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23 de abril de 2024
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Por Carlos Nasif
La vaca no es sólo negocio por la carne
14 de julio de 2006
La crisis de la carne, que ya tuvo derivaciones de toda índole, no es sólo un negocio por un corte específico del animal o por el precio que puede pagar el ama de casa en el mostrador. Hay muchos otros negocios interconectados que están jugando su propio partido.

Desde noviembre del año pasado, cuando comenzó la puja por el precio de la carne se debilitaron algunas vinculaciones internacionales, como con Rusia; se cerraron las exportaciones; se bajó el precio a la producción y se espera un paro agropecuario.

El desvelo del Gobierno fue siempre que el precio de la carne no actúe como un disparador del índice inflacionario.

Pero la vaca no es sólo negocio por la carne. Es cierto que es el principal, porque el 57 % de un animal se destina al consumo humano y esto genera más de 1000 millones de dólares por año en divisas y que los argentinos puedan consumir más de 60 kilos per capita por año.

La grasa, los huesos, el cuero, la sangre y hasta los cálculos biliares son utilizados en diferentes industrias y con gran participación en su etapa de producción al punto de ser un negocio millonario.

Son infinidad de productos que consumimos o utilizamos a diarios y que tal vez ni sabemos que la vaca tiene su parte. Galletitas, jabones, medicamentos, prendas de cuero, cosméticos, pinceles, alimentos para animales, fertilizantes o productos para la salud son algunas de las posibilidades de uso de los productos de origen bovino.

Por ello se mencionó en “voz baja” que hay preocupación en la industria de las galletitas por la caída en la faena, debido a las restricciones en las exportaciones.

El informe de Ciccra de Junio último reveló que en abril se produjo el menor nivel de faena de hacienda desde 1990. Este dato aporta un elemento que las alimenticias están poniendo en alerta y es la falta y aumento en los costos de producción ya que las galletitas llevan grasas bovina entre sus ingredientes.

Y con este argumento se llevaría al Gobierno un pedido de aumento de precios para esos productos. A esto se suma la presión de países como Rusia o Israel para permitir las exportaciones de carne, necesitados de cubrir sus mercados internos. Todas presiones que están llegan a Balcarce 50.

Inclusive, aunque pasó inadvertido, hasta en Alemania produjo serios inconvenientes las limitaciones a las exportaciones y esto generó enojos en el gobierno germano. En ese país la carne argentina es un toque de distinción y a ese destino se envía la mayor parte de la Cuota Hilton, que como todos sabemos es producto de alta calidad.

Estas acciones “colaterales” que pueden devenir de estas crisis de la carne se suman a las propias generadas por los ganaderos y que está movilizando al Secretario de Comercio, Guillermo Moreno, de un lado a otro.

También el negocio de la menudencia es valioso para la industria cárnica y se vería afectado con índices de faena en retroceso.

La mayor parte de las menudencias se exporta y los volúmenes han ido en crecimiento, en base a una mayor demanda de los países asiáticos.

La bilis, las glándulas y los cálculos biliares son utilizados en la industria farmacéutica; la sangre en otros productos de la salud; también los huesos en alimentos para animales no rumiantes o en fertilizantes, todo un mundo que permite utilizar prácticamente el 100 % del animal.

Y esto también juega a la hora de medir cada decisión sobre el tema exportaciones. Sólo por menudencias estamos hablando de 100 millones de dólares por año, según datos de la Secretaría de Agricultura. Es decir, la mitad del valor de la Hilton y mucho más que varias economías regionales.

A todo esto, es reconocida mundialmente la calidad de los cueros y la importancia que tiene para la fabricación de prendas. Del pelo se extrae las mechas para fabricar pinceles.

Pero el tema de los cueros en particular, por diferentes circunstancias, es un tan importante que hasta merece una columna propia.

Detrás de la vaca se encolumna varias oportunidades para sacarle el jugo comercial. Sea por cuestiones sanitarias o de índole económica siempre está en agenda del Gobierno y de ejecutivos. Es un sello demasiado fuerte y representativo del país, que hasta podría tener su propia denominación de origen.