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Por José Calero
Las malas noticias llegan todas juntas
7 de julio de 2007
El paso al costado anunciado por el presidente Néstor Kirchner para las presidenciales de octubre encontró a su gobierno en el peor momento de la gestión en materia económica.

Hasta ahora, favorecida por las excelentes condiciones internacionales para los commodities argentinos, la administración Kirchner había sabido aprovechar en estos más de cuatro años las ventajas del tipo de cambio alto.

Eso le permitió nutrirse de millonarios ingresos de divisas para sostener el modelo y apuntar hacia la "salida del infierno", como le gusta decir al Presidente.

Pero, en los últimos meses, algunos vientos cambiaron de dirección y amenazan atravesar con la furia de un tornado a la última etapa de gobierno.

La crisis energética, siempre negada por el gobierno, se hizo indisimulable apenas la lotería del clima anticipó las bajas temperaturas y dejó al desnudo la endeblez de un sistema energético en el cual no se invirtió en dos décadas.

Es cierto que el fuerte crecimiento económico del país exigió al máximo la provisión de gas y electricidad, pero también que el gobierno no supo recrear las condiciones para que se anticiparan las inversiones necesarias que habrían morigerado semejante
impacto sobre la estructura productiva.

Los cortes de electricidad y gas a industrias, que arreciaron en los últimos días, dejarán una huella a mediano plazo que impactará sobre el Producto Bruto.

¿A cuánto ascenderá el perjuicio? Es la pregunta del millón, y algunos especialistas ya empezaron a hacer cálculos.

Para Fausto Spotorno, economista jefe de Orlando Ferreres & Asociados, la crisis energética le puede costar a la Argentina entre 0,5 y 1 punto del Producto Bruto, estimado en 7 por ciento para este año.

Del lado de las industrias maldicen su suerte: este año habían anticipado ciclos de producción para mayo porque esperaban complicaciones cuando arrancara el invierno, y el frío les jugó una mala pasada anticipándose.

A muchas los recortes de energía las tomaron en el pico de su producción, por lo que el impacto sobre las ventas será mayúsculo.

¿En cuánto será afectada la facturación? Los números van y vienen entre los analistas y todavía es muy difícil de calcular.

Una cifra que circula entre los industriales bonaerenses de la UIPBA congela la sangre: allí especulan con que si las restricciones energéticas se prolongan unos dos meses, y se continúa afectando el 30 por ciento de la provisión energética, el costo sobre la facturación puede rondar los 500 millones de dólares en la provincia, y ampliarse a 1.700 millones en todo el país.

Mientras al aparato productivo sigue observando con pavura lo que ocurre con la energía, el gobierno volvió a apelar a uno de los roles en que se siente más cómodo: echar mano de su poder de policía.

Y allí recobró toda su fuerza el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, quien había quedado golpeado tras fracasar en frenar el desmadre de precios.

Moreno primero aplicó una multa millonaria a la petrolera Shell, que a esta altura parece el enemigo perfecto para la administración Kirchner, que alguna vez convocó a sabotear a la compañía.

Luego, el enfático secretario levantó en peso al directorio de Metrogas por los recortes a las industrias que enfurecieron a la Casa Rosada.

"Oficial" y paralela

Como alguna vez ocurrió con el dólar en tiempos de la bicicleta financiera, ahora existen en la economía argentina indicadores "oficiales" y paralelos.

Eso ocurre con el INDEC, cuyos informes son tomados con pinzas por los analistas locales y directamente desechados por quienes toman decisiones de inversión a nivel internacional.

La inflación de 4 por ciento para los primeros cinco meses del año no cierra para ningún economista independiente, y por eso los informes que las principales consultoras presentan ante las empresas ya hablan de dos costos de vida.

El "oficial" ubica la inflación entre el 8 y el 9 por ciento, pero el "real" estima que este año se puede disparar hacia el 15 por ciento.

Tal es la gravedad de la situación en el INDEC que expertos en estadística de larga trayectoria que se desempeñan en el organismo ya avisaron que en este marco de presiones permanentes y cambios metodológicos será muy difícil elaborar un dato clave
para de la situación social: el nuevo índice de pobreza.

La falta de indicadores confiables es un dolor de cabeza también para los mercados, porque un porcentaje mayor o menor en el Producto Bruto o el coeficiente CER puede representar muchos millones de pesos para quienes tienen bonos que ajustan por esas
variables.

¡Ay, Felisa!

En la Casa Rosada aún no pueden creer cómo a la ministra Felisa Miceli "se le escapó semejante tortuga".

La ministra dejó toda una noche 200 mil pesos en una bolsa en su antebaño y tuvo la mala suerte de que la celosa Brigada Antiexplosivos la detectara a la mañana siguiente en su recorrida habitual.

Bastó que un diario publicara la noticia para que desde el interior mismo del gabinete nacional sus enemigos alentaran la difusión de detalles del desaguisado.

La ministra terminó alentando más las sospechas y suspicacias al no salir a informar personalmente lo que había ocurrido y negarse inicialmente a responder las preguntas de la prensa, una práctica cuestionable que es habitual del presidente Kirchner
para abajo en el gobierno.

El tema ganó espacio en la prensa y luego trascendió las fronteras.

La cuestión alentó rumores sobre su renuncia e incluso hasta se llegaron a barajar reemplazantes, pero desde Economía rechazan de plano esa posibilidad.

"Ese dinero es mío y está declarado. Así surge de la última presentación que hice a la AFIP y de la evolución de mis ingresos en el 2007", le dijo Miceli primero al jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y luego al propio presidente Kirchner, fastidiado por
la situación.

Después, aseguró que parte del dinero se lo había prestado su hermano.

La sensación que queda entre los empresarios y hombres de negocios es que la ministra deberá aclarar con minuciosa rigurosidad todo lo actuado.

Por ejemplo, mostrar un boleto de compraventa de una fecha inmediatamente posterior al 5 de junio, cuando se labró el acta con los fatídicos 100 mil dólares y 31 mil pesos encontrados en su despacho. Y las declaraciones juradas ante la AFIP que reflejan que tenía ese dinero.

Caso contrario, el riesgo de que Kirchner le suelte la mano, se acrecentará.