El triunfo de Barack Obama, tal vez el fenómeno más impactante de la política norteamericana desde la irrupción de John F. Kennedy en los 60, plantea un desafío para los Estados Unidos, en una de las horas más críticas para la economía de la primera potencia mundial.

El joven senador demócrata de 47 añoos obtuvo una impactante victoria, al triunfar incluso en Estados de mayoría blanca tradicionalmente republicanos, que rehuyeron históricamente dar el voto al Partido Demócrata.

Dueño de una retórica que evolucionó en forma impactante en los últimos meses, ahora el desafío para el primer presidente afroamericano de la historia norteamericana es demostrar que es capaz de construir un liderazgo que le permita dar vuelta la historia de un país rumbo a la recesión.

Las dos guerras que afronta Estados Unidos -Irak y Afganistán- pero sobre todo el callejón sin salida en el que ingresó el país por la tozuda política de Bush, son parte de los mayores desafíos que afronta el designado presidente.

América Latina no puede esperar mucho de Obama. Al contrario, hasta es probable que aumente el proteccionismo de la política estadounidense en perjuicio de las economías emergentes.

Pero tal vez el mundo se convierta en un lugar mucho más racional, menos violento y más inclinado a ocuparse de los grandes problemas que representan el verdadero desafío de esta hora.