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Por José Calero
Serenar los ánimos para volver a crecer
19 de septiembre de 2009
El empresariado salió a pedir que la Argentina alcance el grado necesario de serenidad que le permita aprovechar un mundo que se aproxima a la salida de la crisis más feroz desde el crack del `30.

El FMI vaticinó que en el 2010 se podrá anunciar que la debacle llegó a su fin y por eso la pregunta es si la Argentina está preparada para capitalizar esa oportunidad.

El sector privado le pide al oficialismo y a la oposición bajar los decibeles de la confrontación, y a la presidenta Cristina Kirchner el liderazgo necesario para encabezar un Gobierno de Unidad Nacional.

Existe fuerte preocupación entre los hombres de negocios por el clima de confrontación que atraviesa la Argentina, y que parece haberse acelerado desde que Cristina asumió el Gobierno.

El conflicto con el campo es una asignatura pendiente que no encuentra salida, y lleva un año y medio de enfrentamientos estériles.

Sectores industriales vienen alertando que ningún pacto social será posible excluyendo a los productores agrarios de los consensos clave que necesita el país.

En un encuentro que congregó a 1.300 industriales de la provincia de Buenos Aires, el titular de la UIPBA y uno de los vice de la UIA, Osvaldo Rial, dijo que "si se recrean con velocidad las condiciones para invertir y producir, este país
tiene chance de volver a crecer el año próximo por encima del 6 por ciento".

Lo dijo delante del gobernador bonaerense Daniel Scioli, uno de los funcionarios de mejor diálogo con los sectores productivos, que sin embargo se vio obligado a echar a su ministro de Asuntos Agrarios, Emilio Monzó, porque a juicio de la Casa Rosada el
funcionario tenía "demasiado" contacto con el campo.

Rial consideró necesario "consolidar un clima de negocios que posibilite a la Nación volver a atraer inversiones y permitir que los empresarios confíen en apostar con fuerza a consolidar un proceso para pasar del crecimiento al desarrollo sostenido".

Los empresarios creen que la Argentina tiene las condiciones dadas para salir rápido de la crisis, pero consideran imposible hacerlo en medio de este clima de confrontación en ascenso.

Cuando los Kirchner comenzaron a concebir un proyecto de Gobierno, apenas unos meses antes del 25 de mayo del 2003 porque antes ni imaginaban ocupar la Casa Rosada, planificaron recrear una "burguesía nacional" capaz de nutrir de la fortaleza necesaria a un proyecto productivo.

Ese proyecto estratégico estaría basado en el desarrollo de dos sectores clave, energía y alimentos, con sostén en un sistema bancario al servicio de la financiación de la producción y un sector agropecuario que, vía retenciones, aportaría los recursos
necesarios para atender las tensiones sociales.

Gran parte de ese plan imaginado con aire patagónico quedó a mitad de camino, porque el matrimonio presidencial nunca supo apostar a los consensos ni construir puentes de diálogo ciertos con la oposición, a pesar de que el Gobierno fue producto de una
Concertación que ya no existe.

El secretario de la UIA, José Ignacio De Mendiguren, sostuvo que si "a la Argentina la serenamos e implementamos al menos parte de las políticas que hemos desarrollado, el año que viene nos encuentra creciendo otra vez arriba de 7 por ciento".

Pero existen muchas dudas de que la administración Kirchner escuche el pedido que le llega desde el empresariado.

Es claro que la Argentina aún está pagando los daños ocasionados por la locura fratricida en que ingresó el país en los `70.

La inviable "Patria socialista" que la Agrupación Montoneros buscó imponer a sangre y fuego, que implicaba una intervención drástica sobre la estructura económica, fue replicada por una banda de forajidos llamada Triple A, que luego tuvo su correlato
sofisticado en la dictadura más sangrienta de la historia, que enterró -literalmente- el tejido económico y social del país.

Pero, más de treinta años después, la sociedad argentina reclama dejar atrás aquellos días de oscuridad, y apostar al futuro.

Ese parece haber sido el mensaje de las elecciones del 28 de junio, donde el electorado castigó el estilo de confrontación permanente con el cual el presidente mandato cumplido Néstor Kirchner inundó la campaña, para pánico de inversores, empresarios y hasta sus propios seguidores.