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Por José Calero
Aguantar hasta octubre y después ajustar
5 de agosto de 2007
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Los administradores del dinero se cansaron de índices "dibujados" en el INDEC, porque todas las mediciones privadas arrojan al menos el doble de lo que marca el costo de vida oficial.

En medio de la pavura que provocan las mediciones del INDEC en el mercado financiero, hay tiempo para bromas y se habla del próximo lanzamiento del índice "deslechugado".

El primer objetivo es limitar las turbulencias hasta las elecciones de octubre. Después, tal vez llegue la hora de ajustar algunas variables que parecen empezar a salirse de cauce.

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El presidente Néstor Kirchner masculla bronca porque los mercados comenzaron a darle la espalda, pero aparece como el gran responsable de la venta en tropel de bonos argentinos decidida en las últimas semanas por varios fondos de inversión.

En la Casa Rosada llegaron al extremo de debatir una llamativa conspiración de esos fondos, destinada a realizar compras millonarias de verduras para hacer subir el precio y que de esa forma impacte sobre el costo de vida.

El objetivo sería hacer subir la cotización de los bonos indexados por coeficiente CER -inflación- que están en sus carteras.

Pero los administradores del dinero se cansaron de índices "dibujados", ya que para la mayoría del establishment financiero la inflación informada por el INDEC no resiste el menor análisis, porque todas las mediciones privadas arrojan al menos el doble de
lo que marca el costo de vida oficial.

El problema no es sólo la verdura, que en esta época del año suele ingresar en el sube y baja marcado por la estacionalidad, sino rubros menos permeables al clima como la salud, la educación o el turismo, severamente cuestionados por los especialistas.

Kirchner dejó meter mano en el INDEC al polémico secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, que no tuvo miramientos hasta en exigir dónde se hacían los relevamientos del organismo para enviar a su tropa a "hablar" con los comerciantes antes de que llegaran los técnicos.

Moreno siempre vio como un error que el INDEC fuese una burocracia de técnicos que no entienden nada de política, cuando en realidad esa es la principal virtud del organismo, que debe tratar de mantenerse al margen de los vaivenes del poder y tratar
de reflejar con la mayor rigurosidad posible qué está ocurriendo en la economía real.

En los últimos días el precio de la verdura llegó hasta Wall Street y al debate por la deuda externa.

No escapa a los analistas que la Argentina tiene unos 180.000 millones de pesos emitidos en bonos con CER, es decir, cotizan al compás de la inflación.

La acusación directa lanzada por el Presidente a los fondos de inversión venía siendo debatida hace semanas en el Gobierno, a tal punto que Moreno denunció, aunque sin demasiadas pruebas, que esos fondos estaban comprando en forma masiva partidas de verdura para hacer subir el IPC y la ganancia de los tenedores de títulos públicos.

No escapa al Gobierno que en alimentos se define buena parte de la inflación, ya que por cada punto que sube este rubro su impacto final sobre el IPC es de un 30 por ciento, es decir, 0,3.

Por eso, la oposición política, pero también la Justicia, sospecha que buena parte de la manipulación sobre los números del INDEC se dio en este rubro clave.

También por ello el nerviosismo oficial por lo que ocurra con el precio de la lechuga o el resto de las hortalizas, a tal punto que Moreno se preocupó desde un primer momento por intervenir el Mercado Central, donde todavía mantiene total injerencia, algo que ya no ocurre con el Mercado de Hacienda.

También surgen cuestionamientos sobre otros rubros clave del Indice de Precios al Consumidor, como los del turismo y la medicina prepaga.

La salud privada experimentó fuertes ajustes este año, del orden del 20 por ciento, pero en el Gobierno decidieron que semejante aumento no debía incluirse en el relevamiento del costo de vida.

La razón: que se dio a los usuarios la posibilidad de optar por un sistema de copagos sin que se les aumentara la cuota, una sinrazón por el que se inclinó menos del 5 por ciento de la gente, ya que les crearía incertidumbre sobre el costo total de la
atención en caso de tener un problema serio de salud.

Así, para el 95 por ciento de los tres millones de asociados a la medicina privada el costo de la atención subió 20 por ciento, pero para el INDEC casi no hubo ajuste.

En medio de semejante desbarajuste, el Gobierno parece planear añadir un poco más de confusión.

El flamante ministro de Economía, Miguel Peirano, estaría de acuerdo en lanzar varios índices de precios minoristas, lo cual permitiría desagregar por tipo de bien, como ocurrió con el costo de vida de José Alfredo Martínez de Hoz, quien inventó en plena
dictadura militar el IPC "descarnado", es decir, sin tomar en cuenta el alza de la tira de asado en el mostrador.

En medio de la pavura que provocan estos movimientos en el mercado financiero, hay tiempo para bromas y se habla del próximo lanzamiento del índice "deslechugado".

Gracias a la revolución bolivariana

Hugo Chávez es un amigo de la administración Kirchner, y volvió a demostrarlo esta semana, cuando el presidente argentino lo llamó para comentarle las exigencias financieras que tenía el país.

Solícito, el venezolano dijo que estaba en condiciones de arrimar casi la mitad de esos compromisos, volviendo a comprar bonos de la Argentina por 1.000 millones de dólares.

Ante semejante respaldo, el Gobierno afrontó sin problemas el vencimiento de unos 2.350 millones de dólares en BODEN 2012.

La lectura política surgió clara para los operadores: el eje Argentina-Venezuela, cultivado por años entre Kirchner y Chávez, no sólo se mantendrá en caso de ganar Cristina Fernández –algo que se descuenta entre los hombres de poder- sino que se profundizará.

No por nada el bolivariano elogió la "valentía" de Cristina, quien lo apoyó en el marco de su visita a España, delante de empresarios que manifestaron dudas sobre Chávez.

En los cálculos que hace el kirchnerismo, Chávez desempeñará un rol clave en caso de que, como se teme, empiece a darse vuelta la taba del mercado internacional, se encarezca el crédito y aumente el nerviosismo sobre el dólar y los bonos de la Argentina.

Pero el primer objetivo es limitar las turbulencias hasta las elecciones de octubre. Después, tal vez llegará la hora de ajustar algunas variables que parecen empezar a salirse de cauce, con el gasto público a la cabeza.