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Por José Calero
Asumir que la derrota fue por errores propios
5 de julio de 2009
Lo que queda del kirchnerismo puro, llamesé D'Elía o Kunkel, cree que la derrota del domingo se debió a una 'traición' de los resabios del peronismo duhaldista y a una conspiración de las clases medias urbanas y del sector agropecuario.

Lo que queda del kirchnerismo cree que la culpa es siempre del otro, nunca propia.

Y a lo sumo, si se cometen errores, se justifican porque son obligados por desaciertos peores del 'enemigo'.

Si la presidenta Cristina Kirchner no toma nota del mensaje de las urnas del domingo, le será difícil gobernar los dos años y medio que le quedan de mandato.

Y perjudicará a los argentinos, hartos de la gimnasia de la confrontación permanente, útil tal vez para que sindicalistas y montoneros, en una curiosa alianza de la historia, permitieran el regreso del "General" en los 70, pero desaconsejable para extrapolar a estos tiempos de búsqueda de consolidar democrática e institucional.

"Pingüino, pingüino, pingüino corazón, acá tenés los pibes para la liberación", gritaban la madrugada trágica del lunes 29 de junio un puñado de militantes de La Cámpora dirigidos por el muy golpeado Máximo Kirchner.

¿Liberación? ¿Acaso un sector del kirchnerismo, o el kirchnerismo todo, buscará ingresar en una lógica neo-maoísta? Al fin de cuentas, uno de los principales funcionarios del gobierno nacional y hombre clave de los Kirchner, se inició en una organización maoísta en los 70. Todo huele a demasiado viejo en el Gobierno...

Si el kirchnerismo perdió el domingo se debió principalmente a errores propios.

En al menos uno de las decenas de actos que Kirchner lideró a voz crispada en el conurbano antes de las elecciones, uno de sus hombres más cercanos adelantó lo que venía.

"Si sigue así, perdemos", reconoció, en alusión a que Kirchner se venía convirtiendo, a fuerza de gritos y supuestas cátedras brindadas desde el 'púlpito', en un piantavotos.

Está claro que también lo fue para los 'barones' del conurbano, dispuestos a acompañar al ex presidente al cementerio, pero nunca a entrar con él. Peronismo puro.

Este semestre será clave para definir el rumbo económico de la Argentina, por lo que el Gobierno debería absorber rápido la derrota y encarar correcciones que le vienen reclamando desde distintos sectores, un desafío complicado por el recrudecimiento
de la Gripe A.

Kirchner machacó durante toda la campaña electoral, en decenas de actos crispados en el conurbano, con que en esta elección estaban en juego dos modelos de país.

¿Debería concluirse entonces que el 70 por ciento de la población que no votó al kirchnerismo quiere un cambio de modelo?

Queda la sensación de que la gente cuestionó más el estilo confrontativo del Gobierno que los ejes del plan económico, y si esa hipótesis se comprobara, el problema post-electoral emerge como más político que económico.

El error de Kirchner fue jugar al filo de la navaja y terminar generando un dolor de cabeza a su esposa Presidenta.

Sectores sociales como la clase media y el empresariado venían cuestionando el manejo de distintas áreas de la economía, pero no necesariamente eso significa que se busque dar vuelta un "modelo" que aún no terminó de conformarse.

Por eso será clave para Cristina Fernández acertar en las modificaciones a introducir en el plan en curso y poner al frente de la ejecución de esas correcciones a los funcionarios adecuados.

Con Ricardo Jaime ya renunciado a la secretaría de Transporte, las miradas de quienes toman decisiones en la Argentina apuntan al secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.

Consideran que el funcionario le hizo mucho daño al esquema económico, cuando a fuerza de autoritarismo intervino la mayoría de los mercados, provocó distorsiones muy difíciles de corregir y manipuló las cifras del INDEC para dar una imagen artificial de la Argentina.

El sector empresario, muchos economistas y la oposición consideran que Moreno no actuó por iniciativa propia, sino respondiendo a instrucciones precisas del ex presidente Kirchner.

Si alguna vez se comprobara esa presunción, la figura de la Presidenta quedaría seriamente desdibujada, por lo que tal vez lo que más le convendría a este gobierno es que la figura de Kirchner pasara a segundo plano, al menos por un tiempo.

En aquella madrugada furiosa de derrota, a Kirchner le preguntaron si no tenía alguna autocrítica que hacer sobre la política agropecuaria y si seguía pensando lo mismo del campo.

"Lo que pienso del campo ya lo dije en la campaña", dijo, nervioso, y pasó a otro tema.

La conclusión desde la mirada del empresariado fue de pánico: ni un paso atrás siquiera para tomar impulso, se pensó esa madrugada, pero horas después Kirchner renunció al PJ y ahora parece haberse corrido para dejarle el centro de la escena a su
esposa, que no pudo salir a festejar aquella noche negra y debió irse en silencio por la cochera del hotel Intercontinental.

Cristina necesita oxigenar un Gobierno que salió derrotado en las legislativas, y para ello dar nuevo impulso a la economía y tal vez cambiar a miembros de su gabinete económico.

El excesivo bajo perfil de Carlos Fernández al frente del Palacio de Hacienda puede haber sido funcional a un Kirchner que hacía y deshacía en el Gobierno, pero ahora se necesitaría a un hombre de perfil más alto para cuidar las espaldas de la
Presidenta y absorber parte de los cuestionamientos, como en su momento lo fue Roberto Lavagna para el propio Kirchner.

Pero además, los empresarios creen que el principal error del gobierno fue tomar al campo como enemigo y restarle incentivos a los productores para exportar, en momentos en que el mundo reclamaba los alimentos que producía la Argentina, como ocurrió en
casi todo el 2008.

Hay cierta duda en sectores productivos, muchos de los cuales están identificados con este modelo, sobre si la Presidenta supo leer el mensaje de las urnas del domingo.

Por ello se busca desde las cámaras empresarias retomar un diálogo franco con el Poder Ejecutivo para poder llevar sus inquietudes sobre el rumbo económico.

El marco adecuado parece ser la convocatoria al Congreso Económico y Social, para que ese órgano tripartido -Estado, empresas y gremios- busque alcanzar consenso para robustecer la gobernabilidad hasta el 2011.

Empresarios y trabajadores consideran que el Congreso -que cambiará de colores a partir del 10 de diciembre próximo- deberá tallar con más fuerza en la toma de decisiones para llenar de mayor contenido al esquema de poder.

La UIA ya está impulsando un tipo de cambio competitivo, de al menos 4,20 pesos, y un plan de aliento de la producción industrial donde la banca juegue un rol clave bajando tasas y liberando fondos para el otorgamiento de créditos.

Para los empresarios, la reactivación que comenzó con Eduardo Duhalde y continuó con Kirchner, ingresó en una meseta por la pelea con el campo.

También cuestionan que el país quedó sin brújula luego de que el Gobierno decidió intervenir el INDEC, y así planificar un negocio se vuelve cada vez más difícil, porque no hay una referencia adecuada.

Empresarios, inversores y trabajadores esperan decisiones rápidas y en el rumbo adecuado. ¿Llegarán?