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29 de marzo de 2024
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Por José Calero
Un deterioro institucional agravado por la imprevisión
24 de enero de 2010
La Argentina atraviesa su período de convulsión política más feroz desde enero de 2002, cuando un recién asumido gobierno de emergencia de Eduardo Duhalde debió tomar medidas casi a ciegas para tratar de evitar la caída en el abismo.

Lo llamativo del caso es que el contexto socioeconómico casi no tiene punto de contacto alguno con aquellos días aciagos, ya que incluso el impacto de la crisis financiera internacional apenas rozó al país, comparado con el daño profundo provocado en Estados Unidos y Europa por la timba de las hipotecas basura.

La pregunta es qué ocurrió en la Argentina para que la situación institucional se haya deteriorado en forma acelerada, a pesar de que este 2010 podría haber representado otra buena oportunidad para reforzar el esquema económico y permitir llegar al Bicentenario con un país ordenado, pacificado y apostando al diálogo.

Nada de eso ocurre -ni ocurrirá por ahora-, porque la Casa Rosada mostró un grado de improvisación casi ingenuo, que la dejó descolocada para tener que pedirle a Julio Cobos, el hombre más odiado por los Kirchner, sacar cuanto antes el dictamen no
vinculante de la Comisión Bicameral que posibilite a Cristina completar la expulsión de Martín Redrado del Banco Central, cumpliendo los pasos que ordena la ley y que se buscaron obviar.

La urgencia es poder dejar al frente del Central a Miguel Pesce, el aliado que habilitará la creación del Fondo del Bicentenario que, a esta altura ya se sabe, no será para "garantizar" el pago de deuda, sino directamente para saldar vencimientos que el país no está en condiciones de afrontar.

También se sospecha que el zarpazo a las reservas no terminaría con los 6.569 millones de dólares, porque si hace falta el Gobierno cree que se podrían utilizar hasta 17.000 millones de esos fondos considerados de "libre disponibilidad".

Para colmo, la Cámara en lo Contencioso Administrativo Federal le dio un cachetazo al oficialismo al ratificar el fallo en primera instancia de la jueza María José Sarmiento que frenó el uso de reservas.

La jueza Sarmiento, así como las camaristas Marta Herrera y Clara María do Pico, son magistradas que fraguaron su carácter en duras pujas matenidas con el gobierno de Carlos Menem, uno de cuyos ministros se jactaba de manejar a jueces que tenía anotados
en una servilleta.

En especial a Sarmiento y Do Pico, no les tembló el pulso para emitir fallos contra los aumentos de tarifas y las privatizaciones de los 90, y la primera de ellas hizo lugar y atendió cientos de demandas de ahorristas por el corralito en el tramo final y
dramático del gobierno fallido de Fernando de la Rúa.

Boudou y un momento de alta tensión

El escenario es de tal seriedad que el ministro Amado Boudou debió postergar el envío de un informe clave al órgano regulador de mercado de los Estados Unidos, la SEC, porque los abogados del Palacio de Hacienda aún no encontraron la forma de explicar lo
inexplicable: los últimos hechos desencadenados en la Argentina como una sucesión de eventos desafortunados.

Boudou -el ministro que se jacta de "arreglar los quilombos"- ha sido examinado con severidad en las últimas semanas por la Presidenta, ya que la había convencido de que echar a Redrado, poner a Mario Blejer en su lugar, pagar deuda con reservas y concretar un exitoso canje de deuda sería un trámite que podría hacerse a la misma velocidad con la que suele recorrer las avenidas a bordo de su Harley Davison.

Nada de eso se cumplió.

A esto se suman las dudas generadas en el mundo de las finanzas internacionales por un informe del Central que corrige cifras optimistas de Boudou ante el FMI.

Mientras que el BCRA dice que en 2009 hubo una caída del 3,9% del PBI, del 5,1% del consumo privado y del 15,1% en la inversión, el Gobierno registró un crecimiento del 0,5% del primero, del 0,9% del segundo y apenas una disminución del 8,9%, en la tercera.

Por las dudas, los seis integrantes kirchneristas del Directorio del BCRA desconocieron formalmente el contenido de ese informe que pasó a ser mala palabra en un BCRA que atraviesa el momento más convulsionado de su larga historia.

La Comisión y un Cobos a todo o nada

La duda es si este martes la Comisión Bicameral, integrada por Alfonso Prat Gay en representación de la oposición y por Gustavo Marconato por el oficialismo, emitirá su veredicto o si, en cambio, montará un gran escenario para incluso darle la
oportunidad a Redrado de disparar sus últimas críticas a la política macroeconómica antes de retirar sus pertenencias del BCRA.

Desafiante hasta el día en que deba irse del Gobierno, tras convocar a esa comisión "a pedido de la presidenta de la Nación", Cobos lanzó un estiletazo que alteró los nervios en la Casa Rosada y desató ira en Olivos, donde Néstor Kirchner creía manejar cada resorte del gobierno de su esposa como un titiritero.

Cobos le recordó al matrimonio K que el trámite de la Comisión puede demorarse, al señalar que la misma podrá recibir declaraciones, solicitar documentación y colaboración a otros organismos oficiales y cualquier otra medida que resulte
conducente para la formación de criterio para aconsejar.

El vicepresidente opositor advirtió así que Redrado podría ser convocado a dar su versión y defenderse, lo cual puede convertirse en un gran show mediático, a pesar de que las deliberaciones de la comisión sean de carácter reservado.

Ya jugado a todo o nada, Cobos fue aún más allá al recordarle a los Kirchner que, en caso de empate, la resolución será tomada por el presidente" -es decir el propio mendocino-, en una alusión inequívoca al "voto no positivo" adoptado en la fatídica madrugada en que se rechazó la resolución 125 de retenciones móviles.

Esto, sumado a las declaraciones de Redrado al irse del BCRA tal vez por última vez, cuando dijo que su futuro estaba "en manos del Congreso", desató nuevos vientos de furia en la Rosada.

"Andá y decí que Redrado no entra más al Banco Central", le dijo la Presidenta al jefe de Gabinete, Aníbal Fernández.

Enseguida, el funcionario hizo "declaraciones" a la agencia oficial de noticias donde lanzó una frase con destino de escándalo si Redrado decidiera ir este lunes al BCRA.

"Redrado no entra nunca más al Banco Central", atropelló el jefe de Gabinete, y enseguida amplificó las mismas "revelaciones" que el diario oficialista Página/12 había dado como primicia días atrás: "Redrado gana 68 lucas, y eso sin contar sus clases de tango", disparó el aguerrido hombre de Quilmes.

Más allá de la espuma que se hace subir con declaraciones rimbombantes, quedó claro que Cristina debió retroceder y cumplir con lo que indica la ley, convocando a la comisión que no quería llamar, dependiendo otra vez de un Cobos al que le gustaría echar, y soportar, otra vez, los dardos envenenados que le envía una oposición algo confundida, que tampoco debería cantar victoria rápidamente.

La Casa Rosada creyó que Redrado estaba a tiro de decreto, se equivocó y ahora está pagando costos políticos poco saludables.

Necesita que Cobos renuncie pero el vicepresidente es intocable salvo que le inicien juicio político: "Que el kirchnerismo se anime a hacerlo", desafió el mendocino.

Del otro lado sólo hubo silencio. Tal vez ese sea el problema de fondo. Cada vez hay más dirigentes y jueces que se le "animan" a un Gobierno de Cristina cuya principal debilidad es que está pagando el costo de ser el "segundo mandato" del iniciado por su
esposo en mayo del 2003, con el desgaste que eso implica.