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26 de abril de 2024
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Por Carlos Nasif
El campo también tiene su cierre político
16 de junio de 2009
La semana próxima los lecheros harán una nueva protesta. Reclaman que el precio de la materia prima se ubique en un piso de 1 peso el litro. Hoy, en el mejor de los casos, no llega a 80 centavos.

Para el sector rural, acostumbrado ya desde hace un año y medio a las protesta, será una nueva medida para saber hasta dónde es escuchado. Que los tamberos no pueden más es muy claro, pero también es contundente que la fecha elegida para un paro es clave políticamente, por la proximidad de las elecciones nacionales a legisladores.

El sector tambero viene quebrado desde hace mucho tiempo, con valores en su materia prima que no cubren los gastos de producción, a pesar de estar vigente un subsidio de 10 centavos por litro para los pequeños y medianos productores. Cientos de establecimientos han cerrado o reconvertidos a agricultura.

El análisis de los productores es que el valor que tiene la leche en el tambo no tiene relación con la que paga el consumidor. Hoy se paga hasta tres veces el litro leche de líquida y hasta cuatro en quesos.

Todo este contexto se da, además, en un año signado por la sequía, con escasez de alimentos y en la puerta del invierno. Todo este cóctel derivará en que llegada la mejor época del año para el tambo, después de la primavera, una nueva oleada de tambos habrá cerrado sus puertas.

Las posibilidades de un debilitamiento en la cadena láctea no es sólo un problema productivo, que hasta podría resolverse con importación. El sector es empleador de mano de obra intensiva, aún cuando se ha automatizado bastante el ordeño.

La cientos de pequeñas fábricas del interior, que elaboran quesos y especialidades; los empleados de tambos; la cadena productiva, sanitaria y de alimentación; la distribución, son algunos de los ejemplos de lo que significa para tres provincias, Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires, una mayor caída de la lechería.

La industria láctea está concentrada mayormente en dos empresas. Una sostenida por el Gobierno de Venezuela y la otra por una firma francesa que la quiere adquirir en su totalidad.

Esto es una de las principales debilidades del sector, que no ha encontrado un mercado amplio donde comercializar el producto y se encontró con un efecto embudo, que ahora llega a un extremo terminal.

En ese manejo discriminatorio por décadas de la industria lechera está la mayor falla de los productores, al no saber plantear en todos los años que vienen acumulando de crisis un sistema que le de un reaseguro de precio a la materia prima, como puede ocurrir con los cultivos o la hacienda en los mercados.

Paradójicamente, una de las protestas que plantean los lecheros es enviar hacienda de esa raza al Mercado de Liniers, donde comenzarán un inevitable camino del sacrificio.

Hoy ser tambero es una profesión de riesgo. El poco tiempo que queda para cambiar el rumbo conocida no da margen para ningún error. Sin embargo, hoy también los productores son poco proclives a tener esperanzas, más cuando escuchan que el secretario de Agricultura dice que no hay crisis ganadera.