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Por José Calero
Kirchner también tiene su "blindaje"
11 de agosto de 2006
Si bien nunca utilizaría el término, porque quedó desacreditado tras el colapso del 2001, el presidente Néstor Kirchner también quiere echar mano a su propio "blindaje" financiero para sostener el crecimiento de la economía.

El ex presidente Fernando de la Rúa se entusiasmó con la idea de un blindaje para la economía pocos meses antes de que su gobierno terminara en forma abrupta y dejara otra vez la triste imagen de un mandatario retirado en helicóptero desde el techo mismo de la Casa Rosada.

De la Rúa aludió en aquella oportunidad a unos 40.000 millones de dólares que, supuestamente, llegarían a la Argentina para darle protección ante descalabros internos y una coyuntura internacional adversa, pero nunca tuvieron el efecto esperado y parte de esa plata ni siquiera arribó.

Ahora, la situación cambió, y el blindaje al que echa manos Kirchner aparece más genuino.

La coraza principal se asienta en reservas que ya superan los 27.000 millones de dólares y que para fin de año rondarán los 30.000 millones.

"En menos de un año recuperamos las reservas utilizadas para pagarle al Fondo", machacó esta semana Kirchner.

El costo que pagará el país para lograr este acelerado crecimiento de las reservas aún no está claro, pero evidencia de que hay tensiones en la city porteña son las críticas que llegan desde el sistema financiero al Banco Central por modificar su política de encajes.

Para algunos banqueros, el Central busca sostener el ritmo de compra de dólares que le exigen desde la Rosada a costa de rentabilidad que cederá el sistema bancario en su conjunto.

Es que el BCRA necesita liquidez y parece no estar dispuesto a convalidar alzas de tasas en sus licitaciones de Letras para lograrlo.

Por eso introdujo cambios en el sistema de encajes y los bancos dicen que esto perjudicará su liquidez.

Kirchner se muestra ajeno, por ahora, a estas escaramuzas entre el jefe del Central, Martín Redrado, y banqueros con ascendencia en la city como Jorge Brito (Macro) y Carlos Heller (Credicoop), pero habrá que seguir la puja con atención en las próximas semanas.

El colchón de reservas.

El presidente ve crecer al galope el nivel de reservas atesoradas en el Central, y eso tranquiliza su ánimo.

En las cuentas que suele dibujar en borrador, Kirchner confía en llegar a 30.000 millones de dólares a fin de año, pero ya hilvana proyecciones para el primer semestre del 2007, un período clave porque anunciaría que se postula a la reelección.

Para cuando ese anuncio llegue, el jefe de Estado imagina haber alcanzado un nivel de reservas cercano a los 35.000 millones de dólares.

Buena parte de la campaña oficial del año próximo se basará en los logros económicos, y en esa lógica las comparaciones con China serán parte de la estrategia.

China lleva una década de crecimiento a un promedio del 9 por ciento anual y Argentina cree que es el ejemplo chino en latinoamérica.

Son cada vez más las compañías locales que buscan recalar en esa economía imparable de 1.300 millones de habitantes.

Un ejemplo es Atanor, que acaba de anunciar que se lanza a contruir una planta industrial en sociedad con una empresa china, con una fuerte inversión de 45 millones de dólares.

El año próximo, a Kirchner le gustaría anunciar que la economía argentina alcanzó 5 años de crecimiento continuado.

Es un hecho inédito que no se dio en todo el siglo pasado, como recordó el titular del BAPRO, Martín Lousteau, uno de los jóvenes economistas que apuntalan el proyecto kirchnerista.

¿Y las inversiones?

El gobierno está impaciente porque desearía un ritmo de inversiones mayor al actual.

Por eso, en los últimos días tanto la ministra Felisa Miceli como su colega Julio De Vido insistieron en la necesidad de que los empresarios locales se animen a invertir.

"No digan que no les avisé, esta es la oportunidad", les dijo Miceli a los hombres de negocios.

En la misma línea se expresó De Vido, quien sostuvo que las inversiones del exterior son bienvenidas, pero que la clave está en que los empresarios locales apuesten a fondo a este modelo productivo que representa una "oportunidad".

La mayoría de los empresarios parece cómodo con el rumbo económico, pero todavía hay dudas sobre la estabilidad de las reglas de juego.

También se piden cambios en una estructura impositiva que sigue siendo gravosa para la producción y hay reclamos de mayor previsibilidad.

Igual, los principales jugadores de los negocios locales acondicionaron sus estructuras a los nuevos designios de un gobierno que inicialmente apareció reacio a escucharlos.

Con el correr de los meses los principales referentes del mundo de los negocios y las finanzas locales volvieron a transitar los pasillos de la Casa Rosada, que tanto trajinaron en los 90, y muchos se sentaron otra vez a la mesa de un presidente que los recibió con una ancha sonrisa.

En la Rosada está claro que aquellos empresarios dispuestos a anunciar inversiones y puestos de trabajo serán bienvenidos en los despachos del poder.

"Primero inviertan y después atendemos sus reclamos", parece decirles en cada gesto el presidente.

Y Kirchner ha empezado a cumplir, como se demostró con la actualización tarifaria en el sector transporte, con subas para vuelos de cabotaje y micros de larga distancia.

Se esperan ahora ajustes en el sector de la electricidad y gas, que permitirían incrementar el ritmo de crecimiento en esas áreas clave.

Con un horizonte financiero aliviado, ya que el año próximo habrá que afrontar pagos por unos 7.000 millones de dólares que la Argentina conseguiría sin problemas, la cuestión energética emerge como el único frente en el que deberá trabajar fuerte la administración Kirchner para impedir que el barco se salga de curso.