Noticias actualizadas las 24 horas Información clave para decidir
25 de abril de 2024
Seguinos en
Por José Calero
Meter todo bajo la alfombra, hasta octubre
27 de agosto de 2007
Destacados:

Algunas de las empresas que más facturan en la Argentina reconocen que están subiendo los precios hasta que alguien se da cuenta y salen a anunciar "correcciones".

Un Presidente que aspira a dejar a su esposa como sucesora en la Casa Rosada le está hipotecando parte de los recursos.

Quienes toman decisiones a diario en la Argentina se empiezan a preguntar qué vendrá después de las elecciones, y ahí el panorama se pone más serio, menos "dulce".

---------

El gobierno ratifica día tras día su estrategia de cara a las presidenciales de octubre, disimulando con todas las herramientas a su alcance los "desajustes" que empieza a mostrar el modelo de dólar recontra-alto, cuyo talón de Aquiles puede ser la inflación.

Los números del INDEC sobre la evolución del costo de vida ya no resisten el menor análisis y se da la paradoja de que compañías de primer nivel parecen haber dejado de "sufrir" al Gobierno y comienzan a sentirse cómodas con la estrategia de hacer como si no pasara nada.

Algunas de las empresas que más facturan en la Argentina reconocen que están subiendo los precios hasta que alguien se da cuenta y salen a anunciar "correcciones", en una maniobra que exaspera a millones de sufridos consumidores cansados de ver cómo
se les evapora cada vez más rápido la plata del bolsillo.

Así, la "complementación", por llamarlo de alguna manera, entre el sector público y el privado, parece caerle como anillo al dedo a una Casa Rosada ansiosa por llegar a los comicios del 28 de octubre sin hacer olas en cuestiones clave de la economía.

En esa línea también se inscriben las últimas medidas destinadas a fortalecer el consumo, que representan un fuerte impacto sobre las cuentas públicas.

La suba en las jubilaciones, la rebaja en Ganancias para los sueldos y el alza de las asignaciones familiares cayeron en la gracia de millones de argentinos que ya piensan en qué gastar la plata, pero representan un duro impacto sobre las cuentas públicas
y recalentarán la ya de por sí afiebrada remarcación de precios.

Así, un Presidente que aspira a dejar a su esposa como sucesora en la Casa Rosada, le está hipotecando parte de los recursos que tendría Cristina Fernández si logra el objetivo.

Se notó en el hecho de que, a la hora de definir el aumento a los jubilados que regirá a partir de setiembre, a Kirchner le presentaron tres opciones: 5 por ciento, 8 ó 12,5, que era la propuesta de máxima.

El Presidente de inmediato ordenó 12,5 por ciento, en una decisión más política que económica, con la mirada puesta en las elecciones.

Ahora, la primera dama, de llegar al Sillón de Rivadavia,deberá afrontar gastos extra por unos 4.700 millones de pesos a lo largo del 2008, producto del festival de aumentos anunciado por Kirchner en este "dulce" agosto.

Nadie duda de que la candidata dio su aval a semejante "salariazo", tal vez porque lo considera decisivo para lograr, como esperan en la Rosada, un triunfo en primera vuelta que las encuestas confirman, por ahora.

En la esfera económica "transpiran la gota gorda" pero también existe convencimiento de que no es momento de hacer "sintonía fina" sobre el modelo, sino de nutrirlo de la liquidez suficiente para sostener el consumo.

Miguel Peirano, el cada vez más activo ministro de Economía y aspirante a seguir en el cargo si gana "Cristina", pone a punto a diario los instrumentos necesarios para inyectar fondos frescos en el circuito del consumo.

Un total de 1.500 millones de pesos para los sueldos medios y altos, 1.200 millones para las asignaciones familiares y casi 2.000 millones para los jubilados, representan un buen "paquetazo" en plena campaña electoral.

Pero quienes toman decisiones a diario en la Argentina se empiezan a preguntar qué vendrá después de las elecciones, y ahí el panorama se pone más serio, menos "dulce".

"Sintonía fina"

Es un hecho que las turbulencias financieras, que Estados Unidos parece haber logrado contener, amagan con cambiar el escenario de flujo de capitales y contraer la llegada de dólares a las economías emergentes.

Así, el próximo gobierno deberá acostumbrarse a un escenario crediticio menos propenso a prestar plata, o al menos a hacerlo a un costo más alto.

Por eso desde Economía buscan señales de acercamiento al Club de París, para refinanciar la deuda con ese "holding" de países ricos y disponer de nuevo financiamiento si hace falta.

La Argentina viene siendo más castigada que otros países de peor situación económica, pero buena parte de la explicación de este comportamiento de los mercados está vinculada con el desastroso "prontuario" económico que tiene el país.

También porque los operadores financieros tienen lecturas más finas sobre los números y así, no se les escapó que el superávit que el gobierno presenta como un logro es producto del "maquillaje" que se realiza con el traspaso de fondos jubilatorios
a las arcas del Estado, ya que el gasto público viene creciendo un 45 por ciento.

El próximo gobierno, creen entre los empresarios, deberá reducir el ritmo del gasto, y ahí habrá que medir muy bien en qué sectores se realizan los recortes.

En el establishment ya se comienzan a hablar de "correcciones" que deberá hacer el próximo gobierno.

El "pacto social", al que viene aludiendo Cristina en sus últimos discursos, es una propuesta que tiene consenso entre empresarios y trabajadores, pero nadie sabe muy bien cuáles son sus componentes, porque la candidata no los revela.

Un acuerdo entre precios y salarios debería ser un elemento esencial, pero todo indica que con eso no alcanza para imaginar un crecimiento de largo plazo.

La inflación, capaz de erosionar cualquier aumento de salarios o jubilaciones, parece ser el primer desafío a atender por la próxima administración.

Pero ese punto esencial se da de narices con una medida que, quien suceda a Kirchner, deberá tomar, y amenaza con poner nubarrones en la estrategia de contención del costo de vida.

En los primeros meses del 2008, a más tardar, se deberían producir significativos ajustes de las tarifas de servicios públicos, que impactarían de nuevo sobre los cada vez más exigidos bolsillos de los argentinos.