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27 de abril de 2024
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Por José Calero
Se cae la RUFO: ¿qué hará la Argentina?
Es la cláusula que obligaba a generalizar cualquier mejora en la oferta a los bonistas. El gobierno se queda sin excusas para salir en serio del default y los fondos buitre preparan más presión para cobrar sus bonos
28 de diciembre de 2014
A horas de caer la cláusula que obliga a la Argentina a generalizar al 100 por ciento de los bonistas cualquier mejora puntual de las ofertas por los canjes de deuda, el gran interrogante de inversores es hasta qué punto existe voluntad del gobierno por acordar con los fondos buitre para salir totalmente del default declarado a fines de diciembre de 2001. La RUFO, principal razón por la cual la Argentina logró un canje de deuda exitoso, representó un dolor de cabeza para el país desde que el juez de Nueva York Thomas Griesa falló a favor de los fondos especulativos y la Corte norteamericana ni siquiera atinó tener en cuenta el recurso presentado por la Argentina.

El fallo quedó firme pero el gobierno de Cristina Fernández se las arregló para demorar cualquier definición, aún a costa de clausurar toda posibilidad de ingreso de capitales.

En el mercado consideran que, en líneas generales, la estrategia fue acertada, porque el cepo cambiario es la razón verdadera por la cual no entran dólares al país.

Nadie traerá sus billetes a la Argentina para que el Banco Central se los tome casi 60% menos de lo que se transan en el mercado paralelo.

Por eso, hay coincidencia en que aún acordando con los fondos buitre hubiese sido difícil acercar divisas frescas que el país necesita como el agua para financiar las compras al exterior, sobre todo de energía.

De alguna manera, el mandamás de YPF, Miguel Galuccio, admitió esa realidad sin pretenderlo, cuando se vanaglorió de recibir propuestas a diario por Vaca Muerta, la nueva ´quimera del oro´ prometida por la Argentina, que marcha a paso lento.

Galuccio recibirá muchas ofertas, pero hasta ahora es poco lo que logró concretar y existe cierta impaciencia presidencial que le juega en contra.

El número uno de YPF perdió puntos con Cristina cuando trascendió que estaría dispuesto a quedarse al frente de la petrolera estatal aún con un gobierno de otro signo.

Se sabe, en el kirchnerismo cualquier signo de autonomía se toma como traición grave a la causa, y a la corta o a larga, se paga, como bien saben los jefes despedidos de la Secretaría de Inteligencia.

Encima, Galuccio quedó en el centro de la tormenta al resistir la rebaja de precios del 20 por ciento en los combustibles que en realidad debería haber aplicado el gobierno para acercar más los valores a la brutal caída del barril de crudo a nivel internacional, fogoneada por los Estados Unidos en una estrategia cuyo objetivo final no fue revelado pero está dañando a varios de sus eternos enemigos en el juego de la diplomacia internacional.

El CEO de YPF resistió como pudo la pretensión del ministro de Economía, Axel Kicillof, de impulsar una rebaja mayor de precios para alentar el consumo en un 2015 electoral.

"Si bajás un 20% las naftas nos destrozás los números", le habría dicho el ingeniero entrerriano a "Chiquito", tal como apodan a Kicillof quienes no lo quieren en el Palacio de Hacienda, desde que la presidenta lo amonestó con ese término en acto público.

Cierto malestar de la mandataria con su niño mimado por el canje fallido de BODEN 2015 habría explicado ese destrato, pero Kicillof está convencido de que sigue contando con la confianza plena de la presidenta.

Los dueños del dinero empiezan a creer lo mismo, y a considerar que Cristina está dispuesta a "morir con las botas puestas", es decir, a no arribar a acuerdo alguno con los fondos buitre, mandarlos al diablo y dejar que de ese tema se ocupe el próximo gobierno.

"Ni un paso atrás, siquiera para tomar impulso", habría sido la línea bajada por la Casa Rosada en todas las áreas clave de gobierno, lo cual explicaría el regreso triunfal de Aníbal Fernández como secretario de la Presidencia.

La responsabilidad de ´Aníbal´, de quien dicen que sería capaz de convencer a alguien que se está ahogando de beber un vaso de agua, será instalar a diario en la agenda de la opinión pública los temas con el enfoque pretendido por el gobierno.

Algo así como un regente del relato, que en materia económica ya mostró los dientes cuando se animó a negar la existencia del cepo cambiario, el mismo que le hizo perder mucha plata cuando fue obligado en público a pesificar sus plazos fijos por la mandataria.

El desafío que se le presenta al quilmeño es mayúsculo: convencer a los argentinos no sólo de que no hay cepo, sino también de que la inflación es una sensación, el parate de la industria una fábula, la incipiente pérdida de empleos una mala pesadilla y la recesión un invento de la oposición para sacar de una vez por todas al kirchnerismo del poder.

Demasiados desafíos para el prestidigitador al que amigos y enemigos le reconocen la capacidad de "fumar bajo el agua", pero que se las verá complicadas para lograr los objetivos que la presidenta le puso sobre los hombros el día que caminaron a solas por Olivos, previo dejar los celulares bien lejos por temor a espionaje.

Esa jornada, que nunca olvidará, la jefa de Estado le pronunció las palabras que venía esperando desde que entró al Senado, un espacio institucional donde un soldado todoterreno como él siempre hubiese estado incómodo.