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25 de abril de 2024
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Por José Calero
Llegó el final de un ciclo económico insostenible
El desafío de Macri será encarar el cambio que demanda la sociedad y corregir las múltiples inconsistencias que deja Cristina Fernández, como el cepo cambiario y el déficit fiscal crónico
22 de noviembre de 2015
El final de un ciclo económico exhausto se confirmó hoy en las urnas con el triunfo de Mauricio Macri, quien tendrá el desafío de liderar una nueva etapa, volver a atraer inversiones, normalizar el mercado cambiario, equilibrar las cuentas públicas y retomar una senda de crecimiento genuino con estadísticas confiables.

La votación pareció reflejar hartazgo hacia un modelo de intervención estatal que terminó casi devorando la iniciativa productiva de la Argentina y provocando múltiples distorsiones en el comercio, la industria, el campo y los servicios.

El final anunciado llegó de la mano de una votación que terminó siendo cabeza a cabeza (2,9 puntos de diferencia), excede largamente las razones económicas y apunta a cuestionar una forma de liderazgo de la que Daniel Scioli parece emerger como víctima, aunque esa será tarea de análisis de sociólogos, politólogos y hasta psicólogos, en las próximas semanas.

Por lo pronto, se aguarda que este lunes mismo el presidente electo salga a dar definiciones para tratar de calmar la ansiedad de consumidores, inversores, empresarios y financistas ante el escenario de transformaciones que se abre.

Deberá manejarse con cautela infinita y dar la menor cantidad posible de pasos en falso, para empezar a develar qué es lo que se viene, lo cual quedó confuso en la campaña, al fragor del combate cuerpo a cuerpo con Scioli.

En especial sobre el final, cuando ante ataques contundentes del postulante oficialista, el ahora presidente electo eligió recalcular en forma desprolija sobre cuestiones centrales, como qué hacer para salir de la trampa del dólar en la que el gobierno kirchnerista metió a la Argentina tras obtener la reelección en 2011, y de la que nunca supo o quiso salir.

Macri dijo que su prioridad será atacar la inflación, pero no con un programa al estilo "Precios Cuidados", sino mediante un aumento de la oferta productiva, dando mayor previsibilidad económica y saliendo a buscar los capitales que la Argentina necesita como el oxígeno.

Será una tarea titánica teniendo en cuenta que el kirchnerismo dejará prácticamente sin reservas al Banco Central, que las remarcaciones se mantienen y la Argentina nunca salió realmente del default de la deuda externa en su puja con los fondos buitre, a pesar del relato oficial en ese sentido, que como en muchas otras esferas, terminó de colapsar un 22 de noviembre ya histórico.

Macri dijo que hay que trabajar en "bajar la inflación, porque lo que devalúa la moneda es el incremento de precios", y prometió que "en un par de años tenemos que llegar a un dígito de inflación, como tienen 99 países de cada 100. Ese es el gran mal que tiene la Argentina. Lo alerté en 2007, no porque fuese un vidente, sino porque ya había vivido lo que era la inflación en los ´80".

El futuro presidente tendrá a su favor que no sólo contó con los votos, sino que tiene la gracia de los mercados, los agentes financieros y las grandes corporaciones, en definitiva, lo que alguna vez se denominó el "círculo rojo", aquellos que suben y bajan las palancas de la economía del país a diario.

Ya tendría decidido dividir el área económica en tres carteras: Economía y Finanzas; Producción y Comercio Exterior; y Energía y Transporte.

Para la última es número puesto Juan José Aranguren, el expresidente de Shell fustigado desde el kirchnerismo y que ahora tendrá la oportunidad de transformar el modelo energético de la Argentina a su gusto, tratando de capitalizar el potencial de Vaca Muerta.

Para Economía y Finanzas suena Rogelio Frigerio, nieto del fundador del desarrollismo -"Voy a tener un ministro de Economía desarrollista", dijo Macri- quien ya propuso ofrecer un título a las empresas para que puedan operar en el comercio exterior mientras se recomponen las reservas.

Alfonso Prat-Gay, expresidente del Banco Central, tendría un cargo asegurado en el gobierno de Macri, aunque no se sabe si en la Cancillería, como él aspira, al frente de la autoridad monetaria como sucesor del vapuleado Alejandro Vanoli o en alguna otra cartera.

Por su parte, Macri analiza reponer en sus cargos a los técnicos del organismo desplazados por la dura intervención realizada por Néstor Kirchner a principios del 2007.

En cuanto a los subsidios a las facturas de servicios públicos, Macri dijo que a quienes los necesitan no se les van a interrumpir, por lo que es de esperar una quita amplia que afectará los sectores medios de la zona metropolitana.

"Lo que prometo es un sistema tarifario justo y equilibrado en todo el país, y hacernos cargo de ir a un proceso de inversión mejorando los servicios públicos. Lo que se ha deteriorado mucho en la Argentina es la calidad, especialmente en varias zonas del país en el tema eléctrico", anticipó.

Para sostener el dólar, Macri ya habría acordado un aporte de banqueros locales y otro de exportadoras de cereales, tal cual aseguran que hizo respecto de los precios con alimenticias de peso.

En el equipo económico del macrismo están seguros de que cuando asuman el poder se encontrarán con varias sorpresas ocultas bajo la alfombra de un relato que buscó convencer a los argentinos de que la realidad era otra de la que soportaban a diario.

Un caso es el desaforado aumento del gasto público, que duplica al de la recaudación impositiva y la inflación, que triplica a la suba del dólar oficial, pero también el gasto público se disparó 1.200% hasta julio de este año mientras la emisión subía 650%.

A esto se suma que los subsidios a la energía escalaron ni más ni menos que un 1.700% en lo que va del año.

Por si faltara poco, el déficit fiscal de 2015 será el mayor desde 1982 -la Auditoría General de la Nación lo ubica por encima de los 400.000 millones de pesos- y financiado con emisión monetaria, con el consiguiente perjuicio inflacionario.

El problema es que se trata de una suma de desajustes armada durante años bajo el secretismo de un Estado que se fue cerrando cada vez más, incumpliendo las normas más elementales del republicanismo.

Es que el segundo gobierno de Cristina Fernández fue una sucesión de desbarajustes estructurales, empezando por un cuadro energético que significa un cuello de botella para la expansión de la economía.

En medio de tamaño desafío, Macri dijo que "devaluar no es la solución", mientras Scioli se le venía encima tratando de descontar en forma desesperada la diferencia.

Los argentinos de bolsillos flacos sólo esperan que el futuro presidente pueda cumplir al menos esa promesa.