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29 de marzo de 2024
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Fumar hace estragos en la piel
Se realizó un estudio sobre gemelas. La más "arrugada" consumió dos atados de cigarrillo diarios durante 26 años, mientras que la otra nunca fumó
28 de diciembre de 2007
Las mujeres de la foto son gemelas.

La más "arrugada" consumió dos atados de cigarrillo diarios durante 26 años, mientras que la otra nunca fumó. La imagen evidencia la relación entre tabaquismo y envejecimiento prematuro de la piel.

Un estudio publicado en Archives of Dermatology describe el paradigmático caso de las gemelas.

El diario El Mundo publicó que hace más de 150 años, Samuel Solly, un cirujano británico, había advertido de los efectos del tabaco sobre la piel, dado que sus pacientes fumadores tenían una apariencia cetrina, la piel arrugada y un rostro demacrado.

Numerosos estudios constataron que el tabaco es un factor casi tan influyente como el sol en el envejecimiento de la piel. Al parecer, si pasar horas bajo el astro rey multiplica por ocho las arrugas, el tabaquismo triplica la aparición de los surcos de la edad.

Fueron tres dermatólogos norteamericanos de la Case Western Reserve University quienes ejemplificaron el desgaste del tabaco con el caso de estas gemelas.

Estos investigadores se encontraron con las hermanas en el Día Nacional de Gemelos, un certamen anual que se celebra en Twinsburg (Ohio, EEUU) y donde estos dermatólogos hacen cada año una encuesta sobre enfermedades cutáneas, según contó el dermatólogo Daven N. Doshi, principal firmante del trabajo.

"En dermatología, a menudo se puso en duda la relación entre el hábito de fumar y las arrugas porque es difícil controlar múltiples variables. En gemelos que están 'genéticamente' controlados y con niveles similares de exposición al sol, podemos hacer una correlación directa entre el avanzado envejecimiento cutáneo y el tabaco, pues parece ser la única diferencia entre las gemelas", resumió Doshi.

Estas mujeres, de 52 años, tienen unas características muy parecidas: pasaron gran parte de su vida (entre los 30 y los 50) en la misma ciudad, sus historiales clínicos son menores y similares, ninguna padeció alguna enfermedad cutánea. Además, tampoco pasaron mucho tiempo al sol.

"La clara diferencia fue la amplia historia de consumo de tabaco en una de ellas", explicaron los autores. Mientras una hermana había consumido tabaco durante años (52,5 paquetes-años, un valor que equivaldría a consumir dos cajetillas diarias durante 26 años o un paquete y medio durante 35), la segunda nunca había fumado.

Las consecuencias saltan a la vista. "El cutis de la primera gemela muestra arrugas profundas y extendidas, frecuente lentigo (pecas), hipopigmentación dispersa y una moderada laxitud cutánea", relataron los investigadores.

Su envejecimiento facial se calificó como severo (cinco puntos en una escala con un máximo de seis), mientras su gemela recibió un dos (envejecimiento leve o moderado), pues "su grado de envejecimiento facial era significativamente menor que el de su hermana".

"Una demostración visual tan obvia de la relación entre el tabaquismo y el envejecimiento prematuro de la piel es valioso en la educación pública. Las arrugas, más que las mortales consecuencias del tabaco, puede resultar el motivador más poderoso para que los fumadores dejen de fumar", concluyeron.