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Por José Calero
La economía que espera al futuro presidente
28 de octubre de 2007
Cuatro años de crecimiento sostenido y una mejora de los indicadores sociales no impiden que el sucesor de Néstor Kirchner en la Casa Rosada deba afrontar un escenario económico acechado por el fantasma de la inflación y tensiones derivadas de la puja por la distribución del ingreso.

Todo indica que si este domingo surge un nuevo ocupante del Sillón de Rivadavia, deberá dar señales rápidas a la población y a los mercados de cuál será la estrategia para frenar la cada vez más presente preocupación por una escalada en los precios.

Con reservas por casi 43.000 millones de dólares, un desempleo en baja y superávit gemelos de balanza comercial y fiscal, Kirchner puede decir que deja un país sólido en materia económica, tal vez como ningún presidente en la convulsionada historia
política argentina.

La oposición podrá sostener que los números positivos son consecuencia de un escenario internacional inéditamente favorable para los productos que la Argentina le vende al mundo, pero parece asistirle razón al Ejecutivo cuando machaca sobre sus virtudes
para lograr estos índices favorables.

A esta altura del partido, hay coincidencia entre los analistas en que los primeros pasos del ganador del domingo deberán apuntar a dar rápidas certezas sobre el camino que se recorrerá en materia económica a partir del 10 de diciembre próximo.

Lo primero, según los expertos, será brindar definiciones que no dejen dudas sobre la decisión política de poner en caja la suba de precios.

El riesgo es que, de no diluir rápido este interrogante, la transición sea dominada por la remarcación de precios y una disputa salarial en la cual la CGT elevaría sus presiones de aumento de sueldos.

Justamente, la principal fortaleza que exhibe el país, el crecimiento económico, también representa el mayor desafío para el futuro presidente, ya que el alza del consumo presiona sobre los precios y puede desequilibrar las principales variables de este modelo de dólar alto y fomento exportador.

El "Pacto social", insinuado por algunos candidatos y elogiado por empresarios y sindicalistas, es el otro desafío para las próximas autoridades.

Por ahora hay un abismo entre la pretensión de sectores sindicalistas de buscar aumentos salariales por encima del 20 por ciento para el 2008, y los empresarios que consideran que no se podrá otorgar mucho más del 10.

En este marco, también la cuestión de las tarifas de servicios públicos, que Kirchner mantuvo bajo presión durante su gobierno, será uno de los primeros temas que deberá atender el próximo gobierno, si quiere incentivar la inversión en rubros clave como
la energía.

El problema es que el aumento de tarifas deberá alcanzar tarde o temprano a los usuarios residenciales, integrado en gran parte por la creciente clase media, que se ha robustecido en los últimos años.

Se estima que el próximo gobierno debería aplicar un aumento de entre el 15 y el 20 por ciento a los usuarios residenciales de luz y gas.

Otro desafío para la próxima gestión estará vinculado con el sostenimiento del superávit fiscal, un punto importante si se quiere garantizar independencia de los organismos multilaterales.

Aquí, la renegociación de la deuda con el Club de París por unos 6.500 millones de dólares será uno de los puntos clave para que el frente financiero del próximo gobierno atraviese un camino de tranquilidad.

La futura administración deberá decidir rápido, además, qué hacer con el dólar, si continuar aprovechando las bondades recaudatorias que representa una divisa norteamericana fuerte, o tender a enfriar su precio para usarlo como una herramienta que contribuya a contener la inflación.

El Presupuesto enviado al Congreso contempla para 2008 un dólar con pocas variaciones y con una meta inflacionaria anual menor a 10 por ciento.

Los problemas energéticos, que ya provocaron trastornos a la industria durante el invierno, podrían reaparecer con fuerza en el verano, justamente cuando el nuevo gobierno esté atravesando la "luna de miel" de los tres meses posteriores a la asunción que en general tienen los gobiernos.

Es que creció fuerte la venta de equipos de aire acondicionado, de la mano de los mayores recursos con que cuenta la población.

Más allá de las especulaciones, por primera vez la transición presidencial de la nueva democracia se hará con elementos contundentes para garantizar la estabilidad, como los superávit gemelos y la solidez de reservas.

Por eso, la próxima administración no debería cometer el error de desaprovechar la bonanza del camino recorrido en estos años, ni en la torpeza de olvidarse de aplicar la sintonía fina que hace falta para sostener el crecimiento y seguir achicando la pobreza, el desempleo y la desigualdad.