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19 de abril de 2024
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Por José Calero
El campo, último sector a "disciplinar"
2 de diciembre de 2006
Hay hartazgo en vastos sectores del campo por la política agropecuaria oficial, que afecta verticalmente a productores ganaderos de distinto tamaño, pero también a aquellos que siembran trigo y maíz, y a los tamberos.

La explicación actual está vinculada con las restricciones a la exportación de carne y los "escasos" incentivos para el sector, pero el problema de fondo es el "alto nivel de retenciones", que se aplicaron con todo para solventar los planes sociales pero parece que terminaron solucionando un problema fiscal.

De ese malestar insoportable tal vez sólo se salven algunos grandes productores de soja, endulzados por los precios estratosféricos que paga el mercado internacional por ese producto, combinado con que su exportación total no afecta el mercado interno, que casi no la consume.

Esto explica que entidades del agro hayan anunciado un nuevo paro contra la política oficial, aún a disgusto de algunos de sus dirigentes, que insistían en retomar el diálogo pero se quedaron sin margen.

Productores nucleados en CRA aseguran sentirse "discriminados" por las políticas oficiales, y consideran que al gobierno no le interesan los ganaderos porque basa su estrategia en construir una Argentina "soja-dependiente".

Desde Federación Agraria afirman que Economía confunde la rentabilidad que tiene el complejo sojero con la de otros sectores golpeados del campo, como los vinculados con el trigo, el maíz y los criadores de vacunos.

Y todos critican la "continua intervención" del Estado en los mercados de la hacienda, los granos y los lácteos con métodos coercitivos que tuvieron su última expresión en lo ocurrido en Liniers con la "listita de Moreno".

Ese paso en falso le costó a Guillermo Moreno recibir una reprimenda presidencial, ya que el secretario tomó la medida sin consultar con la ministra Felisa Miceli.

Pero en el campo no creen mucho en esa versión: aseguran que Moreno tiene un estilo que agrada a Kirchner, y por eso la bronca va en aumento.

Los productores aseguran que la política oficial siempre termina favoreciendo a los exportadores, a los industriales y a la cadena comercial.

¿Será por eso que grandes frigoríficos y supermercadistas se comprometieron ante el gobierno a evitar un temido desabastecimiento de hacienda durante los días de paro, echando mano a "reservas propias"?

Los productores aseguran que la presión sobre el mercado de granos posibilitó que exportadores de cereales pagaran hasta 20 dólares menos la tonelada a los productores.

Y afirman que lo mismo ocurre en la relación entre frigoríficos y ganaderos, intermediada por el Mercado de Liniers, ya que el cierre de exportaciones provocó una caída del 30 por ciento en los precios.

Los productores, que se consideran marginados del "modelo productivo" que pregona el gobierno, denuncian una fenomenal transferencia de recursos de un sector a otro de la economía, y aquí está otra de la raíces del paro.

La pelea tiene mucho condimento político, porque desde la Rosada también apuntan que la medida fue fogoneada por dirigentes del PRO de Mauricio Macri, algunos de los cuales son ganaderos, y también por el radicalismo, en su afán de mejorar
el posicionamiento de Roberto Lavagna.

Algunos kirchneristas más audaces hasta dirigen sus dardos contra Eduardo Duhalde, a quien acusan de influir sobre productores bonaerenses.

La medida de fuerza cayó muy mal en la Casa Rosada, donde se considera que el campo es el último sector empresario que queda por disciplinar.

Es que, horas antes de anunciarse el paro, Miceli hasta dejó en el cajón la idea de acotar aún más las exportaciones y resolvió reducir el piso de faena de 280 a 240 kilos, un poco más de lo que pedían los productores, que hablaban de 260, pero
la suerte ya estaba echada.

Los productores agropecuarios son los únicos que hoy por hoy se animan a plantarse ante Néstor Kirchner, y por eso todas las usinas oficiales salieron a castigar con munición gruesa el paro.

Lejos de atenuarse, el enfrentamiento parece ir subiendo de tono, a tal punto que productores de distintas provincias quieren convocar a una nueva asamblea para ampliar a dos semanas la medida de fuerza que en principio se extendería hasta el
domingo 10 de diciembre.

¿Se habrá equivocado el presidente al no recibir a la dirigencia agropecuaria, lo cual hubiese al menos postergado la decisión de un paro?

En la lógica impuesta desde el 25 de mayo del 2003 por el gobierno, fue acertado que Kirchner les cerrara la puerta.

La estrategia de golpear primero viene siendo impuesta con éxito por el oficialismo desde los tiempos en que fue necesario domesticar a algunas petroleras que pretendían aumentar precios.

El boicot a Shell que promovió en su momento Kirchner tiene puntos de contacto con los precios máximos que intenta imponer el secretario Moreno en la carne y las frutas y verduras.

El gobierno busca que el mercado no convalide precios altos porque existe una fuerte preocupación por lo que pueda ocurrir en diciembre, ya que se nota un crecimiento de la demanda que podría llevar la inflación por encima del 1 por ciento en el
último mes del año.

El martes próximo el INDEC informará la variación del costo de vida de noviembre, y en el gobierno rezan para que se ubique al menos en los mismos niveles de octubre, cuando subió 0,9 por ciento.

Creen que domar los precios es la única garantía de tener un año sin sobresaltos, pero hay preocupación por algunos pronósticos que ubican al costo de vida por encima del 10 por ciento cuando concluya el 2006.

Ese panorama complicado explica la preocupación oficial, que buscará en el año electoral evitar que la sostenida demanda de granos en el mercado internacional termine arrastrando a los precios locales.

Desde el campo piden racionalidad y le exigen al gobierno que termine con la intervención en Liniers y en el Mercado Central, donde se ponen trabas a la difusión de precios.

En el agro recuerdan que "romper el termómetro para no conocer la temperatura" ya llevó a la Argentina al autismo y el desastre en el pasado.