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26 de abril de 2024
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Por José Calero
"Me van a extrañar, no les fue tan mal conmigo"
Lo dijo Moreno en uno de sus últimos encuentros con empresarios, tal vez anticipando lo que se le venía. También señaló que las empresas ganaron "mucha plata" durante su gestión como secretario
20 de noviembre de 2013
En uno de sus últimos encuentros con empresarios, y tal vez anticipando lo que se le venía, el renunciado secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, les soltó una frase inquietante: "Me van a extrañar, a ustedes nos les fue tan mal conmigo, ganaron mucha plata". El funcionario, siempre en un tono que entremezclaba las presiones con lenguaje coloquial y hasta soez, profundizó ese razonamiento más de una vez ante los hombres de empresa "leales" y les señaló que si bien él les había "hinchado las pelotas", habían obtenido enormes utilidades durante su gestión.

Los diálogos pudieron ser reconstruidos conversando con algunos de los participantes en la denominada "Escuelita", las reuniones que cada viernes convocaba Moreno en la secretaría para "bajar línea".

"Si tienen algún problema no me lo ventilan por los medios. Vienen a mi despacho, me lo dicen y se arregla, que para algo arranco a las 7 y no me voy hasta última hora", era otra de las frases que le gustaba repetir al ahora ex hombre fuerte del equipo económico, que gustaba ordenar pegatinas de afiches contra sus "enemigos".

La duda que tienen los hombres de negocio es qué pasará con el burocrático esquema de autorizaciones a importaciones y exportaciones que manejaba el funcionario.

Ese sistema, que incluye las Declaraciones Juradas de Importación (DJAI), genera tensiones en el comercio y en los últimos meses había comenzado a provocar más malestar de lo acostumbrado entre los importadores por supuestas denuncias de pedido de coimas.

Es que, como ocurre con toda burocracia, siempre hay alguien en la cadena de toma de decisiones que termina corrompiéndose y exigiendo plata a cambio de una firma faltante.

Las versiones de que algunos containers era liberados a cambio del pago de una suma de dólares determinada sonaron más de una vez, pero nunca llegaron a la Justicia, tal vez porque a ninguna de las partes le convenía que así fuera.

Es que algunos empresarios habrían preferido pagar 50 mil dólares para liberar el ingreso de un container, ya que igual les permitía tener rentabilidad, por los bajos costos de la mercadería proveniente desde países como Bangladesh, donde un obrero textil gana 37 dólares mensuales, o China, donde el Estado comunista es amo y señor de la vida de los trabajadores y se aplica dumping social pagando sueldos irrisorios en jornadas extenuantes.

Por ahora, los ejecutivos que podían recibir un llamado de Moreno un domingo a las 7 de la mañana tendrán alivio.

Lo mismo ocurrirá con los cambistas, que creen haber ganado una batalla decisiva y esperan que el gobierno encamine los estragos provocados por el cepo.

Por ahora, todas son dudas sobre el camino que emprenderá Axel Kicillof como ministro de Economía, pero muy pocos esperan cambios de rumbo, aunque sí especulan con algo más de "racionalidad y previsibilidad" a la hora de las decisiones.

"Lo peor que podría ocurrir es que Kicillof se transforme en la etapa superior de Moreno", íronizó un referente empresarial, que parece haber leído la obra cumbre de Vladimir Lenin (El imperialismo, etapa superior del capitalismo), quien lideró la revolución bolchevique que suena cada vez más desactualizada pero parece tener aún admiradores en sectores del gobierno.

La supuesta avidez de Kicillof por meterse en la letra chica de las ganancias de las compañías, y tal vez hasta decidir cuánto deben obtener como rentabilidad, es la señal de alarma que ya empieza a recorrer como un "fantasma" los vericuetos del mundillo empresario.