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Por Carlos Nasif
La biotecnología y una nueva encrucijada
24 de enero de 2007
Ya nadie discute los beneficios que aporta la biotecnología como ciencia. En la agricultura ha sido vital para la expansión de fronteras agrícolas; en la salud comienza a contribuir con la calidad de vida de miles de personas.

Inclusive los europeos, los más reacios excépticos a aceptar el uso de esta tecnología, están aumentando año tras año su producción transgénica y la apertura para la importación de productos de ese origen es cada vez más flexible.

Los Estados Unidos fueron los pioneros en el desarrollo de la biotecnología y hoy son los principales productores de cultivos transgénicos, con poco más de 50 millones de hectáreas sembradas con OGM (productos genéticamente modificado) sobre un total de 100 millones de hectáreas en todo el mundo. La Argentina, que cuenta con cultivos transgénicos desde 1996, ocupa el segundo lugar con 17 millones de hectáreas sembradas en la última campaña, mientras que Europa apenas si implantó 180.000, de las cuales España es el principal sostén de esta agricultura.

Pero debido a las actuales condiciones mundiales: escasez de agua; tierras menos fértiles; aumento demográfico y demanda de energías alternativas, la biotecnología e imprescindible para cubrir todas las demandas existentes.

Son innumerables la cantidad de cultivos que ya fueron beneficiados con la introducción de genes que mejoraron su calidad y contribución como alimento.

Podemos citar entre los últimos: huevos transgénicos que producen proteínas contra el cáncer; batatas dulces con alto contenido de vitamina A; producción de insulina transgénica idéntica a la comercializada actualmente o el reconocido arroz dorado, con alto contenido de vitamina A. En Argentina es conocido el trabajo con animales para la producción de leche con valores medicinales.

Además, el uso de la biotecnología ha permitido llegar a cultivar tierras que antes eran destinadas a producciones márginales, de escaso valor, con el desarrollo de variedades resistentes a determinadas plagas, a sequías o a productos que controlan malezas o enfermedades.

Esto le dio valor agregado a muchos campos que eran considerados improductivos; le dio esperanzas a muchos países castigados por la hambruna y ausencia de tierras fértiles, y abrió el camino hacia una nueva agricultura.

Pero ahora comenzó otra batalla que tendrán que librar los transgénico. Resulta que el auge por los biocombustibles está en pleno ascenso, más aún después del aumento incesante del petróleo y las limitaciones que este commoditie dispone.

Inesperadamente desde el año pasado la demanda por cultivos oleaginosos que puedan ser utilizados para la producción de biocombustible aumentó incesantemente y no parece tener límites. La soja, el maíz, la caña de azúcar y, en menor medida, la colza, son los más buscados.

Ya para este año se anunció que los Estados Unidos requieren de 3,2 millones más de hectáreas sembradas con maíz para cubrir la demanda de bioenergía. Tanto España como Brasil tienen planes para exigir el uso de biocombustibles en todo tipo de transporte.

España obligará este año a que el 2 % del combustible utilizado sea de origen vegetal y para el 2010 ese porcentaje aumenta al 10 %. En el caso del Brasil desde el año próximo también exigirá el 2 % obligatorio.

La importancia de los biocombustibles está es ascenso. Como dato ilustrativo sirve el caso de un piloto francés que está compitiendo en el exigente rally París Dakar con una moto impulsada en su totalidad por este tipo de combustible. Es la primera vez en la historia de la competencia que sucede algo así.

Y como para ampliar aún más la importancia de la agricultura en la vida del hombre y el uso de biotecnolgía su motocicleta lleva guardabarros fabricados con almidón de maíz; el motor utiliza lubricantes de aceite de colza y el asiento está fabricado con fibras vegetales.

Sin embargo hay preocupación. China, por ahora, ha dejado de lado la opción del combustible de origen vegetal. Temen que las cosechas no sean suficientes para cubrir la demanda alimentaria de su pueblo y la del combustible.

Este es el debate ahora: esta el mundo del campo en condiciones de proveer materia prima para cubrir todas las necesidades. Pueden terminar estos commodities en el mismo camino del petróleo, con precios exorbitantes, al punto de hacer poderosos a los países que lo producen y hasta hacerlos parecer débiles a quienes no cuentan con tantas reservas.

La biotecnología tiene respuestas a esos interrogantes, porque es la ciencia que ha podido demostrar en la última década que es capaz de aumentar la producción y mejorar la calidad de los cultivos. Hasta el momento está más orientada a mejorar la agricultura y es poco lo que se ha avanzado en ganadería. Aún tiene muchos desafíos por delante.