Decenas de hinchas del Boca Juniors recibieron hoy a los jugadores del equipo que perdió ante el Milán italiano la final del Mundial de Clubes, quienes prefirieron el silencio al igual que su entrenador, Miguel Russo, cuya continuidad se definirá en los próximos días.

"Vengo de 40 horas de viaje. No voy a hablar", se limitó a señalar Russo antes de indicar que "mañana o pasado" hablará con los dirigentes del club para definir su futuro.

Los hinchas del Boca que se congregaron en el aeropuerto internacional de Ezeiza, a las afueras de Buenos Aires, desbordaron por momentos el orden que intentó imponer la policía, especialmente cuando vieron a Juan Román Riquelme y Rodrigo Palacio.

Riquelme, que viajó con el equipo pese a que la FIFA le impidió jugar el torneo, negó hoy con énfasis cualquier tipo de intervención suya en las decisiones sobre el cuerpo técnico de los 'xeneizes' y dijo que no habló del asunto con la directiva del club argentino.

El centrocampista se mostró molesto por las versiones que indican que él rechazó la posibilidad de que el ex jugador boquense Guillermo Barros Schelotto fuera designado sucesor de Russo.

"Mantener o cambiar el cuerpo técnico es una decisión de los dirigentes. Yo soy uno más de la plantilla", declaró el centrocampista desde Chile, en una de las escalas del viaje de regreso desde Japón.

La prensa deportiva local dan prácticamente por hecho que Russo no continuará en el cargo en 2008 tras la derrota por 4-2 ante el Milán, aunque en las últimas horas varios medios periodísticos han apostado algunas fichas a su continuidad.