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Por José Calero
El gobierno los corre con el dólar
29 de julio de 2006
Si hay algo claro de este gobierno es que le sobra firmeza a la hora de defender sus políticas, tanto en el escenario local como en el internacional.

La dureza de los funcionarios para negociar, amparados por el propio Néstor Kirchner, ya quedó demostrada en distintas instancias, y a veces parece pasarse de revoluciones.

Pero sorprendió a los empresarios en los últimos días el tono discursivo de la ministra Felisa Miceli, quien repitió en al menos dos oportunidades una frase que sonó a advertencia.

"Si el Banco Central no comprara dólares todos los días, podría estar quizás a 2,40, o a 2,20", reiteró la funcionaria en distintos foros.

Y se preguntó, como si hiciera falta, cómo podría ser competitiva la industria con ese valor tan bajo de la divisa.

El argumento de la ministra fue repetido por otros funcionarios de segunda línea, y también en contactos habituales que existen entre hombres del gobierno y los empresarios.

Muchos lo adjudican a que hay malestar en la Casa Rosada por la magnitud del paro del campo, y en algunos corrillos hasta se escuchó calificar de "ingrata" la posición de muchos sectores empresarios que se vieron beneficiados con este modelo económico de dólar alto y ahora protestan.

Hacia allí pareció apuntar Miceli cuando recordó que si el Central no comprara unos 1.000 millones de dólares mensuales, un ritmo que lo llevó cerca de los 26.300 millones en julio, la divisa estadounidense cotizaría muy por debajo de los 3,10 pesos.

¿Acaso el gobierno está buceando la posibilidad de dejar caer el dólar, como se lo recomiendan el Tesoro de Estados Unidos y el FMI?

Sin duda que no, esa posibilidad en ningún momento pasó por la cabeza de Kirchner, según aclaran desde su círculo cercano.

Es que el juego del dólar alto tiene dos caras complementarias, ya que no sólo permite a la industria mantener su competitividad y al campo exportar.

También posibilita, justamente por eso, que el gobierno pueda mantener un superávit elevado que le permita manejar con cierto desahogo la política macroeconómica.

O acaso el Fisco podría tener semejantes niveles de recaudación cobrando retenciones a un dólar de 2,40 pesos.

Con la divisa estadounidense en ese nivel, como arriegó Miceli, la Argentina caería otra vez en el déficit fiscal que terminó contribuyendo para debilitar los últimos modelos económicos en el país.

El modelo no cierra con dólar bajo, y habría que barajar y dar de nuevo.

Por eso, el tono de advertencia usado por Miceli conviene medirlo en otro eje discursivo.

El que está vinculado con las señales de apoyo que espera el gobierno del sector empresario, y que en el caso del campo no han llegado, por el tremendo malestar que existe entre los productores de base en provincias como Buenos Aires, La Pampa, Entre Ríos y Córdoba, por citar algunas.

El campo quiere dejar de soportar el peso de las retenciones, y por eso obra en consecuencia.

Sintonías por el gas.

En cambio, la sintonía entre el gobierno y los empresarios es total en el campo energético.

Por eso, los industriales salieron en tropel a respaldar la política aplicada por el gobierno de Kirchner en la negociación por el precio del gas que se le cobra a Chile.

"Era Chile o nosotros", se sinceró un hombre del sector energético que se anotó entre los primeros a la hora de aplaudir el aumento que cayó mal entre los chilenos.

Es que si la Argentina no hubiese trasladado casi totalmente a Chile la suba del precio del gas que aplicó Bolivia, varias industrias del interior podrían haber soportado el impacto del alza en sus costos.

Ahora, la relación con Chile está resentida, y sin dudas será otro elemento que tendrá en cuenta la administración de Michelle Bachelet a la hora de negociar con el Mercosur.

Segundo semestre calmo.

Con los precios en caja y la discusión salarial concluida tras la dura negociación que permitió elevarlo a 800 pesos, el escenario económico aparece allanado.

El panorama de vencimientos de deuda ya está cubierto hasta fin de año, por lo que Miceli se puede poner a pensar aún más en el mediano plazo, como le encargó Kirchner.

La idea del presidente es que la ministra y su núcleo duro de funcionarios de confianza se dedique a pensar cómo fortalacer el horizonte de inversiones para apuntalar el crecimiento.

El día a día en materia de precios lo atenderá Guillermo Moreno, quien esta semana fue nombrado formalmente secretario de Comercio Interior.

La ambiciosa agenda en la que está pensando Kirchner incluye una meta que es todo un desafío: el presidente quiere que en el 2007, el año de las elecciones, la Argentina sea capaz de repetir un crecimiento que para este 2006 se está enfocando hacia el 7,5 por ciento.

Significaría que durante cuatro años y medio de gestión kirchnerista, la Argentina fue capaz de crecer alrededor del 40 por ciento, un logro sin precedentes que dejaría un nombre patagónico escrito en la historia.