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24 de abril de 2024
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Por Carlos Nasif
El comercio agrícola en su mayor encrucijada
14 de septiembre de 2007
Mientras el mercado interno del comercio agropecuario se debate por las intervenciones del Secretario de Comercio, Guillermo Moreno, en la Organización Mundial de Comercio se juega la última oportunidad del año de avanzar en un acuerdo mundial sobre este sensible tema.

Son muy pocas las posibilidades de llegar a un consenso entre los países más poderosos y los en vía de desarrollo. Esto es por muchos motivos. Las aspiraciones de las naciones más pobres, la gran mayoría productora de alimentos, de que Europa, los Estados Unidos y Japón reduzcan los subsidios millonarios que aplican chocan con las declaraciones de presidentes, como el de Francia, Nicolás Sarkozy, que se ha pronunciado a favor de fortalecer las políticas de apoyo a sus productores.

Hay un plan, en el que se estuvo trabajando y que no fue llevado a Ginebra porque aún no hay consenso en la región. Pero que, en definitiva, es lo se piensan sobre los subsidios de los países desarrollados.

Se pretende que para el 2010 se reduzca hasta un 50 % los compromisos de subsidios a las exportaciones y que para el 2013 se eliminen. Asimismo se busca que la Unión Europea reduzca sus ayudas a los productores hasta un 85 %; que Japón lo haga hasta casi un 80 % y Estados Unidos hasta un 73 por ciento.

Pero la respuesta que seguramente se tendrá a esta propuesta la adelantó Sarkozy en una exposición ganadera en Rennes al señalar: “Para que esperar al 2013 para modificar la Política Agropecuaria Comunitaria, hagámosla en 2008 con un proyecto ambicioso de preferencia comunitaria”.

La lucha por los alimentos está entrando en un terreno pantanoso, especialmente en un año en que los stocks mundial de grano ha mostrado la primera señal amarilla de alarma. La relación aumento de habitantes-producción de alimentos se aleja cada vez más y los primeros síntomas comienzan a sentirse. A esto se suma el preocupante índice de tierras productivas en el mundo: sólo un 11 % del planeta está en condiciones de ser cultivado en forma óptima y un progresivo avance de la desertización.

Los valores de los commodities agropecuarios trepan a niveles históricos y con la promesa de mantenerse por mucho tiempo. Se propone que la Unión Europea habilite 10 millones de hectáreas adicionales para sembrar trigo en el próximo invierno europeo por la escasez de este cereal clave y en la puja por el uso de los granos, especialmente los oleaginosos, ahora se intromete la producción de energía.

El mismo mercado interno siente los cimbronazos del comercio mundial agropecuario. Desde el Gobierno llegan a aplicar fórmulas pocas veces usadas para contener los precios de los principales cultivos, productos cárnicos o lácteos para que el precio al consumidor no tenga bruscas oscilaciones.

La puja interna está en momento álgido, porque se reclama políticas para producir más y así volcar tanto al mercado interno como a la exportación el mayor potencial que tiene la Argentina: la industria agroalimentaria. Los temores por un potencial crecimiento inflacionario tiene neutralizado y temerosos a quienes puedan aplicar esas medidas para crecer productivamente. Así, el ida y vuelta no se resuelva y terminan sacrificados los eslabones más débiles de la cadena: el consumidor y el productor de la materia prima.

El debate no es sólo argentino. El tironeo por los alimentos es tan importante como las preocupaciones por el medio ambiente, por la provisión de agua dulce o por el avance de la desertización.