Kirchner: cuatro años y medio ejerciendo el poder a pleno - Asteriscos.Tv
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26 de abril de 2024
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Kirchner: cuatro años y medio ejerciendo el poder a pleno
Aplicó un estilo firme, pragmático y confrontativo para reconstruir la autoridad presidencial. Enderezó la economía pero no pudo terminar con la inequidad social
8 de diciembre de 2007
Con un estilo firme, pragmático y confrontativo, Néstor Kirchner supo reconstruir la
autoridad presidencial en cuatro años y medio de mandato, y conquistó amplios espacios de poder que le permiten dejar ahora la Casa Rosada en manos de su esposa, Cristina Fernández.

Autodefinido como un gestor de la salida de la crisis -o del "infierno"- de 2001, Kirchner trastocó los principales paradigmas de los ´90 para alcanzar el objetivo: se adueñó de la política, impulsó una revisión del pasado, controló con mano
férrea la economía, impulsó la idea del Estado protagonista y gobernó con el termómetro de la opinión pública.

En poco tiempo para quien llegó a la Presidencia con sólo el 22 por ciento de los votos, el ex gobernador santacruceño edificó una base de poder con la que consiguió llevar a la praxis buena parte de los principios acuñados durante años de
militancia en el peronismo.

Además, aprovechó condiciones internacionales favorables para entregar el poder con el país creciendo al 8 por ciento anual por cuarto año consecutivo.

De hecho, el balance macroeconómico es uno de los aspectos que más satisfacción deja al presidente, teniendo en cuenta la cancelación total de la deuda con el FMI, la reestructuracion -parcial- de deuda con los bonistas, el mantenimiento del
superávit en la balanza comercial a partir de un tipo de cambio competitivo, y el engrosamiento de las arcas fiscales.

En los primeros dos años de su gestión, Kirchner mantuvo al frente de la política económica a Roberto Lavagna, a quien separó luego de las elecciones legislativas de octubre de 2005 en las que desbancó al duhaldismo de la provincia de Buenos
Aires.

Lejos de los periodistas pero siempre atento a la prensa, Kirchner marcó los tiempos de su gestión y armó una "mesa chica" para resolver la administración, en la que sólo hubo espacio para cuatro sillas: la de su esposa, y las del jefe de Gabinete,
Alberto Fernández, y el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini.

Sin conferencias de prensa, el atril de la Casa Rosada le sirvió para retar, advertir e ironizar sobre sus ocasionales oponentes -opositores, empresarios indóciles y periodistas- así como para sentar postura sobre los temas más delicados, lo que lo convirtió en un Presidente despreocupado del protocolo.

Apegado a la conducción personal, Kirchner nunca reunió a su Gabinete y se mantuvo personalmente al frente de todas las negociaciones políticas, que incluyeron su trato directo con gobernadores, intendentes y legisladores de todo el país.

Claro que esa forma de construir poder no le ahorró enemigos: no sólo el arco opositor se encargó de fustigar su gestión, sino que mantuvo relaciones tensas con sectores del campo, parte del empresariado y hasta la Iglesia, con la que nunca logró conciliar posturas.

La crísis energética y la inflación -enfrentada con políticas de control de precios que instalaron la polémica por la supuesta manipulación de los índices del INDEC- fueron consideradas desde la Casa Rosada como "tensiones lógicas del crecimiento", pero se convirtieron en dos de los principales desafíos de la gestión Kirchner, sobre todo en materia de planeamiento a largo plazo.

Otro aspecto débil durante el gobierno de Kirchner fueron las relaciones internacionales, que tuvieron como principal contrapunto el conflicto de largo aliento con Uruguay por la instalación de las papeleras en la región, un problema de
resolución pendiente que heredará ahora Cristina.

En el plano internacional, Kirchner reclamó con énfasis al Reino Unido por la soberanía de las Islas Malvinas, y se plantó en el principal escenario de las Naciones Unidas para pedir colaboración para el esclarecimiento del atentado a la AMIA, algo que fue recibido con beneplácito por la comunidad judía argentina y dinamitó el débil vínculo con Irán.

Fue ésta una forma más de ratificar su compromiso con la defensa de los derechos humanos, que en su gestión estuvo enmarcarcada en la búsqueda de justicia por los crímenes de Estado cometidos durante la última dictadura a partir de la
derogación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final.

En el plano judicial se le reconoce haber jerarquizado la integración de la Corte Suprema, pero también se le adjudica un avance sobre la independencia de ese poder con la reforma del Consejo de la Magistratura.

Dos sondeos difundidos esta semana por las consultoras CEOP y Analogías, indican que Kirchner deja el Gobierno con porcentajes de imagen positiva y de aprobación de gestión superiores al 70 por ciento, que ubican a su administración como "la mejor desde el regreso de la democracia".

El próximo lunes 10 de diciembre, cuando ceda la banda y el bastón presidencial a su esposa, será la tarcera vez desde 1952 en la que un jefe de Estado argentino completa su mandato, con el condimento especial que trae el hecho de sea su sucesora
la primera presidenta electa de la historia nacional.