"Si así no lo hiciese, que Dios y la patria me lo demanden", fue el final de la frase de la jura que, en voz de Cristina Kirchner, materializó el sueño de todo dirigente político y desató una lluvia de flashes y de papelitos que tiñeron de blanco el recinto de la Cámara baja.

Diputados, senadores, mandatarios de otros países, su marido y su familia le brindaban un aplauso cerrado de pie.

Había llegado el momento de la consagración, ese tan añorado por la flamante presidenta, y con él, unas lágrimas de emoción casi imperceptibles.

Un apretón de manos y un abrazo cariñoso de su esposo la reconfortaron y la devolvieron a la realidad de la escena, que continuó con la entrega de los atributos
presidenciales: una banda a medida y un lujoso y brillante bastón de mando.

El reconocimiento a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, la defensa de la soberanía de Malvinas y la promoción de la escuela pública fueron los puntos que recogieron aplausos de todos los sectores.

La crítica a Uruguay, la más discreta a la oposición y su postura en torno a las instituciones argentinas, en cambio, cosecharon caras largas entre los legisladores de la otra vereda, que fruncieron el ceño, negaron con la cabeza y se cruzaron de brazos.

Para alegría de la presidenta, se la nombró durante toda la ceremonia como "Cristina E. Fernández de Kirchner", evitando difundir en cadena nacional ese segundo nombre que tanto le molesta: Elizabeth.

En cambio, Cobos no corrió la misma suerte, y su poco afortunado nombre completo salió a la luz ante millones de personas: "Julio César Cleto".

Durante la espera previa a la Asamblea Legislativa, se los vio muy animados al presidente uruguayo Tabaré Vázquez y al príncipe Felipe de Asturias -a pesar de las diferencias por la papelera-, aunque la charla se desarrolló en un tono extremadamente bajo, para evitar el oído de más de un curioso.

El mandatario oriental fue bienvenido, y recibió los saludos y los comentarios de algunos legisladores argentinos, que al parecer intentaron -por su cuenta y en vano- convencerlo de resolver el conflicto de Botnia a través del diálogo.

Para Tabaré esa parte no fue molesta, aunque para su rostro fue difícil disimular sus sensaciones ante la palabras de la presidenta argentina.

A pesar de permanecer inmóvil y sin lanzar un sólo gesto, estas palabras de Cristina lo desequilibraron: "Se ha violado el tratado del Río Uruguay".

Los presidentes de Venezuela y Brasil, Hugo Chávez y José Inácio Lula da Silva, respectivamente, fueron los más aclamados por el público.

Chávez fue el último en ubicarse, tal vez para evitar el contacto con el príncipe español -que fue de los primeros en sentarse-, que debe traerle recuerdos poco gratos como el "por qué no te callas", del Rey Juan Carlos.

Los diputados no se destacaron por sus atuendos, incluso, un legislador entró al recinto cargado con una mochila de viaje, y otros como Claudio Lozano, Eduardo Macaluse, Adrián Pérez y Leonardo Gorbacz, ni siquiera usaron corbata.

Esas vestimentas contrastaron con la elegancia de la presidenta, que vistió un sobrio vestido y un tapado liviano con transparencias en color marfil, con zapatos al tono y cartera con brillos.

Un aire de triunfo que otorga estar del lado de los ganadores inundó al gobernador de Río Negro, Miguel Saiz y alcanzó al propio Cobos, que cruzó miradas cargadas de
revancha con sus ex compañeros de la UCR, que lo echaron de por vida del partido.

"Cobos hacete peronista, así la próxima vez te decimos compañero", fue una de las frases que se gritaron y resonaron fuerte dentro del recinto.

Los jóvenes "K" repartieron a todos los legisladores una revista exclusiva con fotos y notas sobre la flamante presidenta, una publicación que algunos ojearon y otros desecharon como por arte de magia.

La titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto; la presidenta de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini; y representantes del deporte como Marcela "Tigresa" Acuña; Jorge "Roña" Castro; y Ubaldo "Pato" Fillol; también acompañaron la asunción desde los palcos.