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Por José Calero
Inflación, un "fantasma" que amaga volver
30 de septiembre de 2007
La remarcación de precios al galope, una vieja conocida para los argentinos, ya es eje de la campaña electoral y puede convertirse en un dolor de cabeza mayor si no se toman medidas a tiempo para frenarla.

El barullo en la calle ya especula con las elecciones y el "saber" popular comienza a mirar con expectativa "lo que pasará después de octubre", como si luego de los comicios alguien pudiese pensar en barajar y dar de nuevo desde el punto económico, como ocurrió en otras presidenciales.

Nada más lejos de lo que piensan candidatos oficialistas y opositores, que hacen malabares para diferenciarse en lo económico, pero casi no encuentran con qué.

El "fantasma" más severo que asoma es el de la inflación, que a esta altura ya se instaló como eje de campaña, al ritmo de los desatinos que comete el Gobierno a través del INDEC, el "termómetro" que debería relevar los precios pero se está quedando
"sin mercurio" para hacerlo.

Una muestra de que algo huele mal en el organismo oficial de estadísticas fue lo ocurrido con el índice de inflación a nivel nacional.

Mendoza, justo la provincia gobernada por Julio Cobos, el principal aliado del gobierno y diluido compañero de fórmula de Cristina, informó al INDEC una inflación del 3,1 por ciento, pero luego el gobierno dio a conocer la mitad: 1,5.

Una funcionaria mendocina denunció el hecho pero la sangre parece que no llegará al río porque, justamente, Cobos es el principal aliado del gobierno.

Pero, más allá de estas "desprolijidades", lo cierto es que ya nadie sabe cuánto están subiendo los precios, aunque todo el mundo siente que se está remarcando con fuerza: autos y propiedades cuestan a valor dólar más de lo que valían antes de la
devaluación, lo cual suena a despropósito; los insumos para la industria automotriz, como repuestos y neumáticos, se dispararon por las nubes; y ni hablar de productos de primera necesidad como las verduras.

Para el Gobierno, la inflación de este año cerrará en un dígito, pero semejante estimación perdió credibilidad en la mesa que los argentinos deben servir todos los días a puro esfuerzo y sacrificio.

Desde la vereda de enfrente, el ex ministro Roberto Lavagna asegura que el costo de vida "ya está en el 20 por ciento" y advierte: "Cuando se llega a ese nivel, los precios toman una dinámica propia, muy difícil de frenar".

Con la intención de llevar agua para su molino, Lavagna también dejó una advertencia que inquietó a los casi 300 empresarios que lo escuchaban en un encuentro organizado por IDEA: "Si no se toman medidas, hay riesgo de recesión", dijo el hombre que fue piloto de tormentas tras la debacle de fines del 2001.

El Gobierno no quiere convencerse, pero la estrategia de adaptar la temperatura al termómetro termina siendo contraproducente, porque el país se quedará sin saber qué es lo que está ocurriendo en el plano económico real.

Con un crecimiento superior al 40 por ciento en cuatro años, las "tensiones del crecimiento" a las que suele apelar Kirchner ya licuaron casi todos los aumentos salariales logrados en el 2007.

Así, el 2008 arrancará con reclamos salariales tempraneros por parte de la CGT y la CTA, y los gremios de mayor peso, como camioneros, metalúrgicos y mercantiles, recibirán al reemplazante de Néstor Kirchner con exigencias y juego duro en la mesa de
negociaciones.

Desde el kirchnerismo aspiran, avalados por la mayoría de las encuestas, a que será la senadora Cristina Fernández quien deba conducir la nueva etapa.

Pero la candidata todavía no dio señales claras de cómo sería su gobierno, y eso inquieta a muchos sectores empresarios que tienen fuertes inversiones en el país.

En el almuerzo servido en el Hotel Waldorf Astoria de Nueva York, Cristina evitó dar precisiones y se limitó a pronunciar un discurso didáctico, donde desgranó, como si se tratara de un examen, que conoce a fondo las variables clave de la economía
argentina.

Sin dudas, la candidata se está preparando fuerte en materia económica, a tal punto que habría al menos dos hombres alineados con el gobierno y con sólida formación en ese tema, con los cuales la candidata estaría tomando "clases" a un ritmo acelerado.

Pero hubo temas sobre los cuales Cristina no se animó a hablar ante el Consejo de la Américas, y las preguntas que se le intentaron hacer por escrito fueron "filtradas" con prolijidad por Susan Segal, la mandamás de ese grupo de lobbistas internacionales, que cada día "admira" más a la senadora.

Igual, tras el encuentro con la candidata, varios inversores estadounidenses de peso hablaron en estricto off the record con periodistas argentinos que siguieron la gira.

Admitieron que la candidata transmite seguridad, pero apuntaron su sorpresa porque Cristina no habló de temas clave, a saber:

"Estamos muy sorprendidos porque no habló de la inflación. Es el problema más importante en la Argentina", dijo un empresario vinculado con el sector energético.

"Faltó definición sobre qué hará con los bonistas que quedaron fuera del canje", dijo el otro que, obviamente, trabaja en Wall Street.

"No entiendo. Hacer una campaña electoral sin hablar de la inflación es como si aquí los candidatos a presidentes no mencionaran el tema Irak cuando hablan de política exterior, es impensable", ironizó la única mujer del grupo de empresarios que
aceptó hablar.

La sensación de que las preguntas estaban "arregladas" fue evidente, pero eso no evitó que muchos de los 400 empresarios que se acercaron al Waldorf buscaran congraciarse con la senadora a la que la mayoría de ellos imagina en la Casa Rosada en diciembre.

Igual, quedó claro a los empresarios que la escucharon que un eventual gobierno de Cristina buscará dar continuidad a lo hecho por su marido, y, en lo posible, fomentar la llegada de más inversiones.

"Creemos que ganar dinero no es pecado", aclaró la senadora, pero machacó con la idea de que la rentabilidad debe llegar al conjunto de la sociedad, y advertir que la "previsibilidad" que se le reclama debe alcanzar no sólo a los empresarios, sino también a los trabajadores.

Así, inflación, energía, tarifas e inversiones aparecen como cuatro cuestiones clave en materia económica sobre las cuales los candidatos deberían comenzar a dar definiciones más precisas antes del 28 de octubre. ¿Se animarán?