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Por José Calero
El Gobierno sobreactúa y hace dudar a mercados
17 de agosto de 2007
Conceptos clave:
"Frente a la crisis no vamos a hacer como la Alianza, que ajustó y terminó de desatar la recesión".

En el mercado alertan que la robustez de la Argentina no es la misma de hace un año.

Aunque el mundo se encarrile, tal vez la Argentina deba acostumbrarse a convivir con periódicos cimbronazos.

El presidente Néstor Kirchner y su "mesa chica" resolvieron esta semana salir a dar señales de ratificación del rumbo económico, en medio de las feroces turbulencias derivadas de la estampida protagonizada por los capitales, que abandonaron posiciones en títulos públicos y acciones.

Esa decisión estratégica, que se adoptó con total aval de la candidata presidencial Cristina Fernández, busca demostrar a los dueños del dinero que la Argentina tiene espaldas suficientes para enfrentar una corrida.

En esa línea debe entenderse que el Gobierno haya anunciado un aumento a jubilados del 12,5 por ciento, más amplio de lo esperado, que haya hecho la intervención con reservas más fuerte de su gestión -se habla de 500 millones de dólares- para frenar
una eventual disparada del dólar, y que anunciara más restricciones a las importaciones, para proteger a la industria nacional, algo que puede terminar recalentando la inflación.

También, si se confirma, Kirchner avanzará en la decisión de sostener los niveles de consumo de la población subiendo las asignaciones familiares, una medida que se espera para la semana próxima.

"Frente a la crisis no vamos a hacer como la Alianza, que ajustó y terminó de desatar la recesión", razonan cerca del ministro de Economía, Miguel Peirano, un funcionario convencido de que la solidez de los fundamentos económicos en la Argentina
impedirá cualquier catástrofe financiera.

Quien haya tenido la oportunidad de dialogar con Peirano sobre economía sabe que el ministro considera una prioridad la "consistencia" de las variables económicas.

Es decir, que los principales componentes de un plan, como tipo de cambio, superávit, inflación, tasa de interés, etcétera, guarden una armonía que apunte hacia el gran objetivo de sostener el crecimiento, mejorar el empleo y disminuir la pobreza.

Por eso, el ministro y su equipo están convencidos de que la corrida especulativa desatada por la "crisis de las hipotecas" no traerá coletazos graves sobre la Argentina.

¿Qué piensa el mercado?

En el mercado, ese entramado de intereses financieros cuya principal identidad es el dinero, pero a veces decide meterse en política, coinciden con el diagnóstico oficial de que la Argentina está sólida, pero alertan que la calidad de esa robustez no es la
misma de hace un año.

En especial, advierten que el crecimiento del gasto público se disparó en el año electoral, y que ya amenaza con duplicar el ritmo de mejora de la recaudación.

Por eso, la "sobreactuación" de la Casa Rosada con el objetivo de ratificar el rumbo no cae del todo bien entre los dueños del dinero.

En especial, consideran inoportuno el aumento a los jubilados, porque debilitará el frente fiscal subiendo el gasto en unos 1.900 millones de pesos anuales, y representa un compromiso sobre el cual, obviamente, no se puede dar marcha atrás.

También se objeta la decisión de reducir Ganancias desde el 1 de enero, lo cual será convertido en ley en breve por el Congreso, ya que tendrá un impacto superior a los 1.500 millones de pesos sobre el Fisco.

Es decir, con apenas dos medidas, el Gobierno hizo subir el gasto público en casi 3.500 millones de pesos anuales.

Las señales de mayor protección a los industriales tampoco cae en gracia en el sector financiero, porque consideran que sólo servirá para que la burguesía nacional continúe tratando de recomponer sus márgenes de rentabilidad, y eso presione sobre la
inflación.

Entre los sectores ultrafinancieros también se sigue cuestionando la estadística del INDEC -un organismo a esta altura carente de credibilidad-, un tema que Peirano aún no pudo poner en caja, y que conspira contra el rendimiento de los bonos que ajustan por CER.

La Casa Rosada se defiende

Consciente de estos reproches, el presidente Kirchner salió a responder uno por uno los cuestionamientos que pululan en la city porteña.

Defendió a capa y espada la política de intervenciones del Banco Central y exageró al señalar que es similar a la que aplican la Reserva Federal y las naciones europeas.

Es que le cayó muy mal a Kirchner información que circula en el mercado sobre "recomendaciones negativas" sobre la Argentina que algunos referentes del segmento financiero estarían haciendo llegar a sus clientes en Estados Unidos y Europa.

Desde la óptica oficial, algunos "gurúes" del mercado local que todavía influyen sobre las decisiones de importantes dueños del capital estarían recomendando salir de inversiones en títulos y acciones, en gran parte porque tienen entre ceja y ceja a Kirchner y su modelo ubicado en las antípodas de los 90.

Ante esa sospecha, es de esperar que profundicen los embates presidenciales contra esos referentes de la city a quienes desprecia y responsabiliza de "haber llevado a la Argentina a la ruina".

En el gobierno creen que la situación financiera tenderá a estabilizarse porque está la impresión de que ya se hizo la "limpieza" más grande en el mercado y que los costos de la especulación por parte de los inversores apostando a las dudosas hipotecas norteamericanas están muy cerca de haberse pagado.

La decisión de la Reserva Federal de bajar la tasa de interés contribuiría en esa dirección, estiman desde el BCRA.

Pero a nivel político los cálculos son otros: consideran que en estos poco más de dos meses que restan hasta las presidenciales de octubre habrá nuevos embates de sectores ultrafinancieros que no quieren una profundización de este modelo de dólar alto.

La Argentina requerirá el año próximo fondos por más de 20.000 millones de pesos para hacer frente a sus obligaciones financieras, siempre que el dólar siga a 3,20, y afrontará un descontado encarecimiento del crédito.

Una señal de ese encarecimiento fue que ni siquiera el ultrakirchnerista Hugo Chávez pudo ayudar a la Argentina en este trance y debió suspender la emisión del Bono del Sur hasta nuevo aviso, a la espera de que pasen las turbulencias.

Así, aunque el mundo se encarrile, tal vez la Argentina deba acostumbrarse a convivir con periódicos cimbronazos.