'Mojada de oreja' en el corazón de Wall Street - Asteriscos.Tv
Noticias actualizadas las 24 horas Información clave para decidir
19 de abril de 2024
Seguinos en
Por José Calero
'Mojada de oreja' en el corazón de Wall Street
28 de septiembre de 2008
La presidenta Cristina Kirchner aprovechó como nunca el peor momento del sistema financiero de los Estados Unidos desde el crack del 30, para pasarle factura a banqueros e inversores por haber torpedeado el modelo económico del kirchnerismo durante estos años.

"Los que necesitan Plan B son ustedes, nuestro Plan A marcha muy bien", jugó con las palabras la Presidenta en el escenario de lujo que le preparó su amiga Susan Segal, la jefa del Consejo de las Américas que no duda en admitir su admiración por Cristina cada vez que puede.

Pero lo que dejó más preocupados a los hombres de negocios no fueron las ironías de la Presidenta argentina, que al fin de cuentas las tiene merecida la ambición y especulación desmedida de Wall Street.

Lo que inquietó a los dueños del dinero fue la certeza de que el gobierno argentino adoptó una decisión política que les costará millones de dólares: ante ellos, la Presidenta legitimó los polémicos datos que el INDEC viene difundiendo, y que a todas luces subestiman la inflación.

Cristina no se animó a tocar el tema inflación durante su segura exposición ante los hombres de negocio, y mucho menos la del INDEC, y se mostró cómoda en el rol que más le gusta jugar en sus discursos, casi dando cátedra sobre las bondades del modelo argentino, al que considera un "ejemplo" para el mundo.

Pero la primera pregunta que recibió de su auditorio apuntó al corazón de uno de los mayores problemas de la economía argentina: la inflación y la manipulación de los indicadores por parte del INDEC.

Allí Cristina no hizo autocrítica alguna, al contrario, defendió los números del INDEC y, de alguna manera, al polémico secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, el hombre que maneja el organismo desde el año pasado, cuando fue prácticamente
desguazado con todos sus ténicos de nivel echados o puestos en el ´freezer´.

La Presidenta incluso dijo que los datos del INDEC eran "verificables" y acomodó otra vez la realidad a las necesidades políticas, al asegurar que la mayoría de las consultoras privadas coincidía con los indicadores del organismo oficial.

La Presidenta no mintió, sino que dio una visión parcial de la realidad. Es cierto que la mayoría de las consultoras coinciden con el INDEC, pero lo hacen cuando contestan el relevamiento que periódicamente realiza el Banco Central.

En el REM las consultoras responden cuál creen que será el índice de costo de vida que difundirá el INDEC, y por eso sus números son coincidentes.

Distinta es la situación cuando los mismos consultores brindan sus estimaciones a sus clientes o a la prensa, donde informan un costo de vida que triplica al oficial, pero sobre eso Cristina no habló.

La decisión política adoptada por el gobierno no sólo es justificada desde la Casa Rosada por la enorme cantidad de plata que el Tesoro argentino deja de desembolsar en intereses de la deuda, sino también porque existe la convicción de que en los próximos meses, producto de la desaceleración económica, la inflación oficial y la real tenderán a coincidir.

Además, en el mercado es un secreto a voces que la Casa Rosada recibió asesoramiento judicial sobre el riesgo que un blanqueo drástico de las cifras del INDEC podía provocar.

Existe el convencimiento de que al menos dos estudios jurídicos de gran envergadura fueron sondeados por bonistas para preparar un megajuicio contra la Argentina por el perjuicio provocado por la manipulación de las cifras.

Por eso, la decisión política fue ´bancar a muerte´ a los técnicos del INDEC y a Moreno, en esta nueva pulseada con los mercados.

"Invito a cualquiera de los señores empresarios que tenga su equipo a que lo envíen al INDEC para que les expliquen cómo lo están haciendo, sin temores y sin tabúes, porque son índices verificables", dijo Cristina ante las miradas incrédulas de los
financistas que la escuchaban en Nueva York.

El INDEC anunció hace dos semanas que la inflación de agosto había alcanzado el 0,5 por ciento, acumulando 5,5 puntos en lo que va del año.

La consultora del ex presidente del Banco Central Aldo Pignanelli, un hombre que no puede tildarse de opositor rabioso del modelo, hizo su propio estudio y le dio un costo de vida del 18 por ciento para cuando concluya el 2008, y en la misma línea
o más arriba opinan el resto de los especialistas privados.

La defensa del INDEC no fue la única sorpresa que se llevaron los hombres de negocios.

Cayó mal entre los hombres de empresa, en especial los industriales locales, que la Presidenta les haya echado toda la culpa por la inflación.

"La no mención del tema no fue porque no consideráramos la inflación hoy en la Argentina un problema", admitió Cristina, y disparó: "Supongamos que lo fuera: no se lo podemos achacar al Estado, deberíamos conversarla con los empresarios, formadores de precios".

Sorprendidos, algunos empresarios se preguntaban si Cristina no debería haber mencionado también otras variables que están en juego en la problemática de la disparada de precios.

Como ejemplo, enumeraron el aumento de costos que está dejando casi sin rentabilidad a la industria, la falta de reglas de juego claras, la presión tributaria, los incentivos para que ciertos sindicatos de peso hagan reclamos salariales estratosféricos, como el 65 por ciento que está pidiendo SMATA (automotrices), el
regreso del aluvión importador en rubros clave como el textil y el calzado, y la ausencia casi de crédito en el país.