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Por José Calero
Un 28-J pensando en el 2011
14 de mayo de 2009
La Argentina tiene múltiples urgencias que atender en esta hora de crisis, pero ni el oficialismo ni la oposición parecen haberse percatado con claridad del cuadro de situación, y están lanzados con desenfreno a una carrera electoral cuyo casi único objetivo es hacer un buen papel el 28 de junio con la mira puesta en llegar a la Casa Rosada en el 2011.

La guerra de encuestas, la descalificación del adversario, las ´operaciones´ y las amenazas de ´carpetazos´ revelan qué poco cambió en la política argentina, a pesar de que el país le ´vio los ojos al diablo´ en aquellos días de derrumbe de diciembre de
2001.

Hasta ahora poco han explicado, oficialismo y oposición, sobre cómo se hará para mejorar la seguridad, poner en caja a la inflación disimulada por el INDEC, evitar la pérdida de empleos ocultada por el Gobierno y, curiosamente, también por la mayoría
de los sindicatos, mejorar la educación y crear un modelo de país donde todos los sectores estén contemplados, desde los marginados de siempre hasta los dueños de los medios de producción, incluido el agro.

El electorado asiste a un espectáculo de baja calidad donde los candidatos no disimulan que obtener el favor del voto el último domingo de junio es sólo un escalón, apenas un peldaño en un objetivo de máxima, que es la preservación o la conquista del poder.

No ha explicado la oposición qué va a hacer con la supuesta mayoría que obtendrá en el Congreso a partir de diciembre próximo.

El kirchnerismo, con un incansable Néstor Kirchner a la cabeza, sabe que si no obtiene un resultado aceptable en los comicios deberá penar dos años y medio con la ferocidad de los gobernadores e intendentes peronistas, en cuya genética está la lucha
permanente por el poder.

El caso de la oposición es más viscoso: la alianza entre el macrismo, los peronistas que se quedaron afuera del kirchnerismo y el empresario Francisco De Narváez, cuya estructuración ideológica aún está en formación, batalla a costa de millones de pesos en las turbulentas aguas de la provincia de Buenos Aires y está segura de ganar por amplia diferencia en Capital, pero su inserción en el resto del país es todavía un enigma.

La nueva alianza entre Lilita Carrió y el radicalismo no logra hacer pie, porque está demasiado fresco en la memoria el fracaso estrepitoso, con varias muertes incluidas, de aquella otra entente entre la UCR y el Frepaso, el experimento político que peor
concluyó en la joven Democracia argentina.

La provincia de Buenos Aires será el distrito donde se librará la disputa más fuerte el 28 de junio y, a dos semanas del voto, aún no existen certezas definitivas sobre el resultado final.

Una consultora que trabaja para el Gobierno desde hace años, y cuyos resultados no se hacen públicos, le acercó hace unos días su último sondeo a la Casa Rosada: hasta ahora, la lista encabezada por Kirchner y Scioli le lleva 5 puntos de ventaja a la dupla De Narváez-Solá, con 12 por ciento de indecisos.

Los números no le gustaron al oficialismo y, en especial, al irascible ex presidente, pero igual hay convencimiento en la Rosada de que el 28 de junio se ganará la provincia, porque el conurbano bonaerense volverá a aportarle a Kirchner, aunque con
menos entusiasmo, los votos que lo hicieron presidente en el 2003.

El problema para el Gobierno es el margen de ese triunfo y si, como se espera, el interior bonaerense refleja el malhumor social provocado por la pelea con el campo, tal vez el conflicto más absurdo que haya generado este gobierno, y que puso en jaque el crecimiento que venía exhibiendo el país desde el 2003.

En marzo del 2008, cuando se intentó cambiar el esquema de derechos de exportación -a la presidenta no le gusta que se los llame retenciones- la Argentina ingresó en una espiral descendente porque el campo -aunque el Gobierno no lo entienda por prejuicio
ideológico- es uno de los motores de la economía nacional, que impulsa casi todos los sectores: el comercio, los servicios y la industria.

Desde el lado de De Narváez y su billetera interminable, todavía hay esperanza de dar un batacazo sobre el final, y se considera que la causa por la efedrina impulsada por el juez Faggionatto Márquez y los reclamos de Kirchner para que el ex dueño-heredero de Casa Tía se presente a declarar, le terminaron haciendo un favor al "Colorado".

Es que el kirchnerismo expuso así que el verdadero contrincante en la batalla electoral es De Narváez, y dejó casi afuera de la contienda a las huestes lideradas por Margarita Stolbizer y Ricardo Alfonsín, que según casi todos los sondeos, dejaron de crecer en las dos últimas semanas.

