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Por José Calero
¿Se puede crecer durante una década?
17 de marzo de 2007
La Argentina creció fuerte por cuarto año consecutivo y ahora la gran duda es hasta cuándo puede extenderse este rumbo favorable que permitió, entre otros logros, reducir el desempleo a un dígito.

Ya es un hecho que este año electoral la economía seguirá creciendo a buen ritmo –se habla de un 7 por ciento- lo cual jugará a favor del oficialismo de cara a los comicios de octubre, por lo que Néstor Kirchner podrá cerrar su ¿primer?
mandato exhibiendo la contundencia de los números.

Sin embargo, la inversión extranjera directa no acompañó la bonanza de la economía argentina, y tal vez allí el gobierno, el actual o el que viene, deberá revisar parte de su estrategia de seducción a los capitales foráneos.

El país no termina de ser bien visto por parte de los centros financieros mundiales, tal vez más a gusto con la apertura indiscriminada de los ´90.

Tampoco convence aún la diatriba oficial de que se está a un paso de regularizar totalmente la deuda externa.

En los últimos días hubo esfuerzos en ese sentido por parte del gobierno, cuando el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, aprovechó su discurso ante representantes mundiales en materia de comercio, para decirles que el país está a un paso de cerrar las negociaciones con el Club de París.

Según el razonamiento oficial, si se alcanza ese acuerdo la Argentina podrá anunciar al mundo que su deuda fue regularizada tras el histórico default del 2001.

No piensan lo mismo por otras costas: desde la Task Force de bonistas que quedaron fuera del canje recuerdan cada vez que pueden que son miles los ahorristas –muchos italianos- que tienen en sus manos títulos por más de 20.000 millones de dólares, que por ahora son "papel pintado".

Esos bonos también están en manos de varios "fondos buitre", que en su momento los compraron a pequeños tenedores a precios irrisorios, porque confían en poder torcerle el brazo a la Argentina en juzgados internacionales, como el del pintoresco
juez Thomas Griesa en Nueva York.

Cualquiera sea el final de esta historia, si es que llega algún día, es concreto que la Argentina aún mantiene esa deuda, más allá de que el canje esté cerrado.

Pero los interrogantes no terminan allí, porque la negociación con el Club de París parece menos avanzada de lo que afirmó Alberto Fernández.

El presidente Néstor Kirchner utilizó un término poco diplomático para graficar la situación: "De acá´, vamos a volver a hacer un acuerdo con el FMI para acordar con el Club de París", fue la frase elegida por el jefe de Estado.

Fue cuando se enteró de las presiones que había entre los países poderosos para forzar a la Argentina a volver al Fondo para arreglar esa deuda de 6.500 millones de dólares con el Club de París, que en definitiva es "poca plata" si se la compara con
la magnitud del canje de deuda ya cerrado.

Esta semana la espinosa cuestión debió ser retomada por Felisa Miceli, cuando se enteró de una novedad desagradable: el Club de París sugirió a la Argentina que, así como hizo con el FMI, cancele con reservas la deuda contraída con ese pool de
naciones europeas.

La ministra, por orden directa de Kirchner, sostuvo que esa pretensión era inaceptable porque complicaría al país en momentos en que se inicia un sendero de crecimiento sostenido.

¿Por qué se usaron reservas para pagarle al Fondo y no se quieren utilizar para saldar la deuda con el Club de París, que representa menos de la mitad?

Es que la Argentina, al cancelar las obligaciones con el FMI, se liberó de sus presiones para imponer tal o cual programa económico. Mientras que con el Club de París no tiene obligación alguna de fijar determinada agenda, y por ello pretende pagar en cómodas cuotas.

Miceli ya discutió esa estrategia con Kirchner y hay coincidencia total en el camino a seguir, por lo que la Argentina viene sosteniendo que se le pagó adelantado al FMI para tener la posibilidad de continuar implementando políticas económicas independientes.

En el gobierno están furiosos con la pretensión del Club de París, pero ya venían advirtiendo ese riesgo por distintos papers que circulan en la city porteña.

Esos argumentos advierten que el sostenido ritmo de crecimiento de las reservas del Banco Central, que están en 36.000 millones de dólares, hará crecer las apetencias de los acreedores.

Pero al país no le queda otra que robustecer su nivel de reservas para hacerse menos vulnerable ante cimbronazos en los mercados que, parece, serán cada vez más frecuentes, y más si se confirma la hecatombe del sistema inmobiliario en Estados
Unidos, que podría derivar, a juicio del influyente Alan Greenspan, en una posible recesión.

"Usaremos las reservas para contener shocks externos, y que nadie se entusiasme con hacer más vulnerable a la Argentina", fue el mensaje que Miceli hizo trascender a propios y extraños.

La ministra busca aprovechar su paso por la Asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo en Guatemala para transmitir señales en ese sentido.

Miceli prevé reunirse allí con el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Henry Paulson, a quien mencionará la conveniencia de que no haya presiones extra en la delicada negociación con el Club de París.

La relación entre la Argentina y Estados Unidos no está en su mejor momento luego de que el presidente venezolano Hugo Chávez se despachó a gusto contra George Bush en su paso por Buenos Aires, con acto "anti-imperialista" incluido.

Mientras deshojan la margarita para definir si será "pingüino o pingüina" quien representará al oficialismo en las presidenciales de octubre, en la Casa Rosada son conscientes de que la Argentina debe fortalecer su inserción en el mundo si
aspira a completar una década de crecimiento sostenido.

Por ello, las señales positivas que coseche Miceli en su paso por la Asamblea del BID y los consensos que vaya obteniendo la Argentina de los gigantes de la economía mundial le vendrán muy bien al país de cara a alcanzar el objetivo de volverse más
atractivo para las inversiones.

Igual, el rumbo parece ser el correcto, pero el estilo no termina de convencer a los grandes jugadores de las finanzas mundiales.