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8 de mayo de 2024
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Por José Calero
Un ministro en primer plano por las dificultades energéticas
7 de octubre de 2006
Históricamente en la Argentina el funcionario que debió pelear en la primera línea de combate contra vientos y tempestades siempre fue el ministro de Economía, pero eso ha empezado a cambiar en los últimos meses.

Es que las dificultades energéticas que la administración Kirchner no admite, pero ya se notan con fuerza en el interior del país y reconocen con pedido de confidencialidad las principales compañías, pusieron a Julio De Vido, el poderoso ministro de Planificación, en el centro de la tormenta.

En cambio, la ministra de Economía, Felisa Miceli, sigue cosechando los resultados positivos del modelo económico, y difundiendo día tras día una andanada de indicadores positivos.

Paradójicamente, justamente ese crecimiento agudiza las demandas sobre De Vido, porque el aumento del consumo exige a fondo el inestable andamiaje energético del país.

Tironeado en la dura negociación con Bolivia por el precio del gas y por el desabastecimiento de gasoil que genera reclamos airados de las economías regionales, De Vido debió salir a jugar fuerte en una puja con final abierto.

Le advirtió a petroleras que, si no aparece el gasoil, el gobierno echará mano de su última invención para intervenir en el mercado y les recortará las exportaciones.

Sería una medida extrema, porque el sector petrolero no opera ni tiene un peso acotado como el de la carne, al cual Miceli le recortó sin contemplaciones sus ventas al exterior y recién ahora está volviendo a abrir el grifo.

Pero el ministro de Planificación parece dispuesto a ir a fondo si continúan los problemas de abastecimiento.

En círculos económicos, pero también políticos, se coincide en que De Vido tiene a su favor espaldas anchas, tal vez las más sólidas del gabinete, un presupuesto multimillonario y la confianza total del presidente Kirchner.

Pero también es claro que debe enfrentar un desafío de proporciones, en el cual el gobierno juega parte de sus cartas con vistas a las elecciones del año próximo.

Desde la oposición, en especial Roberto Lavagna, se viene machacando con una crisis energética que todavía no cobró forma, y por el bien de la Argentina lo mejor sería que nunca llegue.

Por eso todos los cañones apuntan a destinar recursos a prevenir una crisis y mejorar la inversión en infraestructura en un sector petrolero donde durante muchos años no se puso un peso.

El gobierno se dispone a cerrar el frente abierto con Bolivia, donde se debió admitir un pago mayor por el gas.

El acuerdo le viene bien a Evo Morales, quien atraviesa severos problemas internos por el cambio radical de modelo que quiere imponer en una Bolivia empobrecida.

Pero otros elementos del complejo cuadro de situación energético no terminan de cerrar, como el faraónico proyecto de contruir un Gasoducto del Sur con Venezuela, Brasil y la propia Bolivia, que requiere de una inversión millonaria.

En una de sus numerosas intervenciones mediáticas de los últimos días, De Vido dijo que el abastecimiento energético está "garantizado" porque se invirtieron 600 millones de pesos extra en el sector para prevenirlo.

Pero del lado de las empresas toman prevenciones. Decenas de grandes compañías tomaron la decisión de adquirir generadores de electricidad en los últimos meses, como bien dan cuenta las planillas de importaciones que maneja la Aduana.

Pero otros datos no se saben y son admitidos a regañadientes por multinacionales consultadas, que están comprando electricidad, gasoil y gas "en negro", a un precio mayor al de mercado.

Prefieren pagar más pero garantizarse que la producción seguirá a buen ritmo, porque eso asegura la rentabilidad.

Esas operaciones se están haciendo en el mercado mayorista y el gobierno por ahora no plantea objeciones.

Pero reflejan hasta dónde llega la preocupación del sector privado por lo que puede ocurrir en materia energética en el verano.

Como si le faltaran problemas, De Vido debió salir a defender a la cuestionada Enarsa, una sociedad estatal que todavía no logra afirmarse, y hasta reveló que la empresa gana plata.

De Vido también hizo esfuerzos denodados para negar la existencia de faltantes de gasoil.

En este punto su preocupación es acompañada por las petroleras, hacia donde están dirigidas todas las sospechas de los estacioneros y del agro de que prefieren exportar el fluido a valor dólar antes que colocarlo en un mercado interno pesificado.

Más cambios en Economía

En los últimos días, la ministra Felisa Miceli decidió reemplazar a los representantes financieros argentinos ante y Rusia.

La funcionaria estaba instatisfecha con el desempeño de ambos, pero allí no se agotarían los cambios en el Palacio de Hacienda.

En medios agropecuarios y entre empresas del sector de agroquímicos, circuló fuerte la posibilidad de que el secretario de Agricultura, Miguel Campos, finalmente se aleje del cargo antes de fin de año.

Durante una reunión que la ministra Miceli mantuvo con representantes de algunas entidades agropecuarias, les habría advertido que de ahora en adelante el tema carnes lo iba a manejar ella directamente.

"No le pregunten ni a Campos ni a Urquiza (el subsecretario), hablen conmigo", les habría dicho la ministra.

Por eso, en algunas entidades creen que se avecinan más cambios en Agricultura que llevarían a poner orden en un área que tuvo momentos muy traumáticos urante casi toda la gestión Kirchner.

A Miceli tampoco le cayó bien le ofensiva lanzada desde Federación Agraria por su titular, Eduardo Buzzi, quien tuvo conceptos casi ofensivos hacia la ministra de Economía.

La razón que esgrimió Buzzi para sus críticas fue que Miceli no libera fondos por 200 millones de pesos para destinarlos a los pequeños productores y emprendimientos familiares.

Pero cerca de Economía dicen que no quedaron conformes con la forma en que se manejaron fondos en los que tenían injerencia algunas entidades agropecuarias, y que por eso, auditoría mediante, decidieron barajar y dar de nuevo, y dejar en stand by
esos desembolsos.