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Por José Calero
Un ministro sorpresa y un secretario que incomoda
17 de noviembre de 2007
Con su nuevo gabinete, la presidenta electa Cristina Fernández hizo una clara apuesta a la continuidad y "leyó" el apoyo electoral a la gestión de su marido Néstor Kirchner, mientras que desde la esfera económica provino la sorpresa, con el nombramiento del joven Martín Lousteau, y también el desafío más grande: ¿Qué hacer con Guillermo Moreno?

Si bien la economía crece fuerte, Lousteau –un heterodoxo moderado- arribará al cargo con varios desafíos de peso por delante: la normalización del INDEC, la amenazante inflación, los condicionamientos energéticos en el horizonte del crecimiento y la
negociación pendiente con el Club de París forman parte de la agenda inmediata.

De movida, Lousteau debería dar una señal de autoridad y sacarse de encima lo más rápido posible al inmanejable Moreno, especulan los operadores del mercado. La duda es si podrá.

Más teniendo en cuenta que, en gran parte por culpa de Moreno, el industrialista Miguel Peirano, quien asomaba como candidato firme a seguir en el Palacio de Hacienda hasta el día después de las presidenciales, al final fue uno de los pocos del gobierno que se quedaron sin continuidad en un ministerio.

Cerca del todavía ministro de Economía aseguran que se vio obligado a correrse de la línea de fuego por un problema personal que considera prioritario y es muy atendible.

Pero todo indica que también pesaron en su alejamiento del cargo, y mucho, los cortocircuitos que mantuvo con Moreno por el manejo discrecional que el secretario hizo del INDEC, interviniendo en cuanto tema pudo y echando gente sin consultarlo.

Esa idea se reforzará si finalmente Peirano acepta hacerse cargo del proyecto de Cristina de crear un "banco de desarrollo" que sirva como palanca para el desarrollo a largo plazo.

Es difícil saber cuánto pesaron cada uno de estos temas en que Peirano finalmente se haya ido del Palacio de Hacienda, y a esta altura poco importa.

Pero lo que sí interesa a los operadores económicos es que se puede esperar de Lousteau, un joven al que todos califican de "brillante" y que sorprendió gratamente a Cristina cuando cruzaron destinos hace un tiempo en España.

Se sabe poco sobre lo que "Martín" le habrá dicho a la ahora presidenta electa en el periplo español, pero desde ese día Cristina quedó "impresionada", según comentan en la Casa Rosada.

También desde aquel día parece que Lousteau quedó en "gateras" para ocupar el Palacio de Hacienda en cuanto se presentara la oportunidad, que parece haber llegado antes de lo previsto.

Lousteau, a diferencia de Peirano que es un industrialista, es un especialista en macroeconomía con contactos poco conocidos en sectores de la economía real, que tiene un pie en la producción y el otro en el sistema financiero.

Igual, el nombramiento del egresado Summa Cum Laude (con todos los honores) por la Universidad de San Andrés resultó funcional al aire de renovación que la presidenta electa querría imprimir a su gestión, y que se reflejó poco teniendo en cuenta que 7 de los 11 ministros de la actualidad continuarán en sus cargos.

En el mercado financiero sostienen que, más allá de que ambos comulguen con la idea del desarrollo de la producción nacional, el ideario de Lousteau no coincide al centavo con el de Peirano.

Los primeros sorprendidos por el alejamiento de Peirano fueron los industriales de la UIA, que esperaban festejar en su encuentro de Pilar la permanencia de un ministro nacido en esa casa, y terminaron quedándose con las manos vacías, o al menos son sabor a poco.

Rápidos de reflejos, los dirigentes fabriles salieron enseguida a aplaudir el nombramiento de Lousteau y a destacar su paso por el Banco Provincia como un punto prometedor, pero lo cierto es que hubiesen preferido la continuidad de "Miguel", a secas, como les gusta llamar a Peirano, a quien despidieron con honores en el cierre del encuentro fabril.

Que los industriales hayan elegido enseguida llamar "Martín" a Lousteau, no les quita cierto sabor amargo por el alejamiento de Peirano, y de su mano derecha, la secretaria de Industria, Leila Nazer, otra hija de la UIA que casi seguro no continuará en el cargo.

Los industriales consideran que el gobierno de Cristina deberá aprovechar la oportunidad que se le presenta a la Argentina de pasar del crecimiento al desarrollo, y sentar las bases de un país industrial.

Está claro que el dólar "competitivo" continuará con Lousteau, aunque el economista de la San Andrés no sería tan partidario de mantener artificialmente la divisa en niveles estratosféricos.

Es más, la llegada de Lousteau a Economía fue muy bien recibida entre los operadores financieros y hasta mereció comentarios positivos en Wall Street, algo que no había ocurrido ni con Peirano, ni con Miceli, ni con Lavagna.

Incluso, trascendió que hace algunos meses Lousteau habría manifestado a algunos asesores financieros su preocupación por la inflación y la situación fiscal.

Lo curioso del futuro titular de Economía, además de su escasa edad, es que sus economistas de referencia militan en la oposición: Javier González Fraga, con quien escribió el libro "Sin Atajos", trabaja con Roberto Lavagna; mientras que Alfonso
Prat-Gay, ex titular del BCRA, milita con Elisa Carrió.

Se espera, además, que el gobierno de Cristina busque aumentar el superávit fiscal y comercial para afrontar cualquier turbulencia que afecte el crecimiento.

"Sostiene Julio"

Apenas cuatro pisos más arriba del que ocupará Lousteau, en el noveno piso del Palacio de Hacienda, el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, resultó uno de los grandes ratificados por Cristina.

La misión del hombre que acompaña a los Kirchner desde hace 20 años será seguir manteniendo a raya la situación energética, y completar el plan de inversiones que el sistema energético necesitará más que nunca en los próximos años.

La continuidad de De Vido fue bien recibida por los empresarios de la Cámara de la Construcción, y también por los principales gremios, con los que el ministro supo cultivar un buen diálogo.

En el nuevo esquema, De Vido será la espalda que deberá soportar, amparado en su larga experiencia, los problemas de infraestructura que sufrirá la Argentina si, como se espera, continúa creciendo a buen ritmo.

Pero también deberá contener a las compañías petroleras que debieron tragarse el sapo de una nueva suba a las retenciones por la exportación de crudo.

De Vido manejó hasta ahora con buena muñeca la Espada de Damocles que pende sobre la infraestructura cada vez más necesitada de inversiones que tiene la Argentina.

Ahí radica su fuerza, y allí también está centrado uno de los mayores de desafíos para que la Argentina pueda sostener el crecimiento: que de una vez por todas el país se convierta en atractivo para los inversores externos.