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Por José Calero
Argentina, a espaldas del poder mundial
27 de marzo de 2007
Lejos de tener gestos proclives a recomponer la relación, la Argentina avanzó en las últimas semanas en un camino que parece sin retorno, al ratificar la decisión de buscar un crecimiento a espaldas de cualquier apoyo de los centros de poder mundial.

Esa lectura surge de definiciones políticas y económicas que obligan a remontarse al mantenimiento del default en los primeros pasos de la gestión de Néstor Kirchner y, luego, la decisión de mantener los términos del canje de deuda a pesar de las presiones del establishment internacional.

Si el país salió airoso de esa audaz jugada, Kirchner subió la apuesta cuando ordenó pagar toda la deuda con el Fondo Monetario para darle la espalda a cualquier plan económico orientado desde ese organismo.

Y cuando todo parecía quedar allí y la Argentina se convertía en la sorpresa mundial al sostener más de 40 por ciento de crecimiento en cuatro años dando la espalda a los centros de las finanzas internacionales, la administración kirchnerista acaba
de dar muestras de que pretende "ir por todo" en la instalación de un nuevo paradigma político-económico.

Ya no es sólo el alineamiento con gobiernos defenestrados por Washington como los de Hugo Chávez en Venezuela o Evo Morales en Bolivia.

Kirchner, a través de su esposa y posible futura presidenta Cristina Kirchner, acaba de decidir que la Argentina asesorará oficialmente a Ecuador, el mismo país que aplicó la dolarización en su momento, para renegociar su deuda.

Coincidencias o no, el mismo día que se hizo ese anuncio, Estados Unidos blanqueó en público su mal humor por el acto anti-Bush que Chávez lideró en las calles de Buenos Aires, con aval del gobierno de Kirchner, realizado al mismo tiempo en que el presidente norteamericano se reunía con Tabaré Vázquez en Uruguay luego de visitar a Lula Da Silva en Brasil.

Ese acto en el estadio de Ferro cayó mal en Washington, pero peor parece haber sido recibida la novedad de que el "ejemplo" argentino en materia de deuda externa puede extenderse como reguero de pólvora entre las naciones del Tercer Mundo.

La Argentina brindará "asistencia técnica financiera" a Ecuador, es decir, suministrará los equipos y argumentos para que el gobierno de Rafael Correa pueda alcanzar una quita de la deuda en términos similares a los que logró la administración Kirchner.

El acuerdo lo firmó la ministra Miceli, pero el aval político lo dio Cristina Kirchner, quien en Ecuador fue recibida como futura presidenta de los argentinos, en otra señal de que Latinoamérica parece prepararse para que finalmente una "pingüina"
gobierne la Argentina.

Correa, de profesión economista, no sólo habló del "éxito" de la experiencia argentina, sino que le hizo sentir a Cristina la admiración que siente su gobierno por el kirchnerismo.

En este "asesoramiento" que la Argentina brindará a Ecuador, cuya deuda ronda los 10.000 millones de dólares, tendrá mucho que ver el secretario de Finanzas, Sergio Chodos, quien aportará buena parte de la "materia gris".

De paso, el gobierno ecuatoriano metió una cuña en la interna política argentina, ya que oficialmente salió a aclarar que en ningún momento se pidió asesoramiento paralelo a Roberto Lavagna, al fin y al cabo artífice, al menos técnico, del canje
de deuda.

Club de París

Ese distanciamiento cada vez mayor que pone la Argentina con los lugares del mundo donde se deciden las finanzas internacionales, tuvo otras señales de peso.

El gobierno de Kirchner terminó de ratificar, por si hiciera falta, que en ningún momento se consideraría la posibilidad de volver a la órbita del FMI para lograr un acuerdo con el Club de París, con el cual la Argentina debe arreglar una deuda de 6.500 millones de dólares para poder gritarle al mundo que normalizó sus obligaciones.

En la Casa Rosada confían en que finalmente Estados Unidos, Italia y Japón, por nombrar algunos países, aceptarán que a ese acuerdo se arribe sin la injerencia del Fondo.

Después de todo, el "sapo" mayor ya fue digerido por los grandes países, cuando la Argentina logró la quita de deuda más grande de la historia de las finanzas internacionales.

Igual, para Washington la Argentina no es un buen ejemplo a seguir, y así lo dejó claro el número tres del Departamento de Estado, Nicholas Burns, cuando abandonó los hábitos de la diplomacia y lamentó el acto de Chávez contra Bush.

Escenario económico

La Argentina tuvo en la semana varias buenas noticias que reflejan cómo la mejora del escenario económico empieza a derramar sus bondades sobre los indicadores sociales.

La actividad económica continúa creciendo alrededor del 8 por ciento en los primeros meses del año, y por ahora la desaceleración no parece mellar el sendero de alza en la actividad.

La decisión de la Reserva Federal de mantener la tasa de interés jugó a favor del país, porque dio un respiro a los mercados y mejora el escenario para emitir un nuevo bono por 1.000 millones de dólares en abril próximo.

La pobreza experimentó una fuerte baja y está casi en la mitad de hace cuatro años, cuando asumió este gobierno, aunque aún un cuarto de la población, unos 10 millones de personas, la siguen padeciendo.

Por eso, las principales herramientas del Estado serán puestas en los próximos meses electorales a atender el frente de los precios, porque el gobierno coincide en que la mejor forma de seguir bajando la pobreza en una economía en crecimiento es
contener la inflación.

La intención es ir "paso a paso" peleando en los distintos terrenos donde se presenten las dificultades y tratando de anticiparse a algunos golpes.

Algo de eso ocurrió con la mayor presión sobre precios de productos clave para Semana Santa, que desde la secretaría de Comercio Interior buscan frenar.

El gobierno cuenta aquí con una ventaja: ningún sector empresario quiere enemistarse con la Rosada, porque hay convencimiento de que el kirchnerismo se quedará otros cuatro años en el poder.

"Muchas empresas nos piden a las cámaras empresarias que planteemos los problemas pero sin pelearnos, nadie quiere enfrentarse con el ´Presi´ y su gente", narró uno de los hombres que integrarán la cúpula de la UIA a partir del 8 de mayo
próximo, cuando asuma la nueva conducción.

En su relación con las cámaras empresarias el gobierno adoptó una estrategia que está dando resultados.

Si alguna entidad no se allana al discurso imperante, desde el gobierno ya no llaman al presidente de la cámara, sino que se comunican directamente con las principales empresas que la integran.

Algo así ocurrió en la alimenticia COPAL, donde su presidente, Alberto Alvarez Gaiani -a quien el gobierno identifica con "resabios del menemismo de los 90"-, apenas amagó con alguna crítica fue sacado del camino de un plumazo, a tal
punto que ni siquiera mantendrá su espacio en la UIA.

En el gobierno consideran que la Argentina no atraviesa tiempos de medias tintas, y por eso va por todo, en un posicionamiento que le está generando muchos adversarios en la arena de los poderosos.

Pero que por ahora le es funcional a una economía en crecimiento combinado con un nivel de imagen positiva inédito para un presidente con casi cuatro años en el Sillón de Rivadavia.