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25 de abril de 2024
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Por José Calero
Una de las últimas chances de volver al diálogo
6 de junio de 2008
En medio de la disputa más seria de los últimos años, el campo decidió apostar de nuevo a la aparición de un canal de diálogo con el Gobierno y a una dudosa --por su efectividad-- intervención del Defensor del Pueblo de la Nación, con la expectativa de destrabar un conflicto que lleva tres meses y ya provocó desabastecimiento.

Este lunes, a las 15, todos los sectores involucrados en el conflicto fueron convocados por el ombudsman Eduardo Mondino, quien hizo lugar al pedido de las entidades poniendo como condición el levantamiento de las medidas de fuerza, aunque ya
está claro que el Gobierno pegará el "faltazo", porque considera que el campo no es su contraparte.

Igual, la convocatoria al diálogo realizada por la Iglesia y otros sectores fue clave para que las entidades del agro resolvieran concluir la protesta a las cero hora del lunes.

La Iglesia reclamó con contundencia "un gesto de grandeza" a las partes, justamente lo que más falta en la desconocida Argentina de estas horas.

Es que hasta la aparición de esa convocatoria, lejos de haber un llamado genuino al diálogo y la calma, todos los sectores involucrados en el conflicto, con la presidenta Cristina Kirchner a la cabeza, parecían decididos a dejar que la pelea llegara al
extremo.

Eso había provocado que hubiese argentinos peleándose en las rutas a las trompadas y amenazándose con palos, en un escenario inimaginable hace seis meses, cuando la jefa de Estado asumió al frente del Poder Ejecutivo en plena bonanza económica.

Desde aquí se alertó la semana pasada que esta disputa iba "camino al Apocalipsis" si no había un contundente y honesto llamado al diálogo.

La gran duda es si alcanzará con este llamado realizado por el ombudsman, que no parece haber caído en la gracia del matrimonio presidencial.

Para la Casa Rosada, más que nunca con el ex presidente Néstor Kirchner manejando el centro de la escena, debe haber una "derrota total y sin condiciones por parte del campo", porque considera intolerable la dura protesta impulsada por las entidades.

Al menos así se lo repitió hasta el cansancio en los últimos días a la gran cantidad de dirigentes que desfilaron ante la sede del Partido Justicialista encabezada por el ex jefe de Estado.

Para los Kirchner, lo que se pelea en este conflicto es mucho más que una medida puntual en materia agropecuaria, como las retenciones móviles.

Según el ideario presidencial, está en juego si se puede avanzar o no con un modelo de país diametralmente opuesto al que se edificó en los 90, donde la redistribución del ingreso sea una política de Estado.

Además, el matrimonio presidencial piensa que detrás de la protesta agraria hay un claro intento de testear a la opinión pública para avanzar con lo que algunos dirigentes cercanos al Gobierno imaginan como un "golpe civil".

Incluso, algunos pensadores oficialistas de larga militancia como Julio Godio, refrescaron a los contactos ideológicos existentes entre el Partido Comunista Revolucionario (PCR) y "altos dirigentes de la Federación Agraria Argentina".

Ya el diputado nacional Carlos Kunkel, otra especie de alter ego de Néstor Kirchner, había recordado el pasado de Alfredo De Angeli, el chacarero entrerriano, como militante del PCR, y hasta reprochado que ese partido, según él, "en los 70 apoyó a José López Rega", fundador de la terrible Tiple A.

Así, en un conflicto en el cual todo se empieza a mezclar, queda poco espacio para el surgimiento de voces que busquen encarrilar la negociación.

Del lado del campo, el cuadro de situación que se vive también es similar, pero tiene un claro matiz diferenciador.

Mientras en el Gobierno la radicalización parece venir desde lo más alto hacia las bases, del lado del campo es a la inversa.

Es que mientras al menos dos dirigentes de la Mesa de Enlace Agropecuaria impulsaban una vía de diálogo para tratar de hallar una salida al conflicto, las bases agropecuarias, sobre todo en Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba y Provincia de Buenos Aires, se mostraban cada vez más proclives a endurecer sus posturas.

Los dirigentes también lo sienten así, y en esa línea debe leerse una llamativa declaración realizada por Eduardo Buzzi, de la Federación Agraria.

"Mario Llambías (CRA) y yo somos los dirigentes que más hemos puesto el cuerpo en este conflicto", dijo Buzzi, en lo que sonó a reproche a los otros dirigentes de la Mesa, Luciano Miguens (Sociedad Rural) y Fernando Gioino (Coninagro).

Aludía con claridad a la presión que vienen soportando desde el Gobierno Nacional, con discursos cada vez más fuertes, pero también de las bases del agro, que reclaman endurecer el conflicto.

Así las cosas, y con un Gobierno que ya aclaró que no admitirá mediadores porque su poder emerge del "voto popular" y eso, sostienen en la Casa Rosada, le basta para adoptar las medidas que sean necesarias con el campo y cualquier otro sector, la Argentina sigue cerca de perder otra oportunidad histórica.