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24 de abril de 2024
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Por José Calero
Casi como cuando Herminio quemó el cajón
14 de septiembre de 2010
"No es una cuestión de clases, le hablo a la clase media, que muchas veces no entiende, que cree que separándose de los morochos le va a ir mejor".

Esa frase -pronunciada por la presidenta Cristina Kirchner en el acto de La Cámpora-, fue hiriente para con millones de argentinos que integran la clase media trabajadora y gran contribuyente de impuestos.

Sonó innecesaria y pianta votos, casi tanto como el cajón con la leyenda de la UCR que Herminio Iglesias quemó en el cierre de campaña del PJ en octubre de 1983, y por el cual quedó sepultada la última posibilidad de que el peronista Italo Luder derrotara al ascendente Raúl Alfonsín.

Alguna vez deberá disculparse Cristina con los sectores medios de la sociedad. Tal vez lo haga cuando haya perdido la euforia que le da el poder desmesurado que disfruta por estas horas.

Se equivoca la Presidenta si cree que la clase media tiene prejuicios de raza o de bolsillo.

Le erra al blanco si considera que el reclamo de seguridad que realiza la gente, de todas las clases, parte únicamente desde los sectores medios.

Los que más exigen seguridad son los habitantes de los barrios pobres, aquellos que Cristina conoce poco en profundidad y donde a diario se cometen crímenes atroces, que no se publican casi en los medios, para respiro de la Casa Rosada.

Son esos sectores pobres -los "morochos", como Cristina los llamó-, los que a diario deben convivir con la marginalidad, la droga y los "peajes" que les cobran la bandas que el gobierno no sabe controlar, cuando deben ingresar a su barrio al regresar del trabajo, los más castigados.

Pero también se equivoca la jefa de Estado si piensa que los millones de argentinos que año tras año soportan asaltos, violaciones y muerte carecen de derecho a manifestar su reclamo.

La mayoría de las personas de clase media con la que uno habla consideran que ser pobre no hace delincuente a nadie, y señalan que los millones de pobres que existen en la Argentina y no salen a robar demuestran esa línea de pensamiento.

Cuando la clase media, y el resto de los sectores sociales en general, piden políticas para luchar contra la inseguridad, poco tiene que ver con el supuesto racismo, la discriminación o el prejuicio que sí parece arraigar en algún lugar del pensamiento de la jefa de Estado.

Tal vez no haber podido demostrar como quería su militancia en los '70 y las poco claras actividades que el matrimonio llevó a cabo en los años de plomo, mientras esa "juventud maravillosa" era masacrada por la dictadura, expliquen la sobreactuación presidencial al calor del acto organizado por "La Cámpora".

La clase media, señora Presidenta, como tantos otros argentinos de bien de este país, trabaja 10 horas por día, viaja como ganado porque su gobierno no mejoró ninguno de los medios de transporte a pesar de que malgasta miles de millones de pesos en subsidios, y encima debe vivir con el corazón de la boca porque su administración es impotente para garantizar la vida, el principal derecho humano.

La próxima vez, antes de prejuzgar a la clase media, sería importante poner más ahínco en enunciar las bases que permitan construir un país para todos, donde exista un genuino interés en alcanzar la unidad nacional.