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Por José Calero
Lo que viene con Cristina en la Casa Rosada
28 de octubre de 2007
Cristina Fernández, flamante presidenta electa de los argentinos, buscará seguir capitalizando los logros económicos de su marido Néstor Kirchner, que explicaron buena parte del triunfo electoral oficialista, pero que aparecen asediados por la temible inflación.

Así, la primera dama ya trabaja en un miniplan para contener las expectativas inflacionarias, pero tratando de afectar lo menos posible el crecimiento económico.

Buena parte de esa iniciativa se asienta sobre la necesidad de alcanzar un "Acuerdo social" que incluya metas de ajuste salarial de mediano y largo plazo entre empresarios y gremios, para dar previsibilidad a los actores económicos respecto de sus costos operativos y posibilite la llegada de más inversiones.

La otra "pata" está vinculada con la cotización del dólar, que sigue siendo la moneda de referencia de los negocios en la Argentina, a pesar de la virulenta escalada del euro en los últimos tiempos.

Aún no está claro qué valor de la divisa estadounidense pretende la presidenta electa para su primer año de gestión, pero hay coincidencia en que no bajará de 3,20 pesos, aunque algunos imaginan que tenderá hacia los 3,30 en el 2008.

Esas definiciones llegarán una vez que la candidata se acomode en el Sillón de Rivadavia a partir del 10 de diciembre próximo.

Con el respaldo popular, Cristina deberá aprovechar los primeros meses de su mandato para marcar un rumbo claro en lo económico, que capitalice más de cuatro años de crecimiento sostenido al 9 por ciento anual, y busque alejar los riesgos de
turbulencias que se ciernen sobre el modelo.

A su vez, resolver cuestiones pendientes en la agenda económica, como el reajuste de tarifas, la renegociación de la deuda con el Club de París y blindar a la Argentina ante un nuevo embate que, se espera, harán los enojados tenedores de bonos en
default por más de 20.000 millones de dólares, que quedaron fuera del canje de deuda.

Cerca de Cristina sostienen que la Argentina debe aprovechar la bonanza económica para avanzar en "reformas estructurales", que podrían incluir cambios de fondo en materia tributaria, como la reducción de la alícuota del IVA para los productos de la canasta
básica.

Es que el crecimiento económico permitió reducir la pobreza y crear empleo, pero todavía no se tradujo en un cambio en la regresiva distribución de la riqueza, donde sigue existiendo un abismo entre la punta de la pirámide social y la base.

"Lejos de retraerse a una política conservadora, se necesita más heterodoxia, pero que sea compleja e inteligente, con un Estado cada vez más activo", le dijo a la agencia NA una de las mujeres que forma parte de su equipo de asesores.

Para los allegados a Cristina, el cambio fundamental que hay en la Argentina, y que se consolida en el 2003, es que el mejor negocio dejó de ser la especulación financiera y pasó a ser la inversión en la producción y en el mercado interno.

Así, es de esperar que Cristina siga alentando el consumo a contramano del reclamo de enfriamiento para contener la escalada inflacionaria, que hacen desde sectores de la oposición.

Vinculado con los precios, es un hecho que habrá cambios fuertes en el INDEC, y que el organismo adoptará mecanismos estadísticos similares a los de Estados Unidos, que no están exentos de polémica, porque dejan fuera del relevamiento a productos clave de la canasta familiar argentina, como ciertas carnes, frutas y verduras.

La presidenta electa ya avisó que también mirará con lupa las cuentas fiscales porque, a su juicio, la Argentina está en condiciones de alcanzar un mayor superávit fiscal medido en términos del Producto Bruto.

"Cristina siempre me dice que estamos gastando mucho", habría revelado el presidente Kirchner en un acto de campaña.

Buena parte de esas definiciones llegarán cuando la mandataria electa designe a su equipo de colaboradores que, según todo parece indicar, estará conformado por un mix de funcionarios actuales de la órbita económica junto a un grupo de técnicos de su máxima confianza.

Así, los mercados descuentan que, al menos en la primera etapa de su gestión, el ministro de Economía, Miguel Peirano, continuaría en el cargo, porque su llegada al matrimonio más poderoso de la Argentina creció mucho en los últimos meses.

Los Kirchner elogian del funcionario su firmeza para plantarse en las negociaciones y su excelente diálogo con los principales empresarios del país, encabezados por los industriales.

Si se confirma la continuidad de Peirano en Economía, otra vez un cambio de presidentes en la Argentina dejaría al mismo jefe del Palacio de Hacienda, como ocurrió cuando Eduardo Duhalde le traspasó el bastón presidencial a Kirchner y Roberto Lavagna siguió siendo ministro.

Otro que tiene cartel de continuidad es Martín Redrado, el respetado presidente del Banco Central, que supo manejar con destreza las turbulencias provocadas por la crisis de las hipotecas en los Estados Unidos.

El matrimonio Kirchner parece haber quedado conforme por la forma en que Redrado se condujo durante la crisis financiera internacional, y cómo el BCRA ayudó para enfriar las tasas de interés.

La continuidad de Redrado también sería funcional a la recomposición de imagen del país que Cristina quiere encarar con los centros de poder internacionales, tal vez una de las mayores asignaturas pendientes que dejará la administración de su marido.

La continuidad de los jefes de las autoridades monetarias es bien vista tanto en Estados Unidos como en Europa, por lo que se espera que Cristina dé esa señal al mundo.

La duda aquí es qué rol podría jugar en el gobierno "cristinista" Mario Blejer, ex presidente del Central, director del Banco de Inglaterra y hombre de diálogo fluido con la primera dama.

Blejer podría convertirse inicialmente en un "asesor económico de lujo", especulan cerca de Cristina, aunque esa decisión podría derivar en roces con las autoridades económicas "formales".

Gabriela Ciganotto, actual presidenta del Banco Nación, y Roberto Feletti, vice de esa entidad, forman parte del círculo de funcionarios de confianza de la presidenta electa en materia económica.

Mercedes Marcó del Pont, la economista y diputada nacional, también integra el "think tank" de técnicos que asesora a la candidata en materia económica, y podría ocupar algún rol en el futuro gobierno.

Uno que no seguirá es el polémico secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, porque Cristina no lo considera funcional a la renovación de imagen que pretende hacer de sus equipos.

Igual, el matrimonio Kirchner le agradecerá al hombre "más bueno que Lassie", como dijo el presidente, los servicios prestados: iría a la estatal Enarsa o podría tener destino de "embajador".

El mayor interrogante de las áreas vinculadas con lo económico es qué ocurrirá con Julio De Vido, el poderoso ministro de Planificación Federal defenestrado por supuestos manejos turbios desde la oposición.

Lo más probable, se especula, es que no continúe en el cargo, aunque no sería raro que uno de sus hombres de confianza lo termine reemplazando.

Desde esa órbita se maneja la delicada cuestión energética, que hasta ahora De Vido supo pilotear con destreza, por lo que cambiarlo representará un desafío para la presidenta electa.

Cristina tiene ahora un mes y medio para meditar estas definiciones que darán la impronta a sus primeros meses de gobierno.

Un buen arranque será clave para disipar cualquier duda sobre la capacidad para conducir la economía del país que tendrá la primera mujer en ser electa presidenta de los argentinos: será el gran desafío inicial para Cristina.