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25 de abril de 2024
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Por José Calero
Elecciones no influirían en el rumbo económico
Cualquiera sea el resultado de este domingo, y el de octubre, Fernández parece dispuesta a profundizar el "modelo", convencida de que no queda otro camino para el país que afianzar el intervencionismo
10 de agosto de 2013
Quienes están en desacuerdo con el rumbo económico no deberían esperanzarse con cambios, aunque el gobierno de Cristina Fernández pierda las estratégicas elecciones en la provincia de Buenos Aires.

Los comicios difícilmente modifiquen el escenario económico de los próximos dos años, por lo que empresarios y sindicalistas comienzan a pensar en la herencia que dejará este gobierno en 2015 y cómo se encarará la resolución de los principales desafíos del modelo, con la inflación a la cabeza. Esa es la principal conclusión a la que arriban analistas que siguen el día a día de la economía y asesoran a grandes grupos económicos y financieros con visión de mediano plazo.

Para ellos, los factores clave a monitorear no pasan por el resultado de estos comicios de medio término, sino con cómo evoluciona el precio de la soja, la demanda asiática de commodities, el cada vez más desordenado comportamiento cambiario, el empleo, la importación de energía y el clima para atraer las inversiones que necesita el país.

Estas claves, sumadas a la dificultad mostrada hasta aquí por el gobierno de Cristina Fernández para contener el alza de precios, constituyen el cóctel de variables que los principales gurúes de la city porteña enuncian cuando se los consulta sobre el día después de las elecciones del 27 de octubre.

Tras las primarias de este domingo, quedará definido el mapa de competidores con vistas a las elecciones cuya principal novedad será develar si el gobierno continuará teniendo mayoría en el Congreso en los dos últimos años que le quedan de mandato, pero que no parecen capaces de modificar el rumbo económico.

Sin posibilidad de reelección, al cristinismo tampoco le quedarían demasiados conejos en la galera de medidas destinadas a evitar una crisis de mayor envergadura ante una economía que continúa siendo "soja-dependiente" y donde se continúa manteniendo con respirador artificial a millones de ciudadanos que quedaron fuera del sistema, vía planes sociales.

Se estima que 10 millones de personas aún continúan en la pobreza en el país, lo cual representa un 25 por ciento de la población, aunque las cifras del INDEC arrojen cuatro veces menos porque subestiman la canasta básica total, es decir, cuánto cuesta vivir en el país.

Si se toma como válido el dato de pobreza del Barómetro Social de la UCA, emerge el interrogante sobre cuáles fueron las razones para que una economía que creció a lo largo de 10 años mantenga semejante deterioro social.

A pesar de este escenario desafiante, el alza de salarios (24%) y jubilaciones (31,8%) contribuyen para sostener el consumo, pero en buena medida porque la gente se apura a gastar los pesos harta de que la inflación deteriore el poder adquisitivo.

Los bancos tomaron nota de esta realidad y por eso están ofreciendo tasas del 20 por ciento para colocaciones a plazo fijo, que explicaron el crecimiento de 10.000 millones de pesos que tuvieron estas colocaciones el mes pasado.

A esto se suma que dos variables clave que ayudaron en la primera mitad del año comenzaron a mostrar indicios de fatiga: la soja cayó U$S100 en poco más de un mes. Cotiza a U$S490 y podría caer a U$S430 en la próxima cosecha.

El impacto sobre el ingreso de dólares podría herir aún más las reservas del Banco Central -a punto de perforar el piso de los U$S37.000 millones, porque representaría unos U$S5.000 millones menos, y también se agrandaría el déficit fiscal.

El rojo fiscal superó los 16.000 millones de pesos en el primer semestre del año, como consecuencia del aumento de gastos en tiempos electorales, y casi duplicó el rojo del mismo período del 2012.

El otro semáforo amarillo está dado por Brasil, que viene devaluando a un ritmo mayor que la Argentina y así le quita competitividad a las industrias locales.

Esto puede impactar sobre la demanda automotriz, el sector más dinámico en la primera mitad del 2013.

Para compensar el ingreso de dólares inferior al previsto y poder financiar la importación de combustibles por unos 12.000 millones de dólares anuales, el gobierno lanzó el blanqueo de capitales.

Lo hizo a través de dos bonos: el CEDIN parece ir camino a un fracaso estrepitoso, ya que apenas acumuló 15 millones de dólares cuando ya se está por cumplir la mitad del plazo previsto, y la expectativa inicial era sumar 4.000 millones y luego se la bajó a 2.000 millones.

Las miradas de la Casa Rosada están puestas ahora en el otro bono del blanqueo, el BAADE, destinado al desarrollo y la inversión productiva.

Es tal la desesperación para que este segundo bono no fracase que el gobierno buscaría convertirlo en una especie de "aporte patriótico" por parte de las empresas.

Con ese objetivo, desde la Secretaría de Comercio Interior le estarían exigiendo a las 100 compañías que más facturan en el país destinar el 2 por ciento de sus ventas a este título. Hay sectores, como el financiero, que ganaron mucho dinero con las políticas del kirchnerismo en estos 10 años y podrían hacer la contribución requerida.

Pero a otros no les está yendo tan bien, están hartos de las presiones, y consideran que el gobierno ya se inmiscuyó más que lo debido en sus negocios.

¿Se animarán a decirlo en voz alta después de octubre?