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26 de abril de 2024
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Por José Calero
El frente fiscal, prueba de fuego en el año electoral
5 de enero de 2009
La Argentina arranca el 2009 cuesta arriba en un mundo convulsionado por la crisis económica mundial, y obligada a dar señales inequívocas de que cuidará el frente fiscal, para evitar caer en un nuevo default capaz de complicar el escenario político en el año electoral.

Los 20.000 millones de dólares que deberá pagar el país este año, y que el ex presidente y virtual ministro de Economía, Néstor Kirchner, dice ya tener, serán sólo posibles de reunir a costa de un gran sacrificio y austeridad.

El problema es que ambas cualidades chocan de plano con un gobierno que estará obligado a hacer una fuerte campaña política para evitar una derrota legislativa que complique la segunda mitad del mandato de Cristina Kirchner.

La capacidad recaudatoria del Estado se deberá robustecer en un año donde la menor actividad económica -la mayoría de los especialistas no espera más de un 4 por ciento de crecimiento- resentirá las cuentas públicas.

El nombramiento de Ricardo Echegaray al frente de la AFIP refleja también la decisión del gobierno de Cristina Kirchner de blindar el ejercicio del poder reservando los puestos clave a los hombres que responde ciegamente al matrimonio presidencial.

Echegaray, un ´pingüino´ de pura cepa, responde a ese perfil, al igual que Guillermo Moreno, un hombre que si bien no provenía de la Patagonia supo ganarse la confianza de los Kirchner, mostrando un acatamiento sin fisuras, y algunas veces hasta
sobreactuado, a las directivas del poder.

Julio De Vido, desde el ministerio de Planificación, y Ricardo Jaime, desde la secretaría de Transporte, forman parte también del núcleo de hierro del gabinete económico encargado de ejecutar las directivas de un matrimonio desacostumbrado a que le digan que "no".

Carlos Fernández, con su bajo perfil permanente y su carencia de cualquier vedettismo, también es funcional al estilo que demanda este Gobierno.

El mayor desafío lo afrontará Echegaray, quien ya dio suficientes pruebas de lealtad tanto en la Aduana como en la ONCCA, y ahora tendrá que demostrar capacidad como recaudador.

Es que la crisis impactó sobre las ventas de fin de año y esto se tradujo en cifras inferiores en la recaudación de diciembre, que será conocida la semana próxima.

Los ingresos fiscales del último mes del 2008 orillaron los 23.800 millones de pesos, lo cual representará un avance sobre noviembre, pero a la mitad del ritmo que se venía manteniendo.

Este martes la Presidenta se reunirá con Echegaray para informar la recaudación de diciembre.

El nuevo recaudador deberá hacer malabares para poder mantener el ritmo de ingresos públicos en un escenario de contracción económica.

Por estas horas, la mayor preocupación de Echegaray pasa por el frente de recaudación por retenciones, que todo indica se desbarrancaron en diciembre por la fuerte caída en el precio de los commodities.

Con la certeza de que los ingresos públicos se resentirán, la gran duda de quienes toman decisiones en la Argentina es conocer si el gobierno estará dispuesto a enfriar el ritmo del gasto, en todo lo que no sea obras públicas, ya comprometidas por al menos unos 50.000 millones de pesos en el 2009.

El punto fuerte en materia fiscal para el Ejecutivo pasará por la disponibilidad de fondos frescos que tiene la ANSeS tras la estatización del sistema jubilatorio, por lo que allí desempeñará un rol clave su titular, Amado Boudou.

En materia de consumo, la buena noticia es que varios bancos, como el Credicoop, ya tienen disponible el plan de créditos para la compra de autos cero kilómetro, con el cual se espera reanimar un mercado clave que fue un puntal de la economía kirchnerista de los últimos cinco años.

A esto se suman las fichas que el Gobierno tiene puestas en un blanqueo de capitales que trajo más polémicas que certezas.

¿Por qué habrían de traer sus capitales al país los mismos argentinos que se lo llevaron por desconfianza, si las condiciones objetivas no sólo no mejoraron, sino que empeoraron?, se preguntan lo críticos de esta medida.

Daniel Scioli, un dirigente acostumbrado a hacer equilibrio, también quiere impulsar su propio blanqueo en la provincia de Buenos Aires.

De algo no hay duda: la Argentina necesita inversiones y el retorno de miles de millones de dólares depositados en el exterior daría el oxígeno necesario.

El gran interrogante es el siguiente: ¿si esos capitales no retornaron con un mundo que aún no había entrado en crisis, habrá margen ahora para que lleguen en un escenario internacional al borde del precipicio?

Desde el mundo empresario también esperan señales oficiales sobre el rumbo que se le quiere dar al dólar.

Hay muchas quejas industriales por la pérdida de competitividad cambiaria ante Brasil y otros países de la región.

El sector privado quiere un dólar que como mínimo cotice a 4 pesos, pero esa jugada puede disparar una carrera inflacionaria que otra vez ponga al país al borde de la crisis, por una disparada de precios que llevaría agua al molino de la oposición
en el año electoral.