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Por José Calero
Distribuir 50/50, meta para el nuevo gobierno
16 de junio de 2007
En la Casa Rosada y en los ministerios ya se empieza a hablar de la etapa política que se viene para después del 10 de diciembre, cuando esperan que otro referente del kirchnerismo esté sentado en el Sillón de Rivadavia.

Faltan seis meses para esa fecha y comienzan a aparecer definiciones de política macroeconómica a las que conviene prestar atención.

La presencia de Cristina Kirchner en el foro de la OIT de Ginebra fue tomada muy en serio por sectores empresarios y sindicalistas, a los cuales les quedó la idea de que estaban frente a la candidata presidencial con vistas a octubre.

"Parece que será pingüina nomás", deslizó uno de los hombres de empresa que asistió a las deliberaciones de esa Asamblea, donde la senadora aprovechó cada exposición para dejar en claro el rumbo que imaginan desde el gobierno para los próximos años.

Allí, la primera dama dijo que, desde la óptica oficial, todavía hay mucho por hacer para mejorar la distribución de la renta, e incluso aportó algunos números: Cristina dijo que, según las cifras que maneja el gobierno, la participación de los
trabajadores en la renta está en el 41 por ciento, y que la pretensión es llegar a un 50/50.

La discusión sobre cómo se distribuye la renta es casi tan vieja como el mundo, y motivo de tensiones permanentes entre el mundo del trabajo y el del capital.

Se refleja todavía en la falta de acuerdo en gremios clave, como es el caso de los telefónicos, pero registró esta semana avances decisivos en el caso de los mercantiles, que cerraron un ajuste salarial del 23 por ciento, en distintas etapas.

"Al final, Cavalieri le ganó a Barrionuevo", bromeaban algunos sindicalistas mientras degustaban vinos de excelencia y canapés en la recepción que se le hizo a Cristina en Ginebra, aludiendo a que el acuerdo salarial de los mercantiles terminó superando al de los gastronómicos.

En un foro internacional anterior Cristina había sugerido que una de las primeras medidas en materia económica que tomaría un próximo gobierno kirchnerista sería una reforma impositiva que, entre otros puntos centrales, rebajara el IVA para los artículos de la canasta básica.

La medida se inscribe también en la lógica de un gobierno que sigue con atención la evolución del Coeficiente de Gini, esa herramienta estadística que permite saber cómo está la relación de ingresos entre los sectores que más ganan y los que tienen
menores recursos, y que por ahora no arroja los resultados esperados.

Es que el crecimiento sostenido de la economía no contribuyó aún a reducir en forma significativa la brecha social, ya que el sector más rico de la población tiene ingresos 31 veces mayores que el más pobre. Ese indicador bajó casi nada en el último año.

¿Un nuevo pacto social?

El tema del ingreso no fue el único que abordó Cristina en su periplo por Ginebra. Con una verba que hizo acordar a los tiempos en que José Ber Gelbard ocupaba el Ministerio de Economía en los 70, la primera dama aludió a la necesidad de una "diálogo social tripartito".

Algunos de sus interlocutores se entusiasmaron y creyeron ver en esas palabras la idea de impulsar un nuevo "pacto social", protagonizado por trabajadores, empresarios y el Estado.

Así al menos lo vieron desde la CGE porteña, el lugar de donde justamente salió Gelbard, que expresó su "júbilo" ante la posición asumida por la senadora.

No está clara aún la idea de Cristina sobre este punto, pero sí aparece con cada vez mayor presencia la idea del kirchnerismo de que las tensiones por la distribución de la renta deben discutirse en una mesa de diálogo.

En forma extraoficial la aplicó el presidente Néstor Kirchner cuando terció en muchas de las negociaciones salariales de este año, que le fueron agradecidas por los gremios más fuertes con ruidosas marchas frente a la Casa Rosada.

El gobierno viene hablando de la necesidad de alcanzar el "crecimiento con inclusión social" y, en el ideario de Cristina, debería construirse sobre tres pilares: "Calidad
económica, fiscal y social".

La senadora también le pidió "inteligencia" a los empresarios y les deslizó otro aspecto central de su ideario cuando les dijo que está "comprobado" que la cooperación entre el capital y el trabajo mejora el desarrollo de las naciones.

Los nubarrones

En medio del entusiasmo que generan los números positivos de la economía, la Argentina enfrenta nubarrones que deberán atenderse con urgencia.

La demanda de productos está creciendo más rápido que la oferta y presiona sobre los precios, pero ahora los principales obstáculos aparecen por el lado de la ecuación energética, ola polar mediante.

Ya es un hecho que la falta de gasoil está complicando la actividad del agro, y también volvieron los cortes de gas a usuarios comerciales e industriales.

Hay dudas entre los especialistas sobre qué puede ocurrir si esta ola polar persiste y obliga a los hogares a consumir más energía para tener calefacción.

También hay señales de cierta desaceleración leve en el crecimiento motivada por la falta de inversiones.

Es decir, todavía el crecimiento económico sigue a buen ritmo, con una mejora del 8 por ciento en el primer trimestre del año, pero si no empiezan a llegar capitales frescos será complicado mantener ese rumbo.

Ya se empezó a notar en el caso de la construcción, donde la inversión creció la mitad de lo que había logrado en el 2006.

Es que, aunque no le guste al gobierno, en medio de tanto escenario favorable todavía los dueños del capital mantienen prevenciones hacia el estilo K, y esa es una asignatura que quedará pendiente para la próxima administración.