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25 de abril de 2024
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Por José Calero
La soja, otra vez convertida en tabla de salvación
El gobierno de Cristina Fernández vuelve a ponerse en manos de los ingresos récords generados por el 'poroto', ante el parate de industrias clave como la construcción, la automotriz y el calzado
20 de abril de 2014
En un año que pinta recesivo, y como ocurre desde el 2003, el kirchnerismo se aferra a la tabla de salvación de la súper soja, de 550 dólares la tonelada y cosecha récord, aunque en esta oportunidad con la certeza de que las exportaciones de esa oleaginosa y sus derivados serán casi el único salvavidas capaz de mantener a flote el modelo. Hace más de dos años, el mercado inmobiliario fue borrado del mapa como dinamizador de la economía ´gracias´ al cepo cambiario, y desde este aciago 2014 la industria automotriz corrió la misma desgracia, por necesidades coyunturales recaudatorias y mala praxis económica.

Así, la descomunal factura de combustibles y los vencimientos de deuda saldrán otra vez del barril sin fondo de las retenciones agropecuarias, toda una paradoja para el "modelo industrialista de sustitución de importaciones".

Con esos fondos millonarios, el Banco Central se asegurará los "sojadólares" necesarios para garantizar la "pax cambiaria" al menos hasta agosto, mientras que Cristina Fernández intentará solventar la "pax social" sostenida en subsidios a manos llenas para distintos sectores, a pesar de que la estadística oficial describe que la pobreza y el desempleo casi habrían dejado de existir en el país.

La premisa es poner toda la carne al asador en materia de gastos este año, y actuar -otra vez- como si no existiera un mañana, ya que se acerca el final de ciclo, si se tiene en cuenta que los tres candidatos con más chances de suceder a la jefa de Estado (Sergio Massa, Daniel Scioli y Mauricio Macri) son mala palabra para el ultrakirchnerismo de paladar negro.

La cosecha aseguraría una buena entrada de divisas por la producción récord y los altos precios y así, otra vez, el gobierno le enciende velas al denostado "yuyo".

El riesgo es que confiados en las soluciones mágicas de la soja, los miembros del equipo económico pierdan de vista las inconsistencias capaces de debilitar aún más el programa: inflación, recesión, desempleo, devaluación, caída de la inversión, presión impositiva récord, tasas por las nubes y renovadas sospechas sobre las estadísticas oficiales.

A esto se suma un déficit fiscal que llegó para quedarse: en el primer bimestre alcanzó los $ 9.700 millones, más de cuatro veces el del mismo período del 2013. Todo a pesar de la generosa asistencia del Banco Central al Tesoro, que alcanzó un nivel récord de $ 20.000 millones entre enero y febrero, según el Estudio Bein, que estima en $ 150.000 millones esas controversiales transferencias para todo el 2014.

Es que, con un gasto público creciendo a un ritmo del 45%, todo fondo que gire el BCRA será poco para el Estado ´pacman´.

El panorama incluye otros datos: para los bancos, que hicieron su agosto cobrando gastos operativos altos y volcando el negocio a los préstamos al consumo en lugar de la actividad productiva, el primer trimestre mostró una desaceleración notoria en los pedidos de financiamiento.

Por eso apuestan un pleno a las promociones para el Mundial de Brasil, y el arrastre que tendrá sobre la venta de televisores y los paquetes turísticos. Pero ese jolgorio se acaba en un mes, y acá hace falta pensar el partido a mediano y largo plazo.

Por ahora retomaron las promociones y las cuotas sin interés, aunque a un nivel muy por debajo del 2013.

El gobierno también trata de hacer su aporte: en mayo podría anunciar una suba del mínimo no imponible de Ganancias, que dejaría fuera del alcance de ese impuesto a quienes ganan menos de 20 mil pesos mensuales, y así volcarían unos cuantos miles de millones al consumo o al ahorro.

Igual, mantendría la lógica del "impuesto al trabajo", fustigada por todo el arco sindical.

Inquietan, además, a la Casa Rosada, las estadísticas que reflejan pérdida de capacidad de ahorro de vastos sectores de la población, que recibirán un golpe de gracia con el tarifazo en marcha en gas y agua, que se completará con el que viene en electricidad, por la quita parcial de subsidios.

El alza de combustibles es otro frente que vacía bolsillos: Miguel Galuccio, el CEO de YPF, convenció a Cristina sobre la necesidad de poner los combustibles a precios internacionales, pero esa estrategia sólo genera más presión sobre los gastos cotidianos de la población.

El dato de la inflación anunciado por el INDEC, del 2,6% para marzo, hizo resurgir sospechas sobre un organismo en el que pocas cosas cambiaron y donde siguen mandando los "soldados" de Guillermo Moreno, cuyo supuesto ostracismo en Roma no sería más que un mensaje ´pour le gallery´.

En el mercado hay quienes sospechan que Moreno no sólo sigue influyendo sobre el INDEC, sino también sobre el secretario de Comercio, Augusto Costa, quien le pediría asesoramiento en algunos temas "sensibles" pendientes de la gestión anterior.

Si así fuera, la operación para instalar una desaceleración de remarcaciones hasta ahora poco verificada en las góndolas, podría naufragar en las heladas aguas de la realidad dominada por los formadores de precios.

Los sondeos de expectativas siguen marcando que la mayoría de los consultados continúan descreyendo del INDEC y proyectan una inflación anualizada superior al 30 por ciento.

Pero el escenario más temido por la Casa Rosada se vincula con los inminentes problemas de empleo.

Ya comenzaron a notarse dificultades en la industria automotriz (terminales y autopartistas) y la del calzado, pero sectores como el comercio y la construcción las vienen advirtiendo desde el 2013.

Para el economista Dante Sica, un experto en tomarle el pulso a la economía real y conocedor como pocos de la relación con Brasil, la Argentina va camino de una recesión que rondaría una caída del 1,5% del Producto Bruto para cuando concluya el 2014.

Es que, como machaca la presidenta, el mundo "se nos vino encima", aunque los errores de política interna potencian el riesgo de que nos termine aplastando.