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Por José Calero
Luego del traspié en Misiones, que nada empañe la economía
5 de noviembre de 2006
El tema lo viene madurando desde hace tiempo pero el traspié en Misiones hizo reflexionar aún más al presidente Néstor Kirchner sobre la importancia de que ningún ruido político extraño empañe la excelente performance económica que muestra el país.

La base de esa estrategia definida en la cúspide del poder es mantener quietos los precios y frenar alzas desproporcionadas de salarios, a la vez que se evitan turbulencias en un escenario energético complejo.

Desde el Gobierno consideran que deben desalentar expectativas inflacionarias y salariales, pero especialmente encontrar la forma de convencer a un empresariado que todavía se muestra esquivo.

En la Casa Rosada todavía no entienden cómo un sector del empresariado persiste en hacer conocer sus dudas sobre el modelo en curso, con una economía que creció cuatro años al 9 por ciento, y perspectivas favorables para el 2007.

La interpretación de esa desconfianza que parece persistir en el sector privado se palpó en el pálido Coloquio de IDEA realizado en Mar del Plata, donde faltaron justamente "ideas" y sobraron las quejas vertidas al amparo del ´off the record´.

Es claro que los empresarios creen que la situación energética está lejos de controlarse, más allá de los esfuerzos que hace el ministro Julio De Vido en anunciar todos los días inversiones en el sector.

Así lo evidenciaron los ejecutivos de grandes empresas que admitieron haber ordenado fuertes compras de generadores de electricidad en los últimos meses, que confirman las cifras del INDEC sobre importaciones.

Tampoco le gustan al establishment los "controles de precios", tal el término que muchos empresarios utilizan a diario pero se cuidan de enunciar cuando les toca asistir a la Casa Rosada para suscribir acuerdos de complejo cumplimiento.

Nadie quiere polemizar con el presidente porque saben que Kirchner aplica un discurso despiadado contra cualquier empresa que levante la voz para quejarse de la situación económica.

"Enseguida te pone a la gente en contra, es imposible discutir con el presi", se quejó un alto ejecutivo de una multinacional que espera desde hace tiempo una resolución clave para su sector.

En Mar del Plata se vivió una situación casi esquizofrénica, ya que mientras desde la tribuna el presidente del Coloquio, Enrique Pescarmona, se derretía en elogios hacia Kirchner y su política económica, en los pasillos los empresarios hacían fila para contarles sus penas a todo periodista que quisiera escucharlos.

A Pescarmona esa actitud no le gustó y lo dijo: "Algunos vienen acá a buscar un micrófono para dar declaraciones en off the record", se quejó el fundador de Impsat.

Uno de los requeridos en el Coloquio fue el diputado lavagnista Francisco De Narváez, incómodo aún porque su jefe Roberto Lavagna deshoja la margarita para ver si se lanza o no a la presidencia.

Igual, aún entre los empresarios que comulgan con el credo oficial están esperando una "prueba de amor" de Kirchner.

Esa esperanza está depositada en la expectativa de que el presidente salga a poner un freno a las ambiciones de aumento salarial que prepara el debilitado Hugo Moyano en la CGT.

El tema a definir es cuál debe ser ese tope de incremento, ya que mientras en el Gobierno esperan que los salarios no aumenten más allá del 13 por ciento en el 2007, los sindicalistas, enfrascados en una pelea de fondo, tienen perspectivas mucho más
altas para el año próximo, que será electoral.

El presidente cerró acuerdos con empresarios de la alimentación, turismo, limpieza y otros para mantener los precios de una canasta básica que sirve a las clases populares, pero no mueve el amperímetro en la economía de los sectores medios y altos.

Es que allí sigue impactando fuerte el alza en rubros como la indumentaria, los servicios y el esparcimiento, que continúan subiendo a buen ritmo.

Encima, los empresarios tienen la secreta esperanza de que si las variables de costos se disparan, por la suba de los insumos importados, el gobierno hará la "vista gorda" y permitirá ajustes extra, a pesar de los acuerdos.

Un tema clave es el del pet (botellas plásticas de las gasesosas) y del cobre, pero también hay discusiones por los valores del café y el cacao, entre muchos otros.

Con el campo, mal

Fue magra la cosecha de la ministra Felisa Miceli en sus reuniones con las entidades del agro.

"Mucho ruido y pocas nueces", se podría decir, ya que los encuentros fueron largamente anunciados y después dejaron un sabor amargo a todas las partes.

Los encuentros más duros fueron con CRA y Federación Agraria, que criticaron a la ministra y dejaron la puerta abierta a nuevas medidas de fuerza.

Sólo la Sociedad Rural trató de bajarle el tono a la discusión, y salió a pedir apenas la creación de un Ministerio de Agricultura, pero preservando la figura de Miceli como una interlocutora válida.

Hay desorientación entre los representantes del agro, porque no tienen claro cuál es su interlocutor en la actualidad.

Es que el supuesto secretario de Agricultura, Miguel Campos, ni siquiera estuvo en estas reuniones clave.

Todo indica que todavía el gobierno no le encuentra la vuelta a la relación con los hombres del campo.