones. Todas son especulaciones.
En un negocio de 600 millones de dólares (esas fueron las exportaciones del año pasado), la producción perdió entre 70 y 80 sólo por el aumento. La industria deriva a los tamberos el costo de los derechos de exportación.
Paradójicamente con el aumento en las retenciones se produjo un incremento en las exportaciones en los primeros cinco meses de este año comparado con el pasado. Los especialistas del sector atribuyen esto a dos factores: por un lado un aumento constante de la producción desde 2002, que genera un exceso para el mercado interno, y otra en la necesidad de mantener cubiertos los mercados externos para no dejarse ganar lugares por los países competidores, que no son pocos.
La lechería es una de las pocas actividades rurales que mantiene el standard de calidad para los productos que destina al mercado interno y al externo. La inversión industrial de los 90 permitió el desarrollo de productos cada vez más complejos para la alimentación y la salud.
Pero la puja de intereses por los valores de la leche siempre fue uno de los emblemas que acompañó al sector. Hoy está más vigente que nunca este tema.
La creciente productividad puede encontrar un cuello de botella en poco tiempo. En esta época el tambero está resolviendo qué hacer en la primavera. Es la temporada más fuerte del año para el productor y el flujo mayúsculo de materia prima puede comprimir el valor. Hoy, en promedio, se paga 50 centavos el litro al tambero.
El camino que puede tomar la producción es cambiar de vereda y cruzarse a la agricultura. Ya muchos lo haces y hasta tienen campos mixtos donde comparten la actividad.
Desarmar el tambo no es una decisión sencilla, porque lleva mucho tiempo rearmarlo, especialmente porque el rodeo genético de la vaca lechera requiere de mucho esfuerzo y tiempo para armarlo y en esto se apoyo gran parte del éxito de un tambo.
El riesgo es volver a niveles de producción de principios de este siglo, cuando se estuvo por debajo de los 8000 millones de litros en 2003.
Con la actual población, la Argentina consume anualmente 7700 millones de litro. Esto representa unos 200 litros por persona por año.
Pero hay un factor que se está siguiendo de cerca. La mejora en la economía podría acarrear un mayor consumo. Cada litro que aumente en el consumo per capita representa 1400 millones de litro extra de producción.
Nadie se atreve a pesar en una importación láctea para cubrir las necesidades internas, pero la preocupación se apoya en la falta de materia prima para la exportación.
La Argentina es el quinto exportador mundial de lácteos. La demanda externa va a crecer en el orden del 2 % en los próximos años y la oferta láctea, se cree, que aumentará un 1 %. Esto significa muchas oportunidades de ganar espacios.
El sector de los quesos sería el más complicado en este momento. Tributa un 10 % de retenciones contra el 15 % que paga la leche en polvo, otro de los productos exportables argentinos.
Pero los analistas coinciden en que los queseros sintieron más el impacto del aumento y ahora esperan con cierta ansiedad un cambio en este sentido. De hecho en el aumento de exportaciones registrado en los primeros cinco meses de este año, los quesos tuvieron un comportamiento negativo del 10 %, que impidió un mejor promedio del sector para ese período.
El 22 de julio vence la prórroga. Hay muchas versiones sobre las decisiones que se pueden tomar. Claro desde la producción esperan una eliminación, pero mucho dependerá de lo que opine la industria, a quien se la indica como la definitoria a la hora de determinar qué hacer con los derechos de exportación.
Hay otras versiones que señalan una rebaja en las retenciones a algunos productos, por ejemplo los quesos, que actualmente están en el 10 % de retenciones. Todas son especulaciones.
En un negocio de 600 millones de dólares (esas fueron las exportaciones del año pasado), la producción perdió entre 70 y 80 sólo por el aumento. La industria deriva a los tamberos el costo de los derechos de exportación.
Paradójicamente con el aumento en las retenciones se produjo un incremento en las exportaciones en los primeros cinco meses de este año comparado con el pasado. Los especialistas del sector atribuyen esto a dos factores: por un lado un aumento constante de la producción desde 2002, que genera un exceso para el mercado interno, y otra en la necesidad de mantener cubiertos los mercados externos para no dejarse ganar lugares por los países competidores, que no son pocos.
La lechería es una de las pocas actividades rurales que mantiene el standard de calidad para los productos que destina al mercado interno y al externo. La inversión industrial de los 90 permitió el desarrollo de productos cada vez más complejos para la alimentación y la salud.
Pero la puja de intereses por los valores de la leche siempre fue uno de los emblemas que acompañó al sector. Hoy está más vigente que nunca este tema.
La creciente productividad puede encontrar un cuello de botella en poco tiempo. En esta época el tambero está resolviendo qué hacer en la primavera. Es la temporada más fuerte del año para el productor y el flujo mayúsculo de materia prima puede comprimir el valor. Hoy, en promedio, se paga 50 centavos el litro al tambero.
El camino que puede tomar la producción es cambiar de vereda y cruzarse a la agricultura. Ya muchos lo haces y hasta tienen campos mixtos donde comparten la actividad.
Desarmar el tambo no es una decisión sencilla, porque lleva mucho tiempo rearmarlo, especialmente porque el rodeo genético de la vaca lechera requiere de mucho esfuerzo y tiempo para armarlo y en esto se apoyo gran parte del éxito de un tambo.
El riesgo es volver a niveles de producción de principios de este siglo, cuando se estuvo por debajo de los 8000 millones de litros en 2003.
Con la actual población, la Argentina consume anualmente 7700 millones de litro. Esto representa unos 200 litros por persona por año.
Pero hay un factor que se está siguiendo de cerca. La mejora en la economía podría acarrear un mayor consumo. Cada litro que aumente en el consumo per capita representa 1400 millones de litro extra de producción.
Nadie se atreve a pesar en una importación láctea para cubrir las necesidades internas, pero la preocupación se apoya en la falta de materia prima para la exportación.
La Argentina es el quinto exportador mundial de lácteos. La demanda externa va a crecer en el orden del 2 % en los próximos años y la oferta láctea, se cree, que aumentará un 1 %. Esto significa muchas oportunidades de ganar espacios.
El sector de los quesos sería el más complicado en este momento. Tributa un 10 % de retenciones contra el 15 % que paga la leche en polvo, otro de los productos exportables argentinos.
Pero los analistas coinciden en que los queseros sintieron más el impacto del aumento y ahora esperan con cierta ansiedad un cambio en este sentido. De hecho en el aumento de exportaciones registrado en los primeros cinco meses de este año, los quesos tuvieron un comportamiento negativo del 10 %, que impidió un mejor promedio del sector para ese período.