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26 de abril de 2024
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Por José Calero
Boudou debió recular tras ser retado por Kirchner
8 de octubre de 2009
Luego de trabajar a destajo junto al jefe del Banco Central, Martín Redrado, para tratar de reinsertar a la Argentina en el mundo durante la cumbre de Estambul, el ministro Amado Boudou pareció verse obligado a salir a bajarle el tono a la que fue la
noticia del año para los mercados: la posible normalización de la relación con el FMI.

Tal vez porque la Argentina sea un país difícil de descifrar, con demasiados orgullos y cuentas pendientes, la noticia de que se daba el primer paso indispensable para retornar a los mercados voluntarios de deuda debió ser relativizada por el padre de la
criatura, el propio Boudou, quien ahora dijo que no hay nada cerrado.

La titánica tarea en Turquía del ministro de Economía careció de ingenuidad, porque Boudou es consciente de que sin fuentes de financiamiento el panorama político de la Argentina se puede complicar el año próximo, cuando los gobernadores empiecen a
demandar plata, y mucho más en el 2011, cuando el kirchnerismo buscará la reelección, sea de Cristina o de Néstor.

Y lo peor que le podría ocurrir a un gobierno que busca quedarse en el poder es tener como talón de Aquiles una situación fiscal comprometida, más cerca de un nuevo default que del desahogo fiscal.

Por eso la estrategia de Boudou se asienta en tres patas: vuelta al Fondo, arreglo con el Club de París y nueva propuesta a los bonistas en default.

Pero algo ocurrió cuando el ministro de Economía aterrizó en Buenos Aires y se reunió con la Presidenta, porque del anuncio de acuerdo del día anterior se pasó a relativizar la llegada de una misión y a darle márgenes cada vez más estrechos, como si la Argentina pudiese decirle al Fondo cómo debe hacer su trabajo.

Todo indica que `eso` que pasó cuando Boudou regresó a Buenos Aires fue Néstor Kirchner, un hombre poco afecto a dar muestras de diálogo y que siempre prefiere ganar (como hizo en el 2003 y en el 2007) o perder (como el 28 de junio último), nunca empatar ni consensuar.

Algunos analistas de mercado consideran que Néstor Kirchner es el principal obstáculo que encuentra Boudou en su aproximación al sistema financiero.

El ministro había pensado la reunión con el Fondo en Estambul como el escenario adecuado para anunciar el canje de bonos en default.

Pero -sostienen cerca de algunos bancos- Kirchner lo obligó a postergar la declaración, porque no quiere dar ese paso sin tener acordados con el Fondo los términos de la revisión de la economía nacional que establece el artículo IV del organismo.

Cerca de Boudou razonan casi a la inversa: el dictamen del Fondo sería más optimista si estuviera precedido de un acuerdo encaminado con los holdouts.

Pero Kirchner no acepta entregarse a los que considera "buitres especuladores", sin tener una aceptación incondicional del Fondo.

Kirchner pone también condiciones duras para reabrir el canje de deuda, pero también el Congreso deberá ser convencido de que con la nueva oferta a los holdouts no se está violando la ley-cerrojo de 2005, que impide volver a hablar con los tenedores
de bonos en default, salvo que la propuesta sea más desfavorable que la sellada anteriormente.

Así, la situación en la que parece estar Boudou hace recordar a Pirro, aquel rey macedonio que logró vencer a los romanos a costa de la muerte de casi todo su ejército.

Como Pirro, Boudou podría decir a su equipo: "Otra victoria como ésta y volveré solo a casa"...