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25 de abril de 2024
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Por José Calero
Apenas 7 meses y Macri ya sufrió su primer cacerolazo
En medio de la inflación, los tarifazos representan un fuerte golpe al bolsillo de la gente y no parecen haber sido aplicados con el tino adecuado, lo cual genera reacciones y agudiza la recesión
18 de julio de 2016
La política económica tiene varios frentes abiertos que no se agotan en la polémica cuestión tarifaria, ya que también abarcan una inflación sorprendentemente alta, recesión y caída del consumo.

El presidente Mauricio Macri soportó el primer cacerolazo de su corta gestión, originado en el fuerte aumento de tarifas en los servicios, que no le dan tregua al bolsillo de la gente.

La evaluación que hacen en el gobierno es que la protesta fue exagerada, teniendo en cuenta la apertura dialoguista que practica esta nueva gestión.

Pero no pasó desapercibido que muchos barrios de clase media que votaron en forma masiva a Macri, como Caballito, protagonizaron ruidosas protestas contra las alzas de tarifas.

El mayor riesgo al que se expone el presidente es empezar a ser visto como un dirigente insensible, una imagen que le costó muchos años revertir por su origen millonario.

El jefe de Estado se ha mostrado bailando, incluso en un balcón histórico de la Casa Rosada, pero carece de la impronta populista de otros dirigentes que llegaron al Sillón de Rivadavia, como Raúl Alfonsín, Carlos Menem o Néstor Kirchner.

Sabe que esa es un falencia, y la trata de suplir haciendo un culto de sinceridad cuando adopta decisiones que golpean la economía de los hogares.

"Me duele tomar estas medidas", repitió cuando el tarifazo empezaba a llegar en la forma de exorbitantes facturas de gas o de agua en los hogares.

El jueves 14 de julio recibió el primer baño de realidad sobre las consecuencias de medidas duras, que debió salir a rebobinar parcialmente en dos oportunidades.

Ahora, promete que ninguna factura de gas aumentará más de cinco veces respecto del mismo período del 2015, pero en las propias distribuidoras admiten que el impacto igual será fuerte y que a las familias se le hará muy cuesta arriba afrontarlas.

Es que la Argentina está lejos de atravesar una situación holgada en materia económica.

Todo lo contrario, hay enormes carencias presupuestarias en los hogares, la inflación licúa cualquier mejora salarial y el consumo cayó a uno de los niveles más bajos de los últimos años.

La caída en la industria de la construcción golpea en una línea de flotación muy sensible.

En muchos hogares, el sustento pasa por las changas que los jefes de familia realizan en ese sector, y ahora están paralizadas.

Para colmo, la mayoría está trabajando en negro, por lo que no pueden solicitar seguro de desempleo.

Es un esquema de supervivencia muy precario, que a algunos funcionarios acostumbrados a ocupar puestos gerenciales en grandes empresas les cuesta a veces entender.

Este problema de índole cultural empieza a aparecer como uno de los problema en la gestión de Macri: la distancia entre muchos de sus ministros y los problemas de la gente de pie.

Por eso Macri trata de humanizar su discurso siempre que puede, y contar intimidades como la charla que mantuvo con un operario del puerto de Bahía Blanca sobre las subas de tarifas.

Pero su origen millonario lo complica y, en un escenario de crisis, en buena medida heredada del kirchnerismo, lo hace convertirse en blanco fácil para la andanada de críticas que llueven desde el kirchnerismo.

Esa facción política está desacostumbrada a estar lejos del poder, y opera a diario para tratar de que a Macri las cosas le salgan lo peor posible.

Lo demostró en el Congreso, donde si no fuera por los legisladores peronistas, con más timing para el realismo político que los duros del kirchnerismo, hubiese sido muy difícil sacar leyes como el pago de la deuda.

El ministro de Energía, Juan José Aranguren, sostiene que este es el camino para empezar a recuperar el autoabastecimiento energético, pero la estrategia se está haciendo muy cuesta arriba.

El entuerto judicial en el que se enredó el gobierno también juega en contra, ya que existen dudas sobre los alcances del aluvión de fallos judiciales contra los aumentos.

Otro dato que suma mucho ruido es la inflación: a pesar de los esfuerzos oficiales por enfriar la economía, se mantiene por encima del 40% anualizada, un nivel altísimo.

Un costo de vida que se ubique por encima del 3% mensual es capaz de generar una rebelión sindical capaz de agravar el escenario social.

La CGT solo está esperando que se concrete el retiro de Hugo Moyano para organizar la primera medida de fuerza de alta escala contra la política económica.

Es una dinámica que se sabe donde empieza pero no donde termina: basta recordar los 13 paros generales con los que Saúl Ubaldini tuvo a mal traer a Alfonsín en los ´80.