Lo dice el manual de la política: cuando entra al cuarto oscuro, el elector indeciso apuesta al "voto útil", y esto podría terminar favoreciendo al "hombre del tatuaje".

La demoledora foto de Julio Cobos, el vicepresidente y político de mejor imagen en la Argentina, recibiendo con indisimulada simpatía a De Narváez en su despacho del Senado, conmocionó también al panradicalismo.

Una cada vez más errática Lilita Carrió pasó de elogiar a Cobos a defenestrarlo, para luego sugerir que tras el supuesto ´triunfo´ del 28 de junio lo terminaría invitando a "comer pizza" en una de las villas que viene recorriendo en el conurbano.

Se la ve extraña e incómoda a Lilita: había prometido no hacer más ´predicciones´ y el viernes volvió con su discurso de vaticinios piantavotos, a los cuales sumó una frase desgraciada cuando dijo que a Stolbizer le iría bien pero aclaró: "Claro que
el problema es que yo no voy en la boleta". Personalismo en su máxima expresión.

El panorama en la ciudad de Buenos Aires brinda tranquilidad a los "PRO", a pesar de que Mauricio Macri sigue teniendo muchos problemas para avanzar con la gestión, lo único que le podría dar una chance de ser presidenciable en el 2011.

Gabriela Michetti consolida su ventaja en la Ciudad, y le sacaría 15 puntos de ventaja al inexperto Alfonso Prat-Gay, cuyo desconocimiento entre la población y su pasado como funcionario kirchnerista en el Banco Central lo perjudican.

Carlos Heller, el hombre elegido por Kirchner en Capital, deberá lidiar mucho para entrar tercero, porque el cineasta Pino Solanas se convirtió, a fuerza de coherencia de ideas, en un duro rival que le disputa ese lugar.

Lo de Aníbal Ibarra no merece mayor análisis: está a punto de quedarse afuera, porque más allá de sus desaciertos del pasado, la sociedad parece decidida a brindarle un escarmiento por el papelón realizado en televisión abierta cuando quedó más que claro que había montado una escena para simular popularidad, dejando al desnudo lo más bajo de la política.

El interior del país desvela también a oficialistas y opositores: Santa Fe muestra una encarnizada disputa entre el socialismo y Carlos Reutemann, con final más abierto que nunca.

Rubén Giustinianni comenzó a crecer fuerte en las últimas semanas, a costa de las peleas en el peronismo, y una última encuesta lo ubica 5 puntos por encima del Lole, que en caso de caer derrotado quedará más lejos de la discusión presidencial.

"Si gano aunque sea por un voto, me presentaré como candidato a presidente", dijo el ex corredor de Fórmula 1, pero todo indica que deberá trabajar mucho para conseguirlo.

El "Lole" también buscó desmarcarse definitivamente de Kirchner, al explicar que el momento de ruptura con el gobierno fue la pelea con el campo, un sector medular para la economía de Santa Fe.

En Córdoba, a dos semanas de los comicios las encuestas muestran ganador al verborrágico Luis Juez, a quien Juan Schiaretti le arrebató por poco y en medio de la polémica la gobernación en el 2007, mientras que en segundo puesto aparece el
candidato del oficialismo no kirchnerista y ex Defensor del Pueblo, Eduardo Mondino, y tercero el radical Ramón Mestre.

En Mendoza, donde hubo algunos episodios de violencia política en las últimas horas cuando militantes del radicalismo fueron agredidos, Cobos necesita que sus candidatos ganen, para tener él mismo chances de buscar la presidencia en el 2011.

En Entre Ríos, cuna de la protesta contra la papelera Botnia, el kirchnerismo está confiado en obtener un triunfo sin sobresaltos.

A dos semanas de las elecciones, está claro que habrá una larga noche el 28 de junio, porque las lecturas sobre los resultados serán múltiples y contradictorias, ya que cada sector político tratará de destacar el distrito donde cosechó más votos para no
aparecer derrotado.

El problema es si después de esa elección los problemas siguen siendo los mismos, con un Estado impotente para garantizar la seguridad de los ciudadanos, una Justicia poco inclinada a separar de la sociedad a los delincuentes, una inflación oculta que
carcome los bolsillos de los consumidores, una producción agropecuaria en la picota y una oposición carente de ideas y capacidad de construcción política para ofrecer alternativas.

Tal vez, más allá de los votos que canten las urnas, lo más sano que le podría pasar a la Argentina es dejar de simular que todo está bien y de sobreactuar que todo está mal.