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24 de abril de 2024
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Por José Calero
¿Sirve empecinarse con la inflación a costa del freno económico?
El jefe del BCRA, Federico Sturzenegger, viene maniobrando con todo su poder de fuego para tratar de cumplir la ambiciosa meta que se fijó para este año. ¿Y si sobreactúa adrede porque conoce el "ser argentino"?
14 de mayo de 2017
La persistente inflación copó la escena económica y comienza a primar en el Gobierno la idea de que no podrán cumplirse las exigentes metas del Banco Central para este 2017, que le intentan poner un techo del 17% al costo de vida.

Por ello, la estrategia será poner el acento a partir de ahora en destacar que el costo de vida se desaceleró a la mitad comparado con 2016, y tratar de capitalizar ese logro en un año electoral.

"Si en 2016 los precios se dispararon 40%, cerrar 2017 con un costo de vida que ronde el 22% será un logro no menor, que esperamos la ciudadanía pondere", razonó un funcionario enfocado en seguir el desarrollo de la industria en la provincia de Buenos Aires.

El jefe del BCRA, Federico Sturzenegger, viene maniobrando con todo su poder de fuego para tratar de cumplir la ambiciosa meta que se fijó para este año.

Pero el costo de vida trepó 2,6% en abril y acumula 9,1% en el primer cuatrimestre, demasiado para las expectativas de la autoridad monetaria.

Las principales espadas del gobierno analizaron el tema esta semana y llegaron a una pregunta inquietante: "¿De qué serviría cumplir la meta si no podemos mostrar una recuperación económica sustentable?".

Sería un triunfo pírrico, ya que obsesionados por ganar una batalla se perdería de vista el daño provocado al aparato productivo.

Se le adjudica a Pirro haber pronunciado una frase histórica tras vencer a los romanos: "Otra victoria como ésta y volveré solo a casa", dicen que afirmó el rey de Epiro al contemplar los miles de muertos en el campo de batalla que había costado el triunfo.

Mauricio Macri podría parafrasear a Pirro y decirle al jefe del Banco Central que si el costo de bajar la inflación al 17 por ciento será la destrucción del aparato productivo, el éxito no valdrá la pena.

Tampoco le permitirá al oficialismo obtener un resultado decoroso en las legislativas de medio término, porque se cuentan con los dedos de una mano los casos en los que una administración triunfó en una elección mientras la economía no remontaba.

El presidente pondera la tenacidad que Sturzenegger ha puesto en bajar el costo de vida, aunque para ello deba colocar la tasa de interés en niveles altos, por encima del 26 por ciento.

Pero el consenso en el Gabinete nacional es que llegó la hora de preocuparse más por la reactivación que por lo que ocurre con el costo de vida.

¿Esto quiere decir que se terminó la política de tasas altas? El interrogante se develará en las próximas semanas.

Pero existe la decisión política de profundizar el vuelco de sumas multimillonarias para dinamizar la obra pública.

El Gobierno prevé invertir en obras unos $186.000 millones y buena parte de esos fondos los desembolsará antes del 22 de octubre, día en que se elegirán diputados y senadores.

Parte de esa monumental suma ya disparó con fuerza el consumo de asfalto, mientras obras de impacto, como el Metrobus de La Matanza, buscan ser capitalizadas en terrenos esquivos para Cambiemos, la mayoría gobernados por el peronismo.

Entre el Ministerio del Interior y el de Transporte invertirán unos $ 500 millones por día.

La cartera a cargo de Rogelio Frigerio tiene a su disposición más de $ 73.000 millones.

Macri repite ante quien lo escuche que este será el año de la obra pública, que representa un tercio de los trabajos de infraestructura previstos para el 2017.

Guillermo Dietrich, el inquieto ministro de Transporte, dijo que la Argentina implementará el plan de infraestructura más "importante de la historia".

Una pata central será el plan de viviendas por $ 17 mil millones, que se suma a los más de $ 25 mil millones del plan Procrear.

Para cuando termine el año, el gobierno quiere tener casi 70 mil viviendas construidas.

Sturzenegger es consciente de que se fijó una meta ambiciosa, pero su jugada fue deliberada.

Uno de los economistas más respetados y consultados por el establishment le reprochó meses atrás haberse fijado semejante exigencia.

"Para qué te pusiste una meta tan exigente, si con 22% estabas bien", le dijo ese reputado consultor.

El jefe del BCRA le respondió con una frase que parece reflejar su conocimiento del ser argentino: "Porque si la ponía en 22% la iban a querer llevar al 27%", explicó.

Tal vez tenga razón.