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Por José Calero
¿Podrá Débora ser piloto de tormenta?
30 de noviembre de 2008
La pujante Débora Giorgi desembarcó en el gabinete de Cristina Kirchner decidida a no ser una funcionaria más, y la Presidenta parece coincidir con las ambiciones de quien viene ocupando roles ejecutivos desde la fracasada Alianza.

Coincide su llegada con una jugada audaz del Gobierno para tratar de atenuar el impacto de la crisis: un blanqueo y moratoria impositiva con pocos antecedentes en el país, y que por ahora despierta más dudas que certezas.

Graduada con honores en la Universidad Católica, esta economista capaz de trabajar 16 horas seguidas, tendrá la dura tarea de poner en marcha las medidas destinadas a amortiguar el impacto de la crisis financiera internacional y reencauzar la
relación con el sector agropecuario, un objetivo que hasta ahora nadie del gobierno pudo lograr.

El arranque fue auspicioso, ya que sorprendió la masiva concurrencia empresaria al acto de asunción, y el hecho de que los integrantes de la Mesa de Enlace del Agro se hayan mostrado en primer fila, y con elogios a la funcionaria que, cual pac-man,
absorberá las áreas de Industria, Agricultura, Turismo e Inversiones.

Ambiciosa, con prepotencia de trabajo y sin dudas a la hora de limpiar del camino cualquier obstáculo, Giorgi ya delineó ante sus principales colaboradores las dos grandes metas de su gestión: lograr que la economía mantenga un crecimiento aceptable en el 2009, en torno del 4 por ciento, y limitar el mínimo el impacto de la crisis sobre el empleo.

Para Cristina, la incorporación de una cuarta integrante femenina en su gabinete (están también Nilda Garré en Defensa, Graciela Ocaña en Salud y Alicia Kirchner en Desarrollo Social), es motivo de orgullo de género.

La propia Presidenta cometió un error en el acto de jura de la flamante funcionaria, cuando la mencionó como ´ministro´, y de inmediato se corrigió: "´Ministra´ de Producción". Los gestos, como las acciones, son un elemento central del lenguaje político.

La primera tarea de Giorgi como ministra de la Producción será tender un canal de diálogo con el campo que ni el secretario de Agricultura, Carlos Cheppi, y mucho menos el hiperkirchnerista y combativo jefe de la ONCCA, Ricardo Echegaray, supieron o
quisieron concretar.

También deberá convencer a los hombres de la industria de que el Gobierno no los dejará solo en esta encrucijada, y que las medidas de protección que ya había empezado a insinuar el secretario Fernando Fraguío, se acentuarán en la etapa que se inicia.

En la segunda semana de diciembre la ministra de la Producción convoque a la Mesa de Enlace en pleno, y que lo hará con medidas concretas para el campo.

La primera señal que aguardan los hombres del campo es la reapertura de las exportaciones de carnes, lácteos, quesos y frutas, trabadas por orden del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, y que representan un negocio de unos 400
millones de dólares.

El funcionario, que no se lleva bien con casi nadie y suele hacer declaraciones despectivas hacia el género femenino, podría encontrar la horma de su zapato en la combativa Débora.

Giorgi desembarca en el gabinete no sólo con fuerte apoyo empresarial, sino también en el propio seno del gabinete, en especial a partir del volumen político que logró tejer en la provincia de Buenos Aires.

Sergio Massa, el jefe de Gabinete, es uno de los que ve con muy bueno ojos el desembarco, pero también Florencio Randazzo, ex ministro bonaerense y actual jefe de Interior, y el titular del BICE, Miguel Peirano, un hombre de muy buena llegada a Cristina, quien le anticipó que recrear la cartera de Producción y colocar allí a Giorgi sonaría a música en los oídos empresarios.

Así fue en el caso de los industriales de la UIA y los bonaerenses de la UIPBA -que venían trabajando codo a codo con Giorgi en distintas iniciativas productivas-, y lo mismo pasó en la Asociación Empresaria Argentina.

El sector empresario considera que volver a crear el Ministerio la Producción es una señal contundente del rumbo del Gobierno en este escenario complicado.

Cristina se lo dijo sin vueltas a los industriales en el encuentro realizado en Pilar y lo repitió ante los constructores en la Convención de la CAC.

"Vamos a cuidar el mercado interno y el empleo de los argentinos. Un trabajador también es un potencial consumidor, nunca olviden eso", le dijo a los hombres de empresa.

La decisión política está, pero la duda es si, en esta delicada coyuntura, alcanzará con la voluntad, porque el cuadro financiero para el 2009 es muy exigente para la Argentina.

El Gobierno echará mano de unos 11.000 millones de pesos que recibirá cash por la transferencia de fondos jubilatorios, y tendrá otros 60.000 millones en títulos públicos y acciones en una treintena de empresas.

Con esos fondos espera apuntalar el ambicioso plan de obras públicas que a mediados de diciembre la presidenta anunciará con bombos y platillos.

La partida está abierta: habrá que ver si el latiguillo que repite a diario la Presidenta se cumple y la Argentina logra convertir a esta crisis en una oportunidad.