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7 de mayo de 2024
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Por José Calero
Dejá que te maten y, además, callate
20 de noviembre de 2009
El caso de la mujer asesinada en Parque Chacabuco y las absurdas palabras del ministro de Justicia, Julio Alak, quien afirmó que la inseguridad es "un relato construido por los medios", sacan de quicio al más cauto.

A esto se suma la delirante postura de la senadora Teresita Quintela, quien haciendo una relectura del peor Foucault, atribuyó la delincuencia de los menores a un acto de "catarsis" y explicó que de esa manera "descargan todo su resentimiento, sus malas formaciones, los golpes que le da la vida, los que le dan los padres y la sociedad".

Así, el kirchnerismo, en su enrevesada ideología, va tejiendo una encrucijada que deja a muchos argentinos con la boca abierta.

El Gobierno y sus voceros no sólo pretenden convencer de que la inseguridad no es un problema, sino que además exigen que quienes la padecen a diario mantengan la boca cerrada.

Por eso preocupó a la Casa Rosada el reclamo de los humildes habitantes de Wilde, al sur del conurbano, que no sólo protestaron por el sublevante crimen de la arquitecta, sino porque los barrios pobres son quienes más padecen la inseguridad, como ocurre con el cobro de 'peajes' por parte de delincuentes en las villas, las violaciones de niñas y mujeres, y los asesinatos para robar 10 pesos y comprar paco.

"Dejate matar, violar, robar. Y además te pedimos que te quedes callado para que mi 'proyecto' político no se vea afectado", es el 'mensaje' intimidante desde un oficialismo construido sobre una ideología con pies de barro.

Los voceros kirchneristas tienen el atrevimiento de fustigar y menoscabar a todo aquel que exija seguridad y defienda el Derecho Humano a la vida, enrostrándole supuestas intenciones autoritarias o 'golpistas'.

Lo hacen desde la presidenta Cristina Kirchner hasta su marido Néstor y sus principales espadas mediáticas.

El Gobierno parece creer que la 'ideología' kirchnerista descubrió los derechos humanos.

Poco se sabe sobre qué hacían los Kirchner y sus aliados en plena dictadura -apenas existe como recuerdo una vieja foto de un joven abogado K junto a un encumbrado militar en un acto en Santa Cruz en plena dictadura- y huellas del enriquecimiento patrimonial de la pareja gobernante a partir del curioso trabajo de martillero-rematador del ex presidente.

No sobresale su presencia en la Multipartidaria, ni en marchas junto a las Madres de Plaza de Mayo -que igual los han acogido en su seno con entusiasmo-, ni en la Plaza del "Felices Pascuas" de Raúl Alfonsín, ni en el tiroteo del gobierno menemista con los carapintada, por citar algunos hechos donde hubo que salir a defender a la Democracia.

A pesar de todo, se atreven a fulminar con el poder del Estado a quien denuncie lo que millones de argentinos padecen a diario: una débil política de lucha contra la inseguridad que deja indefensa a la población; que en muchas zonas del país no se puede caminar sin temor a que a uno lo maten, que equivocarse de camino lo puede poner ante el riesgo de muerte -como le ocurrió al ex futbolista Fernando Cáceres-; que el territorio está copado por bandas de delincuentes cada vez más sofisticadas y que el pueblo pide con desesperación restablecer el respeto a la autoridad perdido y cumplir las leyes vigentes en una Estado de Derecho.

Aquel ciudadano que sostenga estos principios es tildado de 'golpista', pro-dictadura o, simplemente 'pelotudo', como dijo el devenido 'intelectual' oficialista Capusotto, quien tiene un humor interesante pero parece perderlo cuando sale su veta hiperkirchnerista.

En el medio, millones de argentinos observan con estupor cómo la Casa Rosada, los gobernadores, jueces, legisladores y fuerzas policiales suman impotencia para hacer frente a la inseguridad, y por si faltara algo, deben soportar que los tilden de antidemocráticos cuando son víctimas de crímenes que el Estado es incapaz de impedir.

No se trata de un problema de izquierdas o derechas, porque ninguno de los extremos entendió jamás el principal Derecho Humano, el Derecho a la Libertad, ni supo ponerlo en práctica.

Es un reclamo genuino de ciudadanos que quieren vivir en democracia y en paz, no temer por la suerte de sus familias y gozar la vida en libertad, aunque estas palabras suenen a lugar común o 'simplistas' para los 'elaborados' intelectuales del kirchnerismo.

¿Será mucho pedir